Milton
Iván Peralta
El Volcán/Guzmán
“Al
inicio fue un miedo terrible, porque aún siendo de salud no teníamos esa
capacidad de trabajar con nuestro paciente Covid, por el grado de contagio”,
así lo recordó la enfermera María Adela Chávez Baltazar, encargada del Hospital
Regional de Zapotlán.
Comentó que al comenzar la pandemia,
les dieron unas cifras, “nos decían que tal vez nos iban a tocar 50 personas
que iban a morir, en ese entonces se nos hizo mucho, pero al transcurso de la
pandemia, la verdad nos sorprenden los números, 460 defunciones, fue un número
grande, verlos aquí continuamente morir era una tristeza y como humanos
compartir ese dolor, en varios pacientes que nos decían no quiero morir”,
recordó con tristeza la enfermera.
VEÍAN LA MUERTE TODO LOS DÍAS
Se le preguntó sobre las afectaciones por ver morir a la gente, sobre todo la cantidad, EN qué les afectaba a ellas que trabajaban dentro del área, “mucho, psicológicamente no estábamos preparado para ello, el ver cómo nuestro paciente, uno de los más jóvenes, 25 años, nos pidió que quería a sus papás, porque iba a morir, él era de fuera, le pasamos uno de los celulares para que pudiera hablar con sus papás, logramos comunicarnos, mi compañera de regreso no podíamos controlarla por el llanto que traía, ya no puedo, decía, el paciente murió a las cinco, sus padres habían llegado a la una”.
Las historias de vida, el ser las
únicas que convivían los últimos días y horas de vida de una persona era algo
fuerte “verlo consecutivamente, creo que los que participamos de cerca en esta
pandemia nos llegó hasta el fondo de nosotros”, dijo María Adela Chávez
Baltazar.
Dice que el paciente entraba,
quedaba aislado, pero los que tomaban el rol de familia, compañeras, amigos
eran las enfermeras. “De repente el familiar no nos entendía, él quería ver el
paciente, que lo dejaran pasar, pero en ocasiones, con la totalidad de camas
era difícil, las atenciones no se podían abrir las cortinas y no lo
comprendían, de que se necesita la intimidad para la atención, difícil porque
todo era por teléfono”.
Comentó que de momento no tuvieron
atención psicológica, “era un apoyo entre todas, lo diré, algo que nos apoyó
como equipo, siendo una institución laica, pero algo que nos confortó fue la
imagen de la virgen, nos agarrábamos de la mano como equipo, rezábamos y nos
dábamos ánimo y para adelante, decíamos que no iba pasar nada, nos abrazábamos
y entrabamos”.
Pero también como personal quedaron
completos “no hubo fallecimientos, nada más murió uno muy adelante un compañero
de resguardo, los que participamos de cerca, todos estamos muy bien”.
SINTIERON UNA GRAN MOTIVACIÓN
Sintieron también el respaldo de la sociedad, con alimentos, trajes, bebidas “vivimos momentos muy bonitos, traían comida, para hidratarnos, repartíamos a nuestros compañeros, los familiares de los pacientes que estuvieron hospitalizados, eran grandes estímulos, porque un paciente de covid necesita de grandes atenciones de salud”.
Ahora tras dos años de la pandemia, “es
rehacer reingeniería en los procesos, poner atención en lo que vivimos, ahora
con más tranquilidad “los pacientes son mínimos, ya la experiencia es otra, el
dialogo que se tiene es otra, antes era esa ansiedad de poder platicar con
alguien era fuerte en los pacientes, ya estamos mejor en la atención de
medicamentos y compañía que es lo que requiere, porque la ansiedad es mucha, es
algo que identifica el covid”.
Considera que no se ha superado la
pandemia “ya esta mas controlada, vemos resultados diferentes, los casos de
muerte son mínima, ya esta todo más controlado, nosotros emocionalmente mejor,
con aquella experiencia y entendimiento de la vida”, dijo la enfermera María
Adela Chávez Baltazar.
Al preguntarle si consideraba la
pandemia la peor experiencia laboral que ha tenido, dijo que era al contrario,
“yo diría que fue una oportunidad que me dio el gran Dios, de estar cerca e
estos pacientes, nos dejó mucha experiencia”.
Recordó a un paciente, que de medios
económicos estaba muy bien, pero quiso estar en el hospital Regional, “me
decía, créame que tengo casas, ranchos, no se imagina lo que económicamente lo
que tengo, pero están difícil de entender que no puedo comprar el aire, no me quiero
morir y lo que tengo no me sirve para abastecer el aire que necesito, y sí, se
murió, muchas experiencias de gente que nunca esperaba que fuera a morir, esa
fue la experiencia y la enseñanza, el entender que estamos de paso y la vida
hay que cuidarla”, concluyó la enfermera María Adela Chávez Baltazar.
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