Pedro
Vargas Avalos
En días
recientes se ha discutido mucho a nivel nacional, el asunto de que las fuerzas
armadas federales, estén autorizadas hasta el año 2028, para coadyuvar en
labores de seguridad pública en toda la república. Presentada la iniciativa por
una diputada priista, se avaló por la bancada tricolor en la Cámara de
Diputados, y como a esa iniciativa la respaldó el partido en el poder (Morena y
sus aliados, PT y PVEM), sin mayores dificultades se logró la votación
calificada (dos tercios de los diputados asistentes) para aprobar toda reforma
constitucional, pasando al Senado para su debate y refrendo semejante al de la
Colegisladora.
Ya en la Cámaras Alta (la de
Senadores) tras acalorada sesión de las dos Comisiones (Puntos Constitucionales
y Estudios Legislativos Segunda), que dictaminaron, sobre la minuta recibida de
los diputados, ser favorables a la propuesta. Pasó al Pleno para ser discutida y votada;
pero en el debate, presintió el líder de los morenistas y de la Junta de
Coordinación Política (JUCOPO) senatorial, el zacatecano Ricardo Monreal, que
les faltaría uno o dos sufragios para lograr la mayoría calificada (85 votos), con
espectacular viraje parlamentario y sin votación, se regresó a Comisiones la
minuta aprobada en la Cámara de Origen. Esto ante incoherente efervescencia de
la oposición (especialmente del PAN, el PRD y MC), pues unos festejaban
radiantes haber evitado la aprobación, mientras que otros, sin dejar de mostrar
recatada satisfacción, advertían la estrategia del partido en el poder.
Por una semana participaron,
reconstruyendo la minuta de la Cámara de Diputados, muchos senadores de todos
los partidos, incluyendo ese espectro que surgió no hace mucho y que se
autodenominó “grupo plural”, en el cual destaca Germán Martínez, el expanista que
rescató Andrés Manuel López Obrador (ya lo había apoyado para ser candidato a
senador por Morena) cuando lo hizo director del IMSS, cargo al cual renunció,
regresando a su escaño senatorial. En nota difundida por Ricardo Monreal,
comunicó que se reunió con el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien
le manifestó el acuerdo del Ejecutivo a las modificaciones de la iniciativa.
Así llegó el franciscano 4 de
octubre, en que el Pleno del Senado definiría tan delicada reforma. En esta
sesión fue notoria la participación de muchos oradores, en pro y en contra, despuntando dos principios y un par de
actitudes: en el primer tema, vimos como la Cámara Alta tiene políticos con
calidad oratoria e ideas proporcionadas, adecuadas a la ocasión y el asunto que
trataban: por la oposición, es destacable el sonorense Damián Zepeda, exlíder
panista; los oradores de MC, estuvieron a bajo nivel, y en cuanto a los
priistas, Silvana Bretones fue convincente, y,
Beatriz Paredes, con gran experiencia y estilo; por los morenistas, sobresalió la categoría de su
coordinador Ricardo Monreal. El segundo
aspecto: que mal se vieron muchos miembros de esta Cámara, especialmente los
que siempre lanzan sapos y alimañas verbales (Lily Téllez, Kenia López Rabadán
y Xóchitl Gálvez) acusando sin pruebas, pero más que hablando, despotricando
contra lo que huela a Cuatro T y López Obrador.
En este
lamentable papel, los blanquiazules en general, pero Lily Téllez en particular,
se llevaron la tarde, reduciendo a la vulgaridad sus intervenciones. No se crea
que los ataques se debían a compra de votos o apoyos oficiales, amagos u otro
tipo de presiones supuestas, no, el meollo del hablar de esta señora, son los
insultos, mofas, denuestos e insolencias; y todo con actitud de actriz en show.
Al hacer
uso de la palabra, su saludo la cataloga: “Buenas tardes -y con ademán hacia su
izquierda- bola de corruptos”, que remacha con “Buenas tardes, ceros a la
izquierda”. Luego etiquetó a los morenistas: “personas malas, de mala entraña”;
con motivo de la creación de la Guardia Nacional (GN), toca a los secretarios
de Seguridad Federal, (Alfonso Durazo -su amigo que la recomendó para
candidata- y Rosa Icela Rodríguez, la actual Secretaria) tildándolos de “mascotas”
y fingidores que ni para “decoración” servían al Ejército. La GN afirma, es un
“fracaso personal del Presidente” porque el pueblo no lo ha apoyado en ese
organismo. Señala que Amlo ha llenado de dinero, “cash, de lana” a la elite
militar, que ahora está enriquecida, mientras al soldado raso lo traen de
albañil, en retenes como abre cajuelas
de coches de familias, persiguiendo a migrantes; Téllez enfatizó: AMLO
desaprecia a tal grado a los soldados, “que permite que los insulten, les digan
groserías, los apedreen, los correteen” y salgan corriendo cuando se enfrentan
a los criminales (¡!). Luego, dándose teatral golpe de pecho, proclama que son
“nuestros soldados” no de la Cuatro T. Enseguida, sentenció: Morena no puede
luchar contra el crimen organizado, porque es parte de ese crimen.
Prosiguiendo
con su flamígero discurso, aduce que los muertos que van en el sexenio, son
culpa del primer mandatario, y éste busca zafarse de ese cargo para que se adjudique
al ejército, por lo cual la lenguaraz senadora califica al tabasqueño de
“perverso presidente”. También dijo que militariza al país, no para dar
seguridad pública, sino para intimidar al pueblo para las elecciones
presidenciales, y entonces “el presidente pisa la elite militar de hojalata
para beneficiar a su corcholata”. Ya desbocada, agrega: el secretario de la
Defensa, “habla como chairo”, hace política y viola la ley; en eso pidió el uso
de la palabra el senador Napoleón Gómez Urrutia, para enunciar una pregunta, la
señora Téllez no acepta con gritos que remata con ofensivo “¡sentado y callado,
y espere sus croquetas! Como los senadores panistas aplaudían a rabiar a su
adalid en la tribuna, la simple lectora de noticias (en agosto de 2014, luego
de que Krause, Ciro Gómez Leyva, Pablo Hiriart y otros alabaron las “reformas
estructurales” que realizaba Enrique Peña Nieto, ella atinó en formular la
siguiente pregunta: "Pero, Sr. Presidente, ¿cómo fue usted tan, pero tan
valiente para lograr esto?"), redoblaba sus frases incendiarias y exponía a sus oyentes: como se iban a sentir
cuando los militares asesinen estudiantes, repriman manifestaciones, violen a
sus hijas, a las mujeres indígenas, a sus madres, hermanas y esposas. A un
reclamo de una senadora, voltea colérica, y le lanza la frase: “tú vas a andar
llorando, cuando a tu hija la golpeen los militares”, y así le ripostó a otra
senadora, pero peor porque ya no será legisladora y no tendrá a quien recurrir,
y “el ejército los irá a aplastar”.
Para
concluir esta dramatización lilitellezca,
a los miembros de MORENA les dijo, “que no iban a votar como perros por huesos
y croquetas”, sino que votarían como “hienas, a la espera de las sobras
apestosas que les avienta el presidente que pudre todo lo que toca”,
recomendándoles que den sus medicinas a Amlo, para curar sus achaques, “porque
lo quiero vivo, vivo, para cuando la nación mexicana le demande haber creado un
Estado Narco Militar”.
Por fin
vino la votación de la nueva minuta y de esa manera se vio cumplida la tarea
del Secretario de Gobernación y el Coordinador morenista en el senado: con el
voto de su partido, sus aliados y la mayoría de los legisladores del PRI, más dos
del Partido de la Revolución Democrática, se aprobó la reforma constitucional
que amplía hasta 2028 la presencia de las Fuerzas Armadas en labores de
seguridad pública en el país. Fueron 87 sufragios a favor, contra 40 del
Partido Acción Nacional, Movimiento Ciudadano y Grupo Plural. Es de hacer notar
que se introdujo la etiquetación de recursos para fortalecer Policías estatales
y municipales desde el año venidero, creándose
una comisión bicameral para la estimación y seguimiento de las actividades de
las Fuerzas Armadas permanentes en labores de seguridad pública, exigiendo
aplicar criterios objetivos con indicadores cuantificables y verificables, así
como imponiendo la obligación de comparecer los miembros del Gabinete de
seguridad y la entrega de información semestral. Un buen avance sin lugar a
dudas.
Pero
de todo lo sucedido en el Senado y la conducta de sus integrantes, advienen
populares expresiones, como: “del amor al odio solo hay un paso”, así como la
de “amor y aborrecimiento no quitan conocimiento”.
El
amor es un sentimiento sublime que caracteriza al ser humano. Toda persona
tiene a otra o muchas gentes, para quien desea abundancia de bienes. En la
humanidad, practicar el amor al prójimo es una regla suprema. Pero debemos
admitir que existen motivos por el cual ese noble afecto se deteriora, llegando
en su caminar adverso, al desinterés y a medio paso, a lo peor, odiar.
La
antipatía y aborrecimiento hacia algo, o hacia alguien, a quien se le desea lo
más negativo, es el odio. Comúnmente, suele asociarse con alteraciones del
ánimo, generadas por la aversión, la ira, el coraje, la angustia o los errores.
La
sabiduría popular ha incorporado esos dos conceptos para darnos lecciones
valiosas a base de locuciones coloquiales, he aquí algunas: Del amor al odio,
solo media un paso. Amor con amor se paga. Amor que vale, el del padre (o
madre) que lo demás al aire. De mil amores. Donde hay amor, hay dolor. Amor
primero no es olvidadero. Amor de suegra y nuera, de dientes para afuera. Para el
amor y la muerte no hay cosa fuerte. Por amor de Dios. Amor no correspondido,
amor perdido. Amor y paz.
Los intelectuales, políticos y celebridades,
han legado excelentes frases sobre el tema: la poetisa estadounidense Ella
Wilcox, (1850-1919) escribió: El amor enciende más el fuego que el odio
extingue. Su compatriota, el enorme luchador pro derechos civiles, Martin
Luther King (1929-1968) subrayó: “El odio paraliza la vida, el amor la libera.
El odio confunde la vida, el amor la armoniza. El odio oscurece la vida, el
amor la ilumina”. Lo cual coincide con el pensamiento del colosal Mahatma
Gandhi (India,1869-1948): “El odio siempre mata, el amor nunca muere”.
“Allí
donde la amistad se estrella sale a veces triunfante el odio” declaró una vez
el novelista inglés Charles Dickens (1812-1870). Al respecto debemos tener
presente lo que describe la antropóloga neoyorkina (1945) Helen Elizabeth
Fisher: “el amor y el odio tienen mucho en común. Cuando odiamos, concentramos
nuestra atención tanto como cuando amamos. Cuando amamos o cuando odiamos, nos
obsesiona pensar en ello. Tenemos una gran cantidad de energía, nos cuesta
comer y nos cuesta dormir”.
Acumular
amor significa suerte, acumular odio significa calamidad, nos enseña el muy leído
autor de El Alquimista, Paulo Coelho de Souza (1947). Pero el amor tiene que
ser más fuerte que el odio, de lo contrario no habrá futuro para nosotros,
conforme la norteamericana Kristin Hannah (1967). De allí que su paisano, el
ameritado siquiatra Brian Weiss (1944) considere: Si logramos abandonar una
relación con amor, empatía y compasión, sin deseo alguno de venganza, sin miedo
y sin odio, lograremos pasar página.
Alcanzar esa meta, no se puede, padeciendo
políticos, que, como Téllez y German Martínez, son saltimbanquis y simuladores,
hablan a base de injurias, diatribas y farsas; la verdad es que, esa clase de
Judas, deberían mandarlos al siquiatra o cuando menos no ser postulados por
instituciones que dicen, luchan para servir al pueblo, pero que, al sostenerlos,
traicionan al ciudadano, debilitan la democracia y desprestigian la política.
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