Juan José Ríos Ríos
En templo de Ciudad Guzmán, concretamente en el
de San Isidro, se dio a conocer a los asistentes a la misa del mediodía, el mensaje
de los obispos del país por la paz, haciendo eco a la postura del Papa
Francisco, que dijo: ¡Cuántos asesinatos en México!, en la Audiencia General
del 22 de junio de este año. ¡Cuánta maldad y desorden
social! expresamos nosotros como obispos mexicanos!, agregan por su parte
los prelados mexicanos, considerando que la estrategia de seguridad ha
fracasado.
La
gota que derramó el vaso, sin duda, y que de hecho hace a la Iglesia tomar esta
postura, fue el crimen cometido contra dos jesuitas, lo que se incluye en el
texto difundido de la siguiente manera: “El reciente asesinato de un civil y de
dos sacerdotes Jesuitas dentro del templo católico de Cerocahui, en la región
de la Tarahumara en Chihuahua, no es más que una muestra más de la falta
de valores y sensibilidad a la que se ha llegado, perdiendo todo
respeto a la dignidad humana. “Los datos oficiales nos hablan de casi 122,000
asesinatos a manos de los criminales durante los tres años y medio”.
Esto,
sin duda, hace alusión al gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador, aunque
la violencia no es de ahora, viene de tiempo y de gobiernos muy atrás de los
3.5 años transcurridos, sin que ello deje de tener significado o valor el
manifiesto de los obispos, agregando que no es tiempo de echarle la culpa al
pasado, indicando que ante la gravedad de los hechos, “Hacemos un
llamado al Gobierno Federal y a los distintos niveles de autoridades, en
consonancia con el pronunciamiento que se ha realizado desde el Senado de la
República: es tiempo de revisar las estrategias de seguridad que
están fracasando”.
Por
considerarlo de interés público, reproducimos la mayor parte del boletín
emitido por el CEM (Consejo del
Episcopado Mexicano, que dice: ”Los obispos mexicanos nos dirigimos como
pastores de la comunidad católica, al Pueblo de México con profunda
preocupación por la creciente violencia que sufre nuestro querido País y
con una gran tristeza por la pérdida de miles de vidas inocentes que llenan de
luto a familias enteras. El crimen se ha extendido por todas partes trastocando
la vida cotidiana de toda la sociedad, afectando las actividades productivas en
las ciudades y en el campo, ejerciendo presión con extorsiones hacia quienes
trabajan honestamente en los mercados, en las escuelas, en las pequeñas,
medianas y grandes empresas; se han adueñado de las calles, de las colonias y
de pueblos enteros, además de caminos, carreteras y autopistas y, lo más grave,
han llegado a manifestarse con niveles de crueldad inhumana en
ejecuciones y masacres que han hecho de nuestro país uno de los lugares
más inseguros y violentos del mundo.
El
reciente asesinato de un civil y de dos sacerdotes Jesuitas dentro del templo
católico de Cerocahui, en la región de la Tarahumara en Chihuahua, no es más
que una muestra más de la falta de valores y sensibilidad a la que se
ha llegado, perdiendo todo respeto a la dignidad humana. Los datos
oficiales nos hablan de casi 122,000 asesinatos a manos de los criminales
durante los tres años y medio. ¡Cuántos asesinatos en México! ha
expresado con dolor el Papa Francisco en la Audiencia General del 22 de junio
de este año. ¡Cuánta maldad y desorden social! expresamos nosotros
como obispos mexicanos.
Reconocemos
que como Iglesia no hemos hecho lo suficiente en la evangelización de los
pueblos y que es necesario redoblar esfuerzos. Queda mucho por hacer en la
reconstrucción del tejido social, desde la labor pastoral que nos es
propia. Reafirmamos nuestro compromiso manifestado en nuestro primer
eje transversal del proyecto pastoral 2021-2024: LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ.
Por tanto, hacemos un llamado a todo el pueblo de Dios, en especial a
los sacerdotes, religiosos (as), catequistas, evangelizadores y demás agentes
de pastoral, a sumarse en los trabajos por concretar el proyecto
de PAZ de Cristo.
Queremos
manifestar nuestra cercanía y solidaridad con todas las víctimas, más allá de
nuestras diferencias políticas o sociales, reconociendo que todos somos
hermanos– Queremos sumarnos a las miles de voces de los ciudadanos de buena
voluntad que piden que se ponga un alto a esta situación. ¡Ya
basta! No podemos ser indiferentes ni ajenos a lo que nos está afectando a
todos.
Ante
la gravedad de los hechos, hacemos un llamado al Gobierno Federal y a
los distintos niveles de autoridades, en consonancia con el pronunciamiento que
se ha realizado desde el Senado de la República: es tiempo de revisar las
estrategias de seguridad que están fracasando. Es tiempo de escuchar
a la ciudadanía, a las voces de miles de familiares de las víctimas, de
asesinados y desaparecidos, a los cuerpos policiacos maltratados por el
crimen. Es tiempo de escuchar a los académicos e investigadores, a
las denuncias de los medios de comunicación, a todas las fuerzas políticas, a
la sociedad civil y a las asociaciones religiosas. Creemos que no es útil
negar la realidad y tampoco culpar a tiempos pasados de lo que nos
toca resolver ahora. Escucharnos no hace débil a nadie, al contrario, nos
fortalece como Nación.
Todos
somos mexicanos, todos necesitamos vivir en paz y concordia. Es
responsabilidad de los gobernantes aplicar la ley con justicia para erradicar
la impunidad, respetando los derechos humanos, pero procurando la seguridad de
los ciudadanos y la paz social. Como obispos mexicanos en unidad con el Pueblo
de México del que también somos parte, hacemos un respetuoso
llamado a nuestras autoridades políticas a convocar a un diálogo
nacional para emprender acciones inteligentes e integrales con el fin de
alcanzar la paz mediante una participación conjunta. Creemos que “la paz
es posible, que tiene que ser posible”. En esta tarea todos los ciudadanos de
buena voluntad podemos ser aliados. ¡No perdamos esta oportunidad!
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