Eduardo Campos Flores
Para
los que no somos expertos en economía, sino simples ciudadanos de a pie sin
tanto esfuerzo hemos llegado a entender de algún modo que el imparable
incremento de los precios, sobre todo de los productos que forman parte de la
canasta básica, es un problema mundial y los gobiernos pueden hacer muy poco
por tratar de detener la inflación. De igual manera que los gobiernos no pueden
cambiar el precio del petróleo, no pueden cambiar repentinamente el precio del
trigo y otras materias primas.
Sin embargo, la cuestión es diferente cuando se trata de si el gobierno está tomando medidas efectivas de corto y mediano plazo para mitigar las consecuencias de una mayor inflación. Ahí, hay cosas que pueden hacer. Pueden fijarse en las prestaciones que se pagan para intentar ayudar a la gente por el aumento de los precios provocados por la demanda de bienes.
Por lo
que aunque se irriten los morenistas, para el caso de nuestro país es nuestra
obligación revisar qué acciones está emprendiendo el presidente Andrés Manuel
López Obrador para que los mexicanos enfrentemos las consecuencias de la
inflación en otras circunstancias, fenómeno que como podemos alcanzar a ver
obedece a leyes del mercado como la demanda y la oferta y obviamente no se
puede resolver con explicaciones o mendigando favores a los que precisamente
están aprovechando la oportunidad de incrementar sus ganancias gracias al
hambre y las enfermedades que sufren millones y millones de seres humanos.
Muchos
medios dieron a conocer que ante el alarmante incremento del precio de la
tortilla, el mandatario federal en una de sus mañaneras en Palacio Nacional
reveló que Juan González Moreno, presidente de Maseca, se reunirá con la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) para que justifique el alza en
el precio de la harina de maíz. Asimismo, el jefe del Ejecutivo Federal señaló
que Minsa y Maseca tienen el 90% en el control del mercado de la harina de
maíz. Con respecto a esta acción que puede considerarse de inmediato, considero
que no hace falta adivinar los resultados de la reunion del gobierno federal
con el empresario, pues todos sabemos que los dueños del dinero no dan un paso
sin huarache.
En
cuanto a alguna medida de mediano plazo,
no se
ven por ninguna parte. A pesar de la alta inflación, que elevó las tasas de
interés en el mundo, la SHCP garantizará en el Paquete Económico 2023 el
presupuesto para los programas sociales (electoreros) y los proyectos
prioritarios del presidente Andrés Manuel López Obrador, además de un mayor
apoyo a Pemex. Se seguirán viendo recursos asignados a los programas
prioritarios de inversión del sexenio, como la refinería de Dos Bocas y el
Aeropuerto de Santa Lucía, que si bien ya se inauguraron, van a seguir
recibiendo aportaciones para su terminación. Asimismo, se seguirán destinando
flujos de dinero para el Tren Maya que sigue en construcción.
A las
obras emblemáticas del gobierno se les va a destinar 236,130 millones de pesos,
la mayor parte será para el Tren Maya, con lo que registraría un incremento de
116% anual. En contraste, queda sin alza la producción agropecuaria. El Grupo
Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) afirmó que el presupuesto 2023 entregará
recursos a programas mal evaluados, como los precios de garantía y el de fertilizantes,
por no tener una repercusión en el incremento de producción. Tampoco prevé la
administración de riesgos como coberturas para cosechas o seguros y aunque
subieron los subsidios a unidades de producción, es insuficiente para retos
como la elevada inflación, la pobreza rural y la vulnerabilidad ante el cambio
climático.
Va
quedando al descubierto la farsa de la Austeridad Franciscana, ya que en el
próximo año la mayor parte de los impuestos que pagamos todos los mexicanos, el
gobierno de la 4T los va a invertir en elefantes blancos que en nada benefician
a los mexicanos, en lugar de destinarlos para garantizar la seguridad
alimentaria, la salud, educación y servicios elementales del pueblo de México.
Especial
interés me despierta saber ¿Cómo va la inflación en Guadalajara? Revisando la
prensa local, encontré que en Guadalajara los precios de los productos de la
canasta básica aumentaron del 15.5% a 16.1%, subieron hasta 105% los alimentos
básicos en la ciudad. El alza de precios está imparable y en agosto la
inflación anual en Guadalajara llegó a 8.07%, la tasa más alta en 21 años y
ocho meses, desde diciembre del 2000, cuando llegó a 8.69%, de acuerdo con
datos del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), del Inegi. Es una
inflación alta, que no se veía hace mucho tiempo, y lo peor es que se da sobre
todo en el rubro que es más sensible para la población, como la comida, lo que
la agrava aún más.
Ahora
bien, como mencioné líneas arriba, el Gobierno Federal puede implementar
acciones para mitigar las consecuencias del alza desenfrenada de los precios de
los alimentos que azota al pueblo jalisciense regresándole una parte de los
recursos del erario público, sobre todo si se toma en cuenta que Jalisco es el
gigante agroalimentario del país y participa con más del 12% del PIB
agropecuario nacional. Estos recursos destinarlos a crear más empleos y mejor
remunerados, hoy que es tan necesario y urgente.
Los
trabajadores ya sean formales o informales y los desempleados de la entidad
jalisciense deben cobrar conciencia y contribuir con su ejemplo a extender la
conciencia revolucionaria junto con sus hermanos de clase del resto de las
entidades para darse cuenta de que este gobierno está al servicio de los
acaudalados. El gigantesco gasto en inversión destinado a construir elefantes
blancos con nulo impacto en desarrollo económico y social que solo es
redituable para los corporativos que reciben contratos sin licitación alguna y
que contrasta drásticamente con el miserable gasto público en favor de los
sectores de bajos ingresos.
Una vez
desenmascarada la farsa de la 4T y liberado el
pueblo del monumental engaño, los trabajadores organizados y educados
deben tomar el poder y gobernar al país y desde allí impulsar medidas que
beneficien a todos los miembros de la sociedad. Esta es la verdadera
alternativa. No hay otra.
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