Víctor Hugo Prado
La
semana pasada el país se vio envuelto en una sorprendente ola de violencia que
dio inicio en Jalisco, continuó por Guanajuato, después en Ciudad Juárez y
finalmente en Tijuana. Para usted como para un servidor fue seguramente una
acción terrorista que no se había visto en México, atacando diferentes puntos
del país, donde además de incendiar vehículos, negocios, aterrorizar a la
población, hubo muertos con un denominador común, eran civiles, inocentes, sin
responsabilidad del lado de la justicia ni del bando de la delincuencia
organizada. Su pecado fue estar de manera desafortunada en el lugar y en la
hora en la que ocurrieron los hechos, los que todo el país vio por distintos
medios.
Se
dice que lo que desató los acontecimientos es una aprehensión fallida en
Ixtlahuacán del Río, de dos cabezas de uno de los carteles con mayor poder y
presencia en el país. Sea cual fuere el hecho, las acciones desplegadas dan
cuenta de un poderío innegable, que pretendieron comunicar. Negar la realidad
por parte del gobierno y no reconocer el problema de la inseguridad, es actuar
como el avestruz que entierra la cabeza para no darse cuenta de lo que sucede
alrededor. Lo señalo porque los hechos que ahí están, que vimos todos, ahora intentan
descalificarse y desvirtuarse señalando que detrás de ellos hay una campaña
negra de los “conservadores” para desprestigiar al gobierno de la 4T, apoyados
en el amarillismo y en el montaje propagandístico de los adversarios que
intentan manipular la información.
Salirse
por la tangente, ha sido un recurso probado del presidente al que ahora se han
sumado el Secretario de la Defensa y el de Gobernación, comparando este último lo
sucedido la semana pasada en México con hechos de hace un año en Paris, Francia.
Afirmando que no son atentados terroristas, que no se magnifiquen los hechos y
que es propaganda. Lo cierto es que hay que decirles a las cosas, a los hechos
y a los datos como son: solo este fin de semana se registraron 196 asesinatos
en el país. Los records de la violencia se van rompiendo conforme pasan los
días, y si a esos, nos somos capaces de reconocer como signos de descomposición
social y que muestran la incapacidad del gobierno para actuar, entonces
llámenle como le quieran llamar. Lo que los ciudadanos vemos es que la
estrategia de abrazos y no balazos no ha funcionado, no por nada los reclamos
de organizaciones sociales, empresariales y religiosas. Llamemos al pan, pan y
al vino, vino.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario