Eduardo Campos Flores
Definida
no solo como una cuestión administrativa, sino incluso como principios, el
presidente Andrés Manuel López Obrador decretó la Ley Federal de Austeridad
Republicana. Remontándose a la honradez personal del Lic. Benito Juárez García,
AMLO pregona que es imposible imaginarse un gobierno rico con un pueblo pobre,
palabras que hoy se han convertido en uno de los eslóganes del gobierno de la
4T. Un aspecto clave de la idea de la Austeridad Republicana fue el impulso de
remodelar el Estado mexicano, por medio de un achicamiento del aparato
burocrático.
Analistas nacionales e
internacionales advirtieron que al achicar el Estado mexicano, AMLO apostó a
que esta versión adelgazada podrá reducir la pobreza y servir más directamente
al pueblo. Pero, un Estado reducido es más proclive a convertirse en un
mecanismo que genera todavía más abandono. Sobre todo, el achicamiento impuesto
por el presidente de México implica la renuncia del Estado como uno de los
instrumentos para atender las necesidades del pueblo en salud, educación, entre
otros.
Bajo
argumentos superficiales como el de que el gobierno tal como estaba constituido
no fue diseñado para promover el crecimiento nacional ni para servir a los más
pobres, López Obrador desde que asumió la Presidencia de la República empezó a
desmantelar instituciones y organismos autónomos. Sin un serio análisis de la
importancia y funcionamiento, simple y sencillamente metió tijera parejo.
De
igual manera, los recortes presupuestales en lo que va la administración
lopezobradorista han estado a la orden del día, los justifica con el
señalamiento de que se trata de la política de austeridad que caracteriza a su
gobierno y con el cual está poniendo fin a los privilegios de unos cuantos.
Pero contrario a lo que se declara,
la supuesta austeridad nos ha llevado a una situación sin precedente. Los
perjuicios más graves se están dando en la atención a la salud, los afectados
no son, desde luego, quienes pueden costear médicos, medicinas, laboratorios y
hospitales privados, sino quienes, por su condición económica, se ven obligados
a acudir a los servicios públicos. Lo primero que se advierte claramente en
esta justificación es una inconsistencia: esta política no ha afectado a los
privilegiados, sino a millones de mexicanos en situación de pobreza, a los que
se declara “primero los pobres”.
La condición de pobreza se ve
agravada drásticamente, además de que no se perciben los ingresos suficientes
para una existencia decorosa, los servicios públicos de salud a que se tiene
derecho se han deteriorado por falta de insumos, materiales, equipo y personal.
No es que esos servicios en la etapa “neoliberal”, tan satanizada por el actual
gobierno, hayan sido los óptimos, pero, a pesar de sus deficiencias e
insuficiencias, cumplían mucho mejor que ahora con su insustituible e
indispensable función.
Además
de las afectaciones en salud, no podemos olvidar que también se cancelaron
recursos a estancias infantiles, a refugios para mujeres maltratadas, al
programa de cáncer cervicouterino, se disminuyó considerablemente el
presupuesto al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, a las universidades, a
los centros públicos de investigación, a la promoción de la cultura y las
artes, a la supervisión de la calidad del agua, a la prevención y combate de
incendios, sequías e inundaciones.
Estos resultados evidencian, sin
lugar a duda que la austeridad republicana es un engaño y que la 4T no es un
gobierno austero. A todos los mexicanos nos consta que hay dinero para un
aeropuerto, una refinería y un tren (frutos de caprichos), entrega de efectivo
con fines clientelares y mucho más dádivas. La supuesta política de austeridad
es una mentira. Lo que está haciendo López Obrador es reencauzar el dinero para
atender no a las necesidades prioritarias de los habitantes y al progreso
científico y tecnológico del país, sino para fortalecer el proyecto político de
Morena y su afán de acrecentar su poder en la Presidencia de la República.
Como se ve, la situación en que ha
sumido al pueblo de México la supuesta Austeridad de AMLO es indignante,
preocupante y peligrosa. Por lo que los mexicanos tenemos la obligación de
informarnos para desenmascarar las verdaderas intenciones del gobierno de
Morena y la 4T. Hay señalamientos que López Obrador se parece tanto a los expresidentes
de las décadas de los 70’s y 80’s del siglo pasado como López Portillo o Miguel
de la Madrid cuyas políticas económicas hundieron al país. AMLO al inicio de su
gobierno sostuvo que con la austeridad republicana y su lucha contra la
corrupción, liberaría 500 mil millones de pesos anuales para lograr niveles de
inversión que le permitirían a México un crecimiento del PIB por encima del 4%
anual, cosa que no ha sucedido. Por el contrario, el pasado 10 de julio de 2022
el diario milenio con base a un análisis del Centro de Estudios de las Finanzas
Públicas de la Cámara de Diputados dio a conocer que los ahorros por austeridad
de la 4T se desplomaron 92.5% de 2019 a 2021. El ahorro del año pasado
representó apenas 0.09% del gasto neto total y 0.13% del gasto programable.
Así, el ahorro generado en 2021 es menor en comparación con el reportado en
2019.
El
estudio detalla, las dependencias del gobierno federal generadoras de ahorros
pasaron de 10 a 8% entre 2019 y 2020. Además, una vez reducidos los gastos
susceptibles de disminución, se hace cada vez más complicado reducir los montos
sin comprometer el cumplimiento de los programas presupuestales. Es decir,
tambalea la Austeridad Republicana de AMLO.
En tanto, el presidente de México en medio de este desastre anuncia que
se propone dar una vuelta más a la tuerca para que pasemos de la Austeridad
Republicana a la pobreza franciscana.
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