Fernando
G. Castolo
La gran
cereza del pastel, sin duda alguna, fue que la Iglesia particular de Ciudad
Guzmán se convirtió en la sede del XI Simposio Internacional sobre San José, en
el año 2013. Entonces, captamos la atención internacional de los católicos,
incluyendo la Santa Sede, que observaron atentos el fenómeno devocional que ha
caracterizado a la antigua Zapotlán desde hace más de un cuarto de milenio. Una
serie de ponencias, expuestas por eruditos en la materia, resaltaron la
presencia universal de San José en el orbe a lo largo de la historia.
Tuvimos
la oportunidad de entender uno de los hitos más misteriosos, dado que San José
es, en sí, un misterio dentro de los textos bíblicos; quizá, por ello, es que
su inclusión en el santoral católico es tardío, respecto de otros igualmente
célebres santos.
Una
exposición, con una estructura iconográfica, también contribuyó a fortalecer
ese conocimiento que, en mucho, nos ayudó para sabernos una porción geográfica
especial al contar con un patronazgo josefino desde el siglo XVIII y que,
además, subsiste hasta la fecha con más ahínco aún, situación que se presenta
de forma única y peculiar en esta Ciudad Episcopal. Escuchamos las versiones,
las leyendas, los cantos, las alabanzas y rezos especiales, así como
descubrimos una fascinante bibliografía que trata, como tema central, la
devoción universal a San José.
Por
supuesto, por nuestra parte, también tuvimos la oportunidad de intercambiar la
peculiaridad de las celebraciones josefinas, la forma en que manifestamos ese
amor al Patriarca Santo, culminando esa hermosa experiencia con aquello que
hace remover los corazones de los zapotlenses: una procesión pública con las
Imágenes Sagradas, realizando una visita especial al Seminario de nuestra
Diócesis.
Aquello era una fiesta de colorido que dejó
expectantes a los ajenos ojos que visitaron por vez primera este punto
geográfico del mundo, y se percataron de que San José se encuentra, no en las
manifestaciones del pueblo que se revienta en vivas al Santo Varón sino, en el
corazón mismo de ese pueblo. Este es, en mi particular percepción, el verdadero
rostro que ha definido el caminar de nuestra Diócesis de Ciudad Guzmán.
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