Juan
José Ríos Ríos
A punto
de cumplir el primer año de gobierno, de tres, la actual administración
municipal de Zapotlán el Grande no ha dado muestra de tener, realmente, un plan
de trabajo definido y, pese a la cantidad de recursos públicos que aprobó para
la realización de obras de mejoras, “como nunca antes se había hecho”, según se
dijo con bombo y platillo, lo único más sobresaliente es el avance que se ha
logrado en el arreglo de algunas calles y, sobre todo, el rechazo de su
proyecto considerado como más grande en infraestructura, el Parque de Lluvia,
en la colonia Gándara Estrada.
Como personas interesadas en que le
vaya bien a los gobiernos del municipio y que no desea que fracase la actual
administración municipal, pues nadie quiere que su ciudad y municipio no progrese,
que mejore en todo, que haya desarrollo y se siga viviendo en la paz habitual
que por fortuna se tiene, considerando que le quedan dos buenos años para
superar lo que ha hecho en lo que ya casi es su primer año de gobierno, de que
hayan aprendido de sus errores para no volverlos a cometer y de paso perjudicar
a quienes dicen servir, consideramos que debe de corregir el rumbo que lleva.
Con todo respeto para el actual
alcalde de Zapotlán el Grande, sin ánimo de ofenderlo y mucho menos de querer
darle consejos para su desempeño como tal, como mera sugerencia, una de las
mejoras que debe llevar a cabo como administrador de los recursos públicos y
cabeza principal de un gobierno, es evitar su actitud, su carácter belicoso con
el que se comporta en las sesiones de ayuntamiento, cuando de plano les dice
ignorantes a quienes disienten de lo que la mayoría propone, considerando que es
mejor trabajar en equipo para tener mejores resultados en bien de la ciudad y,
para cuando menos no se limite la libre expresión de los demás miembros del
Cabildo, dejarlos que demuestren su capacidad de trabajo y de compromiso para
con el pueblo, con hechos, claro.
De igual forma debe atender más a la
gente, tomarla en cuenta para no perjudicarla, como se dicen los vecinos de la
colonia Gándara Estrada, donde trata de
sacar a flote su obra cumbre de su primer año de gobierno, el llamado Parque de
Lluvia, haciendo esfuerzos infructuosos y generando más gastos para desaguar el
foso que se llenó de agua del subsuelo y no de la lluvia que presuntamente iba
a captar para evitar encharcamientos, que en este momento es un foco de
infección y criadero de moscos que afecta a los vecinos, obra que sostiene
porque dice tener el apoyo de la mesa directiva, pero que los vecinos rechazan.
Aquí se dijo que la obra costaría seis y medio millones de pesos, que parece
serán tirados a la basura y en una obra que no es prioridad.
Es verdad que cada quien es
responsable de sus actos, que el alcalde es la primera autoridad en Zapotlán el
Grande. En lo personal merece todos nuestros respetos como tal, lamentablemente
está ocupando un cargo público y administrando, bien o mal, recursos de la
misma procedencia y por lo tanto, no es del todo libre para hacer y disponer de
todo a su libre albedrío, tiene que dar cuentas y rendir buenos resultados como
tal. No dudamos que pueda ser su propósito, pero también consideramos que debe
de recapacitar en lo hecho y en lo que, de hecho, se le viene reclamando
públicamente, que tiene tiempo para rectificar y para considerar que nadie es
perfecto, como humanos todos nos podemos equivocar, pero también mejorar y
corregir.
Si en lugar del foso, dijo Parque de
Lluvia, hubiesen dedicado ese dinero para la necesidad imperiosa que tiene
Ciudad Guzmán, el mejorar sus vialidades, el estado que guardan sus calles y
avenidas, cuando se le reconoce que ya se tiene un avance, pero que también les
falta MUCHO por hacer, la actual administración ya tuviera el reconocimiento
público, casi generalizado. Estamos de acuerdo que siempre habrá quienes no
estén contentos o conformes con lo que se haga, pero los hechos convencen y son
la prueba más palpable de que algo camina bien y, sobre todo, se sirve a los
ciudadanos y se cuida “La Ciudad de Todos”, su lema de gobierno, para que en
los dos años y pico que aún le quedan, cuando menos deje uno o más problemas,
necesidades prioritarias, resueltas a fondo. En fin, él sabe lo que hace.
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