Salvador
Mateo
Está
documentado que, en tiempos de crisis económica, como la que está azotando a
nuestro país y al mundo, los estados impulsan la obra pública. En cuanto al
crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), las carreteras son un elemento de
gran importancia. La finalidad de este tipo de medidas es estimular la
economía, dando impulso a corto plazo al aumento de la producción y al
crecimiento del empleo.
Pero, más allá de la competitividad empresarial y de las grandes cifras de la economía nacional, el estado de la infraestructura carretera tiene impactos muy importantes sobre el nivel de vida de una determinada región. En aquellas zonas bien comunicadas, con unas buenas infraestructuras, existe una mejor distribución de la renta. En otras palabras, disponer de unas buenas carreteras permite un mayor crecimiento de la actividad económica, haciendo que más ciudadanos se beneficien de ello y, por tanto, dando lugar a una mejor distribución de la riqueza y a una sociedad con menores desigualdades.
Además,
en línea con la lucha contra la pobreza, las carreteras contribuyen a llevar
alimentos, sanidad y educación a las zonas más castigadas por la pobreza, dando
respuesta a las necesidades más inmediatas. Además, la población también se
beneficia del incremento de la actividad económica. Por tanto, cuanto mejores
sean las infraestructuras de transporte se facilitará la dotación de servicios
sanitarios y educativos. Tampoco hay que olvidar que unas mejores
comunicaciones por carretera permitirán dar una mejor respuesta a situaciones
tales como catástrofes naturales.
Pero,
las acciones de la 4T caminan en sentido de lo que necesita urgentemente
nuestro país en estos momentos. Bajo la farsa de la pobreza francisca invocada
por el presidente de la Republica. El gobierno federal proyecta recortar el
presupuesto de programas carreteros para 2023. La Secretaría de
Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT) plantea gastar menos y
reducir la capacidad de autoridades gubernamentales para vigilar el control de
calidad de obras carreteras que hagan constructoras el próximo año.
La
dependencia prevé reducir en 16.6% los kilómetros y 7.1% los tramos carreteros
en los cuales se vigilará la calidad de los trabajos y materiales utilizados
por empresas privadas contratadas. Pretende reducir 26.4% el presupuesto para
estudios y proyectos que demanda la infraestructura carretera para atender su
planeación, construcción, modernización y conservación, así como reducir 15% la
partida para el programa de evaluación de elementos funcionales, estructurales
y de seguridad vial de la red federal vía su auscultación.
Los
recortes presupuestales propuestos, de acuerdo con la propia dependencia,
pueden afectar trabajos como la vigilancia y el seguimiento sobre la calidad de
cementos, mezclas asfálticas y pinturas que se utilizarán en las obras. El
recorte para 2023 se sugiere a pesar de que la propia SICT reconoce que los
recursos que se aplicarán a la verificación de la calidad en las obras a
ejecutar el próximo año son necesarios, porque permiten que la dependencia se
asegure que las obras se ejecuten conforme al proyecto autorizado y con ello se
cumpla el período de vida útil para el que fueron proyectadas.
Los
falsos llamados de la austeridad del Presidente de la República tienen más bien
la intención de preparar psicológicamente al pueblo de México para que se
apriete más y más el cinturón e incapacitarlo para que proteste por las malas
condiciones en que se encuentra la red carretera, algunas verdaderamente
intransitables; soporte los pésimos servicios públicos, entre otras
injusticias.
Lo
que el Gobierno federal pretende ocultar, con la pobreza franciscana es que las
fuentes financieras para cubrir los programas sociales de la 4T ya se acabaron,
la crisis y la inflación van a seguir y la mala administración también. Los
morenistas ya se comieron incluso los fondos de los fideicomisos para la
ciencia, el Fondo de Desastres Naturales (Fonden). Por diversos medios se sabe
que ha habido algunos adultos mayores que no han recibido su pensión completa,
o que tienen pagos atrasados por el traspaso de sus tarjetas electrónicas y el
mal funcionamiento de las sucursales del Banco del Bienestar, problemas que
esconden la realidad: la falta de recursos financieros en el gobierno.
Pero
la pobreza franciscana invocada por el Presidente no aplica para su gobierno;
ya que sus mega obras están excluidas y los morenistas seguirán derrochando
mucho dinero público sin que finalmente vayan a beneficiar a los mexicanos.
Algunas de sus prácticas de despilfarro son verdaderamente escandalosas e
indignantes. Con los subsidios a las gasolinas y se ha dejado de recibir
alrededor de 500 mil millones de pesos por vía del Impuesto Especial sobre
Producción y Servicios (IEPS). El Tren Maya costaría, 150 mil mdp y hasta ahora
lleva gastados 409 mil mdp, es decir tiene un incremento del 172%.
La
refinería de Dos Bocas costaría 163 mil mdp, sin embargo, ya suma 245 mil mdp,
50.3% más. El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) saldría en 75 mil
mdp, pero solo la primera fase de su construcción costó 116 mil mdp, 54.6% más.
A estos gastos inútiles hay que agregar la compra de una empresa en quiebra
como la Refinería Deer Park en Houston, Texas, que significó un gasto de 600
mil mdp.
Uno
de los objetivos esenciales de López Obrador, aunque no lo diga abiertamente,
es crear más pobreza ya que, esto hará que más gente dependa de las dádivas del
gobierno y que más gente vote por la permanencia de Morena en el poder. El
pueblo de México está siendo víctima del discurso vacío del presidente, al que
todos los días lo adula para matar su capacidad de sacar conclusiones de los
hechos, es evidente que AMLO está recurriendo a esta estrategia para ocultarle,
entre otras cosas de que con los recortes a programas carreteros, la pobreza
franciscana va.
Por lo
que se vuelve impostergable la tarea de organizar y educar a los trabajadores,
sacarlos del engaño y la manipulación de la 4T para enseñarlos a luchar con
éxito por su verdadera liberación.
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