Juan
José Ríos Ríos
El Voclán/Guzmán
Los
guzmano/zapotelses cumplieron, con una devoción inquebrantable, definida ésta
como el sentimiento y actitud de profunda veneración religiosa, con su santo
patrono Señor San José, al organizar y llevar a cabo todos y cada uno de los
actos de culto programados para las celebraciones del mes de octubre del 2022,
tras una abstinencia obligada por la pandemia y que, ésta vez, pese a los
temblores recientes y amenazas de huracán, nada impidió que los fieles llenara
las calles y dieran vivas al paso de las sagradas imágenes por el recorrido
acordado por las autoridades eclesiales y los organizadores de los festejos.
No es sólo el compromiso lo que mueve a la gente a cumplir con las tradiciones centenarias de venerar a San José, La Virgen del Rosario y El Niño, es la fe firme que tienen con el santo patrono y con la Iglesia a la que pertenece, eventos a los que se suman hijos ausentes, ciudadanos provenientes de las distintas parroquias que comprenden la Diócesis de Ciudad Guzmán, también de cientos de personas que de otros estados, incluidos los que radican en el extranjero, que se dan cita para ser parte del festejo mayor que año con año se cumple el 23 de octubre, con la salida de las imágenes y el recorrido de los carros alegóricos que parten siempre de la explanada de El Santuario a la Virgen de Guadalupe.
Fue notorio el ir y venir de las gentes por las calles por las cuales serían paseadas las andas, el trono a espalda de los fieles integrantes del grupo de Cargadores, buscando colocarse en el mejor lugar para contemplar y gritar sus vivas al paso de las mismas, en un día cuya mañana (domingo 23 de octubre) lucía nublada, con llovizna pertinaz y con amenaza de lluvia. Nadie se amedrentó y, para fortuna del evento tan emblemático de Ciudad Guzmán, el cielo se abrió, dejó de llover y con ello que todos los actos programados para esta fecha no tuvieran tropiezo y tampoco se destruyera el hermoso tapete de pétalos cempasúchil elaborado por manos creativas para dar la bienvenida a las imágenes al domicilio de los mayordomos de las Fiestas Josefina, ubicado por la calle Matamoros.
Esto y más vivieron los fieles de
esta cabecera de diócesis y quienes tuvieron a bien estar en el lugar de los
hechos, en tiempo y forma, sin importar el cansancio, las horas de espera y las
apreturas “normales” que se dan por la ruta de las andas, todo sin incidentes
desafortunados, eventos realizados con devoción, respeto y guardando las
indicaciones sugeridas para que todo transcurriera de manera normal y como es
habitual en esta gran fiesta del 23 de octubre, cuando una vez más han cumplido
su compromiso, el Juramento que nació en 1749, año que no hubo fiesta,
pero sí un temblor el 22 de octubre y por lo que se hizo la festividad. Pero el
Juramento no se realiza hasta el 14 de diciembre del mismo año 1749, según está
escrito.
Desde estas líneas un reconocimiento sincero al pueblo de Zapotlán el Grande, a quienes con profundo respeto y veneración cumplieron su compromiso con su santo patrono San José, a quienes tuvieron la responsabilizar de todos y cada uno de los eventos que son parte de esta tradición, los Enroses, la quema de castillos y juegos artificiales, a los mayordomos de las fiestas, al clero y rectoría de la catedral diocesana, también para quienes, procedentes de otros pueblos vecinos, los hijos ausentes y demás visitantes, hayan venido de donde haya sido, porque con su presencia y acción, contribuyeron a que las fiestas religiosas de esta ciudad fueran dignas de un reinicio después de la abstinencia, lo que seguramente se mantendrá para siempre con la misma devoción y entrega, cumpliendo el Juramento hecho hace ya 273 años de vigencia.
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