Pedro
Vargas Avalos
Por
estos días de septiembre, el mes de la Patria, la primera quincena está plagada
de noticias sobre los informes que rinden anualmente los presidentes
municipales. En esos actos, suelen decirse datos que no concuerdan con la
realidad; se enumeran grandes sumas de recursos (por eso jocosamente se dice
que en los informes hay danzas de millones) y desde luego, existen especies de
actos ceremoniosos que nuestros políticos no han podido extirpar, y en cambio,
junto a esa especie de pasarela de personajes, se hacen declaraciones que son
reveladoras de las pretensiones de cada alcalde, o incluso, de sus invitados.
El
municipio, es la entidad más pequeña de las tres que coexisten en el sistema
político mexicano. De arriba hacia abajo, por su potencialidad, está la
Federación, le sigue el Estado y cierra los órdenes político-jurídicos, el
municipio. Este se compone de población, asentada en un espacio geográfico y
con una cabecera municipal. Como es libre (autónomo) se regula por leyes
propias y un órgano de gobierno que es el ayuntamiento, integrado por regidores
o munícipes, y el síndico.
La
República tiene una gran cantidad de municipalidades: 2471 en total, y de las
32 Entidades Federativas, la que mayor número de municipios tiene es Oaxaca,
con 570. En la ciudad de México, se les denomina Alcaldías a sus demarcaciones
territoriales, siendo en total 16, mientras que Baja California Sur, apenas
posee 7, en tanto que Jalisco se integra por 125 (estando pendiente Capilla de
Guadalupe, actualmente delegación de Tepatitlán), aun cuando sobre el 126, hay
un decreto que lo aprobó, pero un amparo lo bloqueó y a pesar de que ordena se
reponga el procedimiento para decretar de nuevo su creación, los intereses
políticos y la indolencia del Congreso local, ha hecho que ese afán de los
capillaguadalupenses, duerma el sueño de los justos, es decir, permanece en el
refrigerador, casi en el olvido.
La
Constitución Federal, en su articulo 115, precisa lo esencial de la institución
municipal. En ese dispositivo supremo, se encuentra vertida la Ley del
Municipio Libre, redactada por el ilustre abogado jalisciense Luis Manuel
Rojas, en diciembre de 1914, estando el gobierno constitucionalista que
presidía Venustiano Carranza como Primer Jefe, en Veracruz: este gran líder
revolucionario la publicó el 26 de diciembre de ese año. Y siendo ese hecho,
una efeméride vital para la vida de los ayuntamientos de todo el país, resulta
que en ninguno se le recuerda y muchos menos se conmemora. A ese grado de
ingratitud e ignorancia, se llegó, no cabe duda, por lo impreparado de nuestros
políticos. Y la imputación es más grave para Jalisco y Guadalajara, pues el
ilustre Rojas, nativo de Ahualulco de Mercado, fue diputado constituyente por
la Perla Tapatía.
La
Constitución particular de cada Estado de la República, contiene, en fiel reproducción
de la Carta Suprema nacional, los principios que norman la vida de los
municipios. En especial para Jalisco, está vigente la Ley del Gobierno y la
Administración Pública Municipal del Estado, promulgada en tiempos del
gobernador panista Alberto Cárdenas Jiménez, pero con múltiples reformas. Una
de ellas fue la de los informes de los alcaldes o presidentes municipales.
Hemos
de anotar, que los jaliscienses estábamos muy acostumbrados, desde el siglo
antepasado, a que el postrer día de diciembre, se leyeran los informes
municipales, y al día siguiente, uno de enero, se iniciara el período de
gobierno, que muchos años fue bianual y ahora es de tres anualidades, que
arrancan el primer día de octubre, luego de la elección constitucional. En consecuencia,
también se varió el tiempo de los famosos informes, que al tenor del artículo
47, fracción VIII, de la antecitada ley de gobierno municipal, debe ser en la primera
quincena septembrina, pues es obligación del presidente del cabildo: “Rendir
informe por escrito al Ayuntamiento del ejercicio de la administración dentro
de los primeros quince días del mes de septiembre de cada año. En caso de que
decida hacerlo en acto protocolario, en sesión de Ayuntamiento, la fecha se
fijará con oportunidad necesaria y se hará saber a las autoridades estatales y
a la sociedad en general”.
La
sesión en que se lleva a cabo esa especie de rendición de cuentas, debe ser
solemne, conforme el Código de Gobierno Municipal de Guadalajara. En este
Reglamento se estipulan los detalles de esa sesión. Y como nuestra Sultana de
Occidente es la guía de los pueblos jaliscienses, pues casi en todos se hacen
réplicas de lo que en la capital del Estado se lleva a cabo en materia de
informes.
Hemos
de observar, que los medios de comunicación no le dan importancia a los
informes de la mayoría de los alcaldes, enfatizando sus noticias, comentarios y
reportajes, sobre lo que sucede en nuestra Perla guadalajarense, en los
municipios del área conurbada, destacando Zapopan, San Pedro Tlaquepaque,
Tonalá y Tlajomulco de Zúñiga. Del resto de la Entidad, algo se dice de Puerto
Vallarta y Ciudad Guzmán; poco se habla de lo rendido en Autlán, Lagos de
Moreno, Ciudad Guzmán (Zapotlán el Grande), Tepatitlán, Arandas, Ocotlán, Zapotlanejo,
y, de plano, casi nada de las demás municipalidades.
Por
ello, los ojos y oídos están prestos para ver y escuchar lo que se dice en esas
localidades importantes para los políticos. Así, el primer edil tapatío, de
quien se dice que trabaja arduamente para ser el sucesor de Alfaro Ramírez, en
su informe, realizado en el Parque Agua Azul, tras hablar de sus aparentes
logros (porque los ciudadanos en gran número no están de acuerdo) manifestó:
“Estoy concentrado en mi trabajo como alcalde de Guadalajara, no tengo porqué
traer distracciones. Pero lo he dicho públicamente que me encantaría hacer
muchas más cosas”. Y claro, a buen entendedor media palabra: quiere ser
gobernador.
Por
su lado, Juan José Frangie, el jefe municipal de Zapopan, nos dice el reportero
de Notisistema, Héctor Escamilla Ramírez: “Como en los viejos tiempos de
eventos multitudinarios y con la pasarela de empresarios y políticos, rindió su
informe de gobierno el alcalde de Zapopan, Juan José Frangie, en el Parque de
las Niñas y los Niños”. Y mientras el funcionario citaba varias veces -para
quedar bien, faltaba más- a su antecesor
(Pablo Lemus), las protestas hacían eco, pues atgronaban en las afueras del
local. En pocas palabras, dice el antedicho periodista, que el discurso del
zapopano, tuvo “poca autocrítica a las actividades gubernamentales”.
De
los mandamases tonalteca y tlaquepaquense, poco podemos decir, pues su medianía
no pareció atractivo a los medios de comunicación, y si acaso difundieron datos
escuetos. Pero del primer edil tlajomulca, Salvador Zamora, vaya que si se
publicaron frases, datos y aspiraciones. La problemática abordada fue desde el
parque de La Primavera, la comunicación entre Guadalajara y Tlajomulco, que es
crítica, (a tal grado, que el gobernador ya habló de un segundo piso para
aliviar el tráfico en esa zona) hasta las casas abandonadas en las cercanías de
la cabecera municipal, junto al delicado asunto del agua y desde luego, la casi
indomable inseguridad pública. Pero lo que más atrajo a los interesados en
saber de este político, fue escucharlo hablar sobre sus aspiraciones, ya sea
para Guadalajara o incluso, para el Estado:
"Me siento preparado, me siento fuerte, me siento entero y me
siento lo suficientemente activo para dar y entregar todo." (El
Informador, 14 sept.2022).
Por
lo tanto, todos los que asistieron al informe del tlajomulquense, se pusieron a
cuchichear, y hacer apuestas.
Como
titulamos esta colaboración, los informes de presidentes municipales, más que
real información de obras y hechos, son ceremonias rituales, pasarelas en las
cuales, se debe leer entre renglones lo que se dice y lo que efectivamente se
busca. En pocas palabras, en esos eventos, lo que se hace es proyectar las
pretensiones de cada alcalde, para que sus partidarios redoblen sus esfuerzos a
fin de lograr sus objetivos, y por su lado, los adversarios (manifiestos o
encubiertos), tomen sus precauciones para obstruir al potencial rival, y a su
vez, alcanzar sus propias metas, que se rigen por la frase típica de “quítate
tú, para ponerme yo”.
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