Fernando
G. Castolo
La
leyenda cuenta que el templo de La Merced fue originalmente construido en
agradecimiento por haber salvado la vida un rico hacendado de la región. Se
trata del terrateniente decimonónico don José María Mauricio Dolores de la Alta
Gracia Gómez de Cárdenas y Gómez-Dávalos (propietario de la Hacienda de San
Marcos, muy cerca de Tonila, Jalisco), conocido en el medio social simplemente
como don Mauricio Gómez.
Era
el año de 1875 y retornaba de un viaje por Europa, acompañado de su hijo
Miguel, cuando el barco en el que cruzaban el Atlántico penetró en un clima
tormentoso que amenazaba con hacerlos naufragar. En ese momento, don Mauricio,
sumamente acongojado, se encomendó a la Virgen de la Merced, solicitándole que
les salvara de perecer en esas aguas turbulentas y, a cambio, como una muestra
de agradecimiento, él le mandaría construir un hermoso templo para honrarla.
Así fue.
Después
de ese terrible episodio, don Mauricio finalmente llegó a Zapotlán, donde
radicaba, y emprendió las obras de reconstrucción de una vetusta capilla de
barrio que ya existía desde la primera mitad del siglo XIX, en donde se
veneraba a Nuestra Señora de las Mercedes, bella escultura fabricada por el
notable escultor queretano don Mariano Perusquía, aquel que también realizó la
hermosa escultura de Nuestra Señora del Rosario (que acompaña a Señor San José
en las procesiones públicas).
La
novedosa edificación se le encomendó a un alarife tapatío de apellido Aguilar,
quien proyectó una iglesia de planta arquitectónica en forma de cruz latina,
misma que contenía un hermoso retablo neogótico basado en el diseño del alarife
zapotlense Hermenegildo Lepe. El templo fue solemnizado y puesto al servicio
del culto público el 24 de octubre (día de la solemnidad a esta advocación
mariana) de 1883, por el entonces Cura de Zapotlán don Pantaleón Tortolero.
Este
pequeño y original templo fue demolido por los franciscanos (a quienes se le
sede para sí en 1945), a fin de adaptar el recinto a algo más digno y moderno,
en el año de 1949. Don Mauricio Gómez nació en Zapotlán hacia el año de 1820, y
casó con doña María Teresa de Jesús Adame Galindo el 20 de julio de 1841.
Encabezó la mayordomía de las solemnidades juramentadas en honor a Señor San
José en 1859 y 1870. Su hijo, Miguel Gómez, casó con una mujer de la alta
aristocracia poblana de nombre Ángela de Ulloa, quien fue dama de honor de la
Emperatriz Carlota de Habsburgo.
Otra
de sus hijas, doña María Carlota Gómez, casaría con el hacendado (y primo
hermano de ella) don Severo Vizcaíno Adame (propietario de la hacienda de El
Rincón). Fallecería don Mauricio en su natal Zapotlán el 27 de mayo de 1892.
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