Juan
José Ríos Ríos
La
mañana del 19 de septiembre de 1985, me estaba bañando para ir en plan de
trabajo a las oficinas del Diario OCHO COLUMNAS, ubicadas en parte de las
instalaciones de la UAG en Guadalajara, para cumplir una parte de mis
actividades con la empresa en razón de las obligaciones que tenía como
corresponsal y encargado en la Zona sur de Jalisco de este medio de
comunicación, del que fui parte del grupo de colaboradores que contribuimos a
la fundación del mismo, siendo Director el señor Tranquilino Contreras
Rentería. Propósito que, de hecho, ya no realice para cumplir con mi labor de
informar del evento.
A eso de las 7 de la mañana con 19
minutos, sin mal no recuerdo, el espacio que ocupaba bañándome, se estremeció
con mucha fuerza, la puerta del mismo se trabó, mientras mi entonces pequeño
hijo, el segundo de cuatro, Jorge Alberto, asustando por el fenómeno, se
manifestaba inquieto. Una vez que pude salir del baño y habiendo cesado la
furia del temblor, al comprobar que mi casa que habitaba en ese tiempo no
sufrió afectaciones, que mi esposa y mi hijo estaban bien, al igual que primero
hijo, de nombre Juan José, que estaba en segundo grado de secundaria en la
Benito Juárez, también estaba bien, procedí a cumplir con mi tarea de recabar
información del acontecimiento.
Fue al llegar a la zona centro de
Ciudad Guzmán el momento en que medí la fuerza del temblor, al ver sin sus
torres a la Catedral Diocesana, expresando: “Ah C…, tembló fuerte”, ya había
vivido la experiencia del temblor de 1973. Pasado el momento de la impresión,
me reuní con mi colaborador y fotógrafo en ese entonces Gabriel Rodríguez
Farías, para comenzar a tomar las fotos de lo que en ese momento se estaba
viviendo en la ciudad, cuando en muchas de sus calles había todavía nubes de
polvo y la tensión propia del fenómeno, personas histéricas, algunas implorando
a Dios su misericordia, otras lamentando sus pérdidas, algunas de vidas, otras materiales.
El recorrido hecho en el momento fue
muy amplio, pasamos por las calles por donde el escombro de las fincas caídas
lo permitía, era día de tianguis, cuando los comerciantes se instalaban por
parte de la calle Humbolt y en los alrededores del mercado Municipal Paulino
Navarro. Estaba por el suelo la antigua fachada del Templo Tercera Orden, la
Catedral mostraba sus heridas, tanto en su interior como exterior, en su
costado poniente un vehículo de una empresa refresquera lucía sus afectaciones
al caerle encima parte de una de las torres de la catedral. De esto y casi del
momento preciso del daño, dejó su huella en fotos el desaparecido amigo
fotógrafo Heriberto Cortés.
“La gasera va a explotar”, se
comenzó el rumor. Las personas que habitaban la zona por donde se ubicaba la
misma, al poniente de la entonces aun pequeña en extensión Ciudad Guzmán,
comenzaron a salir de sus casas y, en masa, algunos corrían otros más moderados
y en marea llenaban la calle Manuel M Diéguez y la de Reforma, ya no pudimos
pasar a la altura de El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, era tal el
tumulto y el miedo que manifestaban las personas, lo que se plasmó en las tomas
hechas por el fotógrafo que me acompañaba en la misión. Fue tal el miedo que
generó la posibilidad de que explotara la gasera, que hasta personas que ya
habitaban la colonia INFONAVIT, Lomas de Zapotlán, y otras de la zona, que
también su sumaron por su cuenta a la estampida, trepando lomas aledañas al
lugar. Por fortuna, no explotó, aunque años después se reubicó a la empresa,
fuera de la zona urbana.
Fueron muchos los eventos ocurridos
ese día. Era alcalde de la ciudad el señor Miguel Morales Torres (qepd), quien,
la noche del 20 de septiembre celebraba una sesión de ayuntamiento para conocer
a fondo el problema y buscar la ayuda necesaria para los afectados, cuando, de
momento, se dio una réplica, yo estaba en el balcón del palacio municipal
viendo el triste panorama que presentaba el Centro Histórico, catedral y el
jardín en tinieblas, lo que, por fortuna, digo yo, me permitió observar un
reflejo, muy fuerte, de una luz azul verdosa que se genera, en este caso por el
lado sur de la ciudad, al momento de un movimiento telúrico, algo parecido a
una aurora boreal. Todos los del pleno y sus asesores, salieron corriendo hacia
la planta baja del palacio municipal.
Es de lamentar, debido a la
irresponsable actitud que tomó quien en ese tiempo era director de OCHO
COLUMNAS, ya no estando el señor Contreras Rentería, que menospreció el trabajo
hecho, tal fue el descuido que el material fotográfico entregado, más de una
docena de rollos en transparencia, se envió a su revelado en blanco y negro,
por lo que se perdió el testimonio gráfico obtenido posterior ocurrido el sismo
y los eventos derivados de éste, no hay testigos gráficos de esos momentos,
hecho que me indignó al ser informado del mismo, postura que posteriormente se
quiso recomponer solicitando más información del fenómeno, pues había impactado
más lo ocurrido en la ciudad de México, que lo que hicimos nosotros en Ciudad
Guzmán, pero ya era tarde.
El ejército acordonó la zona de
catedral, se impedía el paso para evitar riesgos a la población. Yo entré al
interior de la misma poco después de ocurrido el fenómeno, coincidiendo en el
momento con la presencia del reportero Enrique Cervantes Flores, de NotiSistema
de Guadalajara, que grababa su narrativa que observaba en el interior del sacro
recinto, convertido en montones de escombros, sombrío, tenso. Vino la
reconstrucción, surgieron muchas colonias nuevas, favoreciendo un mayor
asentamiento de personas y con ello el crecimiento en extensión de la zona
urbana. Era Gobernador de Jalisco el licenciado Enrique Álvarez del Castillo y
Presidente de México, Miguel de la Madrid. Ambos mandatarios realizaron gira de
trabajo por la zona, una vez que comenzó la tarea de rehacer los daños causados
aquella mañana del 19 de septiembre de 1985, cuando me estaba bañando.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario