Un
momento por favor
J.
Jesús Juárez Martín
Atardecía
el día, nublado y fresca tarde cuando el barullo de dos de los nietos y sus
padres a la puerta nuestra de casa llamaban con expresiones como “Porque es el
Día de los Abuelos, aquí estamos” y vaya que en guardia y atentos reaccionamos
con el abrazo familiar y la bienvenida, ¡Abuelos sí, a Dios Gracias, padres de
cuatro hijos, que en su vida procrearon siete nietos y que ahora es orla
familiar promisoria a futuro para seguir siendo de familia festiva y que
reconoce al Creador sus designios y providencia en el mundo que parece
contraerse, por el egoísmo nuestro, ante sus bendiciones.
Pequeño
pastel en la mesa de pronto apareció y lo consumimos con alegría, en la reunión
motivada por el festejo a los Abuelos y recordé de la lectura dominical que decía
cuándo “un viejito muere se cierra una biblioteca” y vaya que aquellos
personajes de la lejana infancia, se agigantan porque sus dichos, historias y
cuentos, los recordamos y reacomodamos en dichos, usos como guardando de su
memoria, la gracia y alegría.
Se
augura que para el año 2030 habrá poco más de setecientos mil mayores de 65
años en nuestro querido entorno, ello implica para la supervivencia,
condiciones de vida que en los hogares de ahora se inculque esa tradición, se
viva y disfrute de una convivencia que perdure por esos escasos ocho años de
augurio feliz para el bienestar de nuestra sociedad patriarcal de abuelos que
en sus más de cincuenta años, sean protagonistas de esta tradición que hoy
vivimos, nuestra idiosincrasia, creamos que los dichos de los viejitos, son
evangelios chiquitos que dan razón a nuestro existir y que retroalimenta
nuestro estilo de convivencia de las generaciones maduras que se abren al
futuro en la convivencia actual, y confianza en la misma sociedad jalisciense
que con rasgos especiales se vincula y se proyecta en el presente, diez años y
poco más de los adultos que son los cincuentones que con optimismo y cariño a
sus familias, cuidan, protegen sus familiares en ese ritmo de vida creativo,
productivo y familiar.
Tradición,
convivencia, y confianza en el hilar de los años, con los valores que aún
disfrutamos como sociedades patriarcales, en el sesgo mismo de la madurez, que
asume su sino y pervive en su productividad, formación, en el presente
fundamento del futuro próximo, porque la sociedad y familias perviven en esa
gama de valores y convivencias que constituyen las futuras generaciones, en esa
convivencia educadora y social, de mayores, las generaciones nuevas... porque
el diálogo entre niños, jóvenes y mayores es convivencia unificadora de intercambio
no sólo de vivencias, sino de ideas, pensamientos que acercan, alguien con
razón, nos decía que la muerte de uno de los tradicionalistas mayores es
pérdida de saberes, opiniones e ideas que construyeron realidades sociales y
que atemperan el arrebato de modernidad, dan fundamento de continuidad a
saberes y ventarrones de modernidad, la pérdida de los tradicionalistas es como
incendio de saberes sin aprovecharse, de ahí la importancia de ese acercamiento
aunque ríspido en presentación, llega a ser socialmente convincente, los niños
que vayan cerca de los abuelos y su diálogo sea medio de acercamiento fundamental en la
disparidad de conocimientos orientadores entre nietos y abuelos, que al final
cercanos conviven.
Diversas
tradiciones reconocen la riqueza que nos regalan nuestros mayores, algunas
comunidades de nuestro país “Los consejos de ancianos” perduran, la veneración
a los mayores en los pueblos orientales es reconocida.
El Papa Francisco ha dicho: “Los ancianos
tienen mucho que darnos: la sabiduría de la vida. Tenemos que enseñar, a los
niños para que cuiden y vayan con los abuelos. El diálogo entre jóvenes, niños
y abuelos es esencial, donde no existe este acercamiento faltará algo y crecerá
una generación sin pasado, sin raíces”.
El
impacto emocional cuando hay un acercamiento de frente ante dos opiniones, si
es respetuoso abre el entendimiento hacia lo propuesto por la otra parte y se
reduce el alejamiento en la práctica de la filosofía entre los dialogantes que
van enfatizando cada vez más profundo, es decir influyendo en la vida de sus semejantes.
El
domingo del agónico agosto, día de los abuelos, que en su tiempo fueron nietos
y que el destino les dio madurez al convivir en lo que llamamos convivencia familiar
que disfrutamos sin proponerlo, conscientes de su vocación del ser y de sus
existir, en la apertura y al encuentro afectuoso de la convivencia fraterna, que
el Señor permite y hasta bendice al permitir formemos como familia, el núcleo de la
sociedad.
Con
apertura hacia los menores, los mayores obligados somos de llevar experiencias
y propuestas de convivencia fraternal donde nos reencontramos en la vida familiar
y escuchemos sus propuestas de convivencia en reencuentros provechosos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario