Pedro Vargas Avalos
Casi no
hay semana en la cual los medios de comunicación nos informen que algún juez
-específicamente del ámbito federal- concedieron un amparo a favor de alguna o
varias organizaciones, en contra de actos de la autoridad emanada del actual
gobierno general, mismo que se autodefinió como de la Cuarta Transformación
Nacional (4T).
Dos
aspectos de fondo resaltan a la vista ante ese panorama: en primer lugar, la
división de poderes constitucionales que impera en la república; en segundo
término, el proyecto de nuevo régimen (4T) encabezado por el presidente Andrés
Manuel López Obrador (Amlo).
El
artículo 49 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, dice
claramente: “El Supremo Poder de la Federación se divide para su ejercicio en
Legislativo, Ejecutivo y Judicial”. En los Estados, es el artículo 116 que en
su primer párrafo establece: “El poder público de los estados se dividirá, para
su ejercicio, en Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y no podrán reunirse dos o
más de estos poderes en una sola persona o corporación, ni depositarse el
legislativo en un solo individuo”. Por lo tanto, debemos entender que existe un
solo poder público, que es el “Supremo Poder de la Federación”, siendo su
concomitante en las Entidades federativas, el poder público estatal.
Bajo
esa idea, es que marcha el gobierno, lo cual presupone colaboración entre los
tres poderes, puesto que realmente existe solo uno dividido en triple función,
cuyo fin inmediato es aplicarse cada uno en su ramo: el legislativo, decretar
normas para el adecuado desarrollo nacional; el ejecutivo, dirigir la
administración pública, y Poder Judicial, aplicar la ley impartiendo justicia.
El objeto mediato de todos, es servir al pueblo y consolidar la nación, para lo
cual deben observar invariablemente la Carta Magna con sus leyes secundarias.
En
vista de lo antedicho, los poderes no son adversarios sino complementarios; eso
sí, deben ser respetuosos de sus competencias, a lo cual suele decírsele
“independencia” con lo que se evita haya confusiones interpoderes. De surgir
estas, la misma suprema norma señala el sendero para resolverlas.
Por
lo que ve al orden ejecutivo, lo encabeza el Presidente de la República, o sea,
es unipersonal, en tanto que los otros dos poderes son colegiados y
multiorgánicos: las Cámaras de Diputados y Senadores, en el Legislativo y, para
el Poder Judicial, la Suprema Corte de Justicia (SCJ), un Tribunal Electoral
(TEF) y Plenos Regionales, los Tribunales Colegiados de Circuito, Tribunales
Colegiados de Apelación y los Juzgados de Distrito. Además, existe un Consejo
de la Judicatura encargado de la administración, vigilancia y disciplina de
esos entes, con excepción de la SCJ y el TEF con sus Plenos Regionales.
Tradicionalmente,
el poder que en los hechos resulta preeminente, es el Ejecutivo, pues al ser
unitario, emanar de la voluntad soberana del pueblo y encargarse de las
distintas responsabilidades que tiene cada secretaría y múltiples dependencias
(que forman el Gabinete Ampliado), resalta su trascendental significación.
Los
defectos que resintió políticamente nuestra democracia, que repercutieron en la
vida institucional del país, generaron un presidencialismo desmedido, a tal
grado que a los períodos presidenciales solía llamárseles “monarquía sexenal”,
pues la presencia del ejecutivo en todos los órdenes hacía que los demás
poderes y organismos, parecieran subordinados a él.
Por
lo anterior, surgieron las inconformidades y reclamos, las protestas y demandas
de la sociedad civil, es decir de los ciudadanos y sus organismos. Hasta que en
los comicios de 2018 se eligió al actual presidente, quien enarbola un proyecto
de nación en el cual los principios de “por el bien de todos, primero los
pobres”, la austeridad republicana, la lucha contra la corrupción y la
impunidad, así como tener una democracia plena y consolidar la soberanía
nacional en todos los renglones, son sus bases. En cuanto a los individuos
miembros del nuevo gobierno, su divisa sería no robar, no mentir, no traicionar
y respetar al prójimo, es decir, al pueblo, a los gobernados.
Esos
ideales son el motor de la Cuarta Transformación (Cuatro T, 4T), la cual emerge
teniendo en cuenta que la Primera nos dio la independencia, la Segunda trajo la
Reforma, y la Tercera, fue la Revolución Mexicana que buscó la reivindicación
ciudadana y la justicia social. Los tres movimientos tuvieron de común
denominador la lucha armada. La Cuarta Transformación es de índole pacífica,
respeta la ley y los derechos humanos, lo que conlleva la práctica de los
valores culturales, morales, el fortalecimiento de la familia y de las
comunidades.
Bajo
esos lineamientos, la Cuatro T (4T) planeó obras emblemáticas, entre las que
destacan el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), la Refinería de Dos
Bocas bautizada como Olmeca (ambas obras ya inauguradas); en construcción, está
el Tren Maya; el corredor Transístmico que une al Pacífico con el Golfo de
México; y una serie de edificaciones formidables como el Tren México-Toluca,
Parque Ecológico del Lago de Texcoco, vía Oaxaca a Puerto Escondido, una
ampliación del tren que va de Lechería a Buenavista, etc., etc. Esto además de
rescatar las dos empresas descentralizadas más esenciales del país: Comisión
Federal de Electricidad (CFE) y Petróleos Mexicanos (Pemex).
Así
las cosas, tanto las obras ya estrenadas como las que están en construcción,
constantemente fueron o han sido suspendidas por juicios de amparo, promovidos
generalmente por organismos de los llamados ONG´S, soterradamente impulsados
por personas o fuerzas políticas antagónicas a la 4T, destacando al respecto,
el señor Claudio X. González por medio de sus variados ONG’S y la alianza Va
por México que conforman el PAN, el PRI y el PRD; dentro de esta amalgama,
figuran sujetos que brillaron en cargos y posiciones de anteriores gobiernos, y
que anhelan regresar a usufructuarlos de nuevo.
El
Juzgador federal Juan Pablo Gómez Fierro, es quizás el más destacado de los
impartidores de justicia que han concedido suspensiones. A él acuden variadas
corporaciones que, como la sablista hispana Iberdrola, lucran a costa de los
mexicanos y a diario burlan nuestras leyes. Recientemente a esta compañía se le
impuso una multa por más de nueve mil millones de pesos, y ya consiguió la
suspensión para evitar pagarla: el juzgador Ramón Lozano Bernal, titular del
Juzgado Tercero especializado en Competencia Económica, Radiodifusión y
Telecomunicaciones, tomó la decisión de suspender la multa.
Volviendo
a Gómez Fierro, ya es célebre, porque ha otorgado amparos contra la reforma a
la ley eléctrica, y contra la Ley de Hidrocarburos; el lunes 19 de julio
concedió la suspensión definitiva en contra de la política de la Secretaría de
Energía que obliga a comprar gas a Pemex y CFE. El 25, concedió el primer
amparo contra la Ley de la Industria Eléctrica (LIE), a favor del Centro
Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), con sentencia de efectos generales y
ordenó que se aplique el estatuto anterior a la reforma publicada en marzo de
2021, no obstante que la Corte ya dejó en claro la constitucionalidad esa norma:
el legista argumentó que la amparista aduce una violación a su derecho a un
ambiente sano al entrar en vigor la LIE: bajo tal criterio, todo sujeto puede
ampararse, puesto que tenemos universalmente esa prerrogativa, lo cual abona la
cachaza de este fustigador ataviado de juez.
Otro
censor con toga que se lució, fue uno residente en Jalisco, quien concedió una
suspensión para evitar el traslado rápido a Estados Unidos del capo de capos,
Rafael Caro Quintero. El juez Séptimo de Distrito de Amparo en Materia Penal en
Jalisco, Francisco Reséndiz Neri, otorgó la “suspensión de plano” contra la
extradición inmediata y luego declinó la competencia, aduciendo que el
competente está en la prisión del Altiplano, y por lo tanto debe conocer su
caso un juez federal de Toluca o de la capital azteca.
El
organismo “Defendiendo el Derecho a Un Medio Ambiente Sano” (DMAS) logró la
suspensión de la edificación del Tren Maya en su tramo cinco; el juez primero
Adrián Novelo Pérez, con sede en Mérida, fundado en que “existe peligro
inminente” de que la obra genere daños al medio ambiente, “se concede a DMAS
A.C. la suspensión definitiva para el efecto de que Sedatu, Fonatur y Fonatur
Tren Maya suspendan o paralicen cualquier acto que tenga como finalidad la
continuación de la construcción del Tramo cinco del proyecto Tren Maya”. (Por
Esto, 19-IV; Excelsior y El Financiero, 30-V-2022). Ante esa situación
obstruccionista, el Consejo de Seguridad Nacional declaró que la construcción
del Tren Maya es una obra de seguridad nacional. (Milenio, 20-07-022). Y de esa
manera prosiguió su fabricación.
Lo
anterior solo son botones de muestra; casos que llaman la atención, como el
concederle un amparo por un tribunal de Nuevo León (luego de rechazos de otros
en diversas Entidades) al inefable Alejandro Moreno (a) Alito, para que no se
publiquen grabaciones -que lo han exhibido en la justa dimensión de lo
marrullero que es- que él mismo ordenó, son asuntos frecuentes en que
juzgadores federales en aras de la “independencia” judicial, conceden esos
amparos suspicaces.
Las
cosas han llegado a posicionar dos bandos: el que alega que los jueces son los
salvadores frente a la Cuatro T, y el gobierno que lucha por todos los medios
para sacar avante sus proyectos. Para Enrique Quintana, director editorial de
El Financiero, “hasta ahora varios jueces han mantenido la integridad de la
Constitución y la ley” (20-07-2022) lo que traduce así: “De AMLO, nos salvan los
jueces”.
En
conclusión, todo lo anterior y muchas otras cosas que son evidentes y hacen que
el país siga adelante, permiten acreditar que: a) en México existe un verdadero
estado de derecho; b) los jueces gozan de plena autonomía, y c) los medios de
comunicación, así como sus integrantes, gozan de cabal libertad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario