Salvador
Mateo
En
algunos municipios jaliscienses como Zapotlán el Grande el precio de las
tortillas alcanzó los 30 pesos, en otros está en 28 pesos el kilo de tortillas
y a 16 pesos el kilo de masa. Además, la prensa da cuenta de que la piratería
ya alcanzó también a los alimentos. Pues debido al continuo incremento en el
precio de las tortillas, ya hay lugares donde se vende este producto de baja
calidad y con otros ingredientes.
Los consumidores se quejan y piensan
que es un robo porque las tortillas no sirven para ser recalentadas, están
tiesas, luego de comprarlas en la tarde y ya para comer están duras de las
orillas y para recalentar se hacen duras. No sirven las tortillas, aparte de
caras, son malas. Pero dejando aún lado la gravedad de las tortillas pirata que
puede ser tema para un trabajo posterior, ya que tan solo el constante
incremento del precio de la tortilla pone en riesgo la alimentación de los
pobres.
Respecto
al tema me llamó la atención una entrevista de la periodista jalisciense
Griselda Torres Zambrano disponible en el sitio www.notisistema.com con fecha 4
de agosto del presente año, que me permito transcribirlo y compartirlo a los
que se permitan leer esta modesta colaboración. La publicación se titula: “No a
todos los tapatíos les pega por igual el alza en el precio de la tortilla”. A
Teresa Barrón por ejemplo, una mujer de 63 años edad, que todos los días teje
para vender en el Centro de Guadalajara, le implica garantizar la venta de un
par de zapatos para niño de apenas $30 pesos.
“Lo que es diario diario, diario son
las tortillas y los frijoles, oiga. Pa’l pobre pues porque pa’l que tiene pues
come de lo mejor, ¿no cree?, pero uno, siempre hay que comer de lo que nos
alcanza el salario y más los pobres, oiga - ¿Usted come las tres veces al día,
está garantizado su alimento? - No, nomás doy dos, en la mañana y en la noche,
oiga, porque al mediodía si me pongo y como, la comida está súper cara”.
La
venta de artículos tejidos es el único ingreso de Teresa porque para recibir
pensión federal le faltan dos años y por discapacidad no se la quisieron dar
pese a no ver de un ojo. Cuando mejor le va gana al día 120 pesos, pero por lo
general son 30 de los zapatos de niño. Compra medio kilo de tortilla y casi se
le va la mitad de su ingreso de una jornada que empieza a las 7:00 de la
mañana.
Lo
declarado por la entrevistada retrata, en buena parte, la situación en que vive
la inmensa mayoría del pueblo de México y confirma la advertencia que hicieron
oportunamente organismos empresariales, entre otros que el precio de la
tortilla se dispara y plan de AMLO podría no frenarlo. El presidente prometió
estabilizar el precio de las tortillas en el país garantizando que no exista
especulación con el maíz, sin embargo, la Cámara Nacional de la Industria de
Producción de este producto consideró que podría no ser suficiente.
Los empresarios de la industria de
este alimento básico de los mexicanos coinciden en que el alza de la tortilla
depende de muchos factores, como el incremento en el precio del maíz, de
combustibles como el gas y la gasolina, e incluso del acero para las
refacciones de las máquinas que se utilizan en el proceso de elaboración. Es
decir, de la inflación en general, que lleva cerca meses que ronda por arriba
del 9 por ciento, muy por encima de la meta fijada por el Banco de México. En
estas condiciones, lo más probable es que se registren mayores alzas.
La
alimentación de los pobres está en riesgo por el incremento del precio de la
tortilla. El problema en efecto no es nuevo, en 2012, o sea, muchos años antes
de la pandemia y la 4T, el Inegi informó que México es un país en el que se
padece hambre. Cada año enferman y mueren miles de personas porque no tienen
una ingesta suficiente ni adecuada de alimentos, como resultado principalmente
de las persistentes condiciones de pobreza, rezago social, marginación y
discriminación que privan en todo el país.
Pero hoy es mucho más claro y
evidente que la situación es mucho más grave y preocupante. Pero ante este
lamentable panorama, el presidente López Obrador está empeñado en dar una
vuelta más a la tuerca para que pasemos de la austeridad republicana a la
pobreza franciscana. Voces autorizadas señalan, en realidad uno de los
propósitos firmes del presidente que ha conseguido en sus casi 4 años de
gobierno y que se ha traducido en decisiones personales y de política pública
es que haya más mexicanos pobres.
Seguramente
tiene motivos políticos de gran peso para mantener a los pobres como clientes
seguros de su régimen. Es un horror, pero así es. Por lo que es urgente sacar a
México del engaño y manipulación de la 4T para hacer que el pueblo trabajador
cobre conciencia de su realidad y actúe en consecuencia como el luchar, no por
dádivas, sino por una distribución más justa y equitativa de la renta nacional.
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