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miércoles, 31 de agosto de 2022

Los Abuelos

 


 

Un momento por favor 

 

J. Jesús Juárez Martín

 

 

Atardecía el día, nublado y fresca tarde cuando el barullo de dos de los nietos y sus padres a la puerta nuestra de casa llamaban con expresiones como “Porque es el Día de los Abuelos, aquí estamos” y vaya que en guardia y atentos reaccionamos con el abrazo familiar y la bienvenida, ¡Abuelos sí, a Dios Gracias, padres de cuatro hijos, que en su vida procrearon siete nietos y que ahora es orla familiar promisoria a futuro para seguir siendo de familia festiva y que reconoce al Creador sus designios y providencia en el mundo que parece contraerse, por el egoísmo nuestro, ante sus bendiciones.  



Pequeño pastel en la mesa de pronto apareció y lo consumimos con alegría, en la reunión motivada por el festejo a los Abuelos y recordé de la lectura dominical que decía cuándo “un viejito muere se cierra una biblioteca” y vaya que aquellos personajes de la lejana infancia, se agigantan porque sus dichos, historias y cuentos, los recordamos y reacomodamos en dichos, usos como guardando de su memoria, la gracia y alegría.


Se augura que para el año 2030 habrá poco más de setecientos mil mayores de 65 años en nuestro querido entorno, ello implica para la supervivencia, condiciones de vida que en los hogares de ahora se inculque esa tradición, se viva y disfrute de una convivencia que perdure por esos escasos ocho años de augurio feliz para el bienestar de nuestra sociedad patriarcal de abuelos que en sus más de cincuenta años, sean protagonistas de esta tradición que hoy vivimos, nuestra idiosincrasia, creamos que los dichos de los viejitos, son evangelios chiquitos que dan razón a nuestro existir y que retroalimenta nuestro estilo de convivencia de las generaciones maduras que se abren al futuro en la convivencia actual, y confianza en la misma sociedad jalisciense que con rasgos especiales se vincula y se proyecta en el presente, diez años y poco más de los adultos que son los cincuentones que con optimismo y cariño a sus familias, cuidan, protegen sus familiares en ese ritmo de vida creativo, productivo y familiar.





Tradición, convivencia, y confianza en el hilar de los años, con los valores que aún disfrutamos como sociedades patriarcales, en el sesgo mismo de la madurez, que asume su sino y pervive en su productividad, formación, en el presente fundamento del futuro próximo, porque la sociedad y familias perviven en esa gama de valores y convivencias que constituyen las futuras generaciones, en esa convivencia educadora y social, de mayores, las generaciones nuevas... porque el diálogo entre niños, jóvenes y mayores es convivencia unificadora de intercambio no sólo de vivencias, sino de ideas, pensamientos que acercan, alguien con razón, nos decía que la muerte de uno de los tradicionalistas mayores es pérdida de saberes, opiniones e ideas que construyeron realidades sociales y que atemperan el arrebato de modernidad, dan fundamento de continuidad a saberes y ventarrones de modernidad, la pérdida de los tradicionalistas es como incendio de saberes sin aprovecharse, de ahí la importancia de ese acercamiento aunque ríspido en presentación, llega a ser socialmente convincente, los niños que vayan cerca de los abuelos y su diálogo sea medio de acercamiento fundamental   en la disparidad de conocimientos orientadores entre nietos y abuelos, que al final cercanos conviven.


Diversas tradiciones reconocen la riqueza que nos regalan nuestros mayores, algunas comunidades de nuestro país “Los consejos de ancianos” perduran, la veneración a los mayores en los pueblos orientales es reconocida.


 El Papa Francisco ha dicho: “Los ancianos tienen mucho que darnos: la sabiduría de la vida. Tenemos que enseñar, a los niños para que cuiden y vayan con los abuelos. El diálogo entre jóvenes, niños y abuelos es esencial, donde no existe este acercamiento faltará algo y crecerá una generación sin pasado, sin raíces”.





El impacto emocional cuando hay un acercamiento de frente ante dos opiniones, si es respetuoso abre el entendimiento hacia lo propuesto por la otra parte y se reduce el alejamiento en la práctica de la filosofía entre los dialogantes que van enfatizando cada vez más profundo, es decir influyendo en la vida de sus semejantes. 


El domingo del agónico agosto, día de los abuelos, que en su tiempo fueron nietos y que el destino les dio madurez al convivir en lo que llamamos convivencia familiar que disfrutamos sin proponerlo, conscientes de su vocación del ser y de sus existir, en la apertura y al encuentro afectuoso de la convivencia fraterna, que el Señor permite y hasta bendice al permitir  formemos como familia, el núcleo de la sociedad.


Con apertura hacia los menores, los mayores obligados somos de llevar experiencias y propuestas de convivencia fraternal donde nos reencontramos en la vida familiar y escuchemos sus propuestas de convivencia en reencuentros provechosos.

 



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