Juan José Ríos Ríos
Según
se sabe y está escrito en la Biblia, en Mateo 7.16, la expresión “Por sus
frutos los conoceréis”, se atribuye a las personas por las obras que hace en
vida, y por lo tanto induce a conocer el corazón de éstas. Y, fuera del aspecto
moral o religioso que pueda tener el sentido de esta frase en su interpretación,
el corazón se puede entender como el resultado que esas personas producen o
generan en su actuar personal, o como parte o cabeza de una familia.
Así, en el sentido moral y familiar,
una persona que actúa bien, como ciudadano común, como padre de familia y, para
el caso, como funcionario público con poder de influir o decidir sobre la
suerte, destino o resultado de su actuar en favor de una causa común, lo que
produce puede ser bueno o malo, aunque la diferencia entre actuar como persona
sin influencia o poder de decisión, es muy diferente en un ciudadano común, a
aquellos que se desempeñan en la función pública, entendida ésta como forma de
gobierno.
“Por sus frutos los conoceréis”,
quiero aplicarlo en esta ocasión al actuar o al quehacer de los funcionarios
públicos y políticos, que son, junto con pegado, como dice otro refrán, lo
mismo, porque por lo general todo aquel que se desempeña en una actividad del
sector público, pertenece a un partido o es afín a un político, forma parte de
la casta que, encumbrada en el poder o en el cargo, se siente y hasta actúa de
manera diferente a un ciudadano común, aunque hay sus excepciones, y que
generalmente deja mucho que desear.
Viene al caso este tema en razón de
lo que actualmente se está padeciendo con la clase política del país, sobre
todo con los diputados y senadores, que aunque siempre ha sido lo mismo, ahora
está tan descarado su comportamiento que bien vale la pena dedicarle atención y
hacer mención lo podrido que está el sistema, todo, cuando los denominados
representantes populares velan más por los intereses de partido, de grupo o
ajenos, incluso a los intereses de nuestro país y de los mexicanos, haciendo
gala de un cinismo increíble, mostrándose en lo que son realmente.
Al “sistema” pertenecen todas las
instituciones públicas creadas a los largo de la historia del país, algunas que
sí cumplen, en lo que cabe, su misión para lo cual fueron creadas, y otras,
lamentablemente las más y que generan mayor impacto, casi siempre negativo, que
operan para ese sistema, de quienes tienen el poder y el control económico y
por lo tanto del sistema político o los políticos que encumbran a nivel de
funcionarios públicos, los ciudadanos ya saben bien quienes lo hacen mal y,
entre ellos, están los partidos políticos y sus derivados, los diputados y
senadores.
A raíz de las últimas encuestas,
tres en total, que se han emprendido en nombre de la democracia, de la
participación ciudadana, como lo fueron para sancionar a los ex presidentes de
México considerados nefastos para la Nación, para la Revocación de Mandato y,
finalmente para una nueva Reforma Eléctrica, se conoció la forma de actuar y
responder a los llamados hechos para ello, tanto de las instituciones
responsables de llevar a buen término los procesos, como quienes deberían
decidir por los fines propuestos, en estos casos las instituciones y los
ciudadanos.
Los resultados de dos de éstas
consultadas ya son del conocimiento público, pero en el último evento, esto es
la Reforma Eléctrica, apenas va manifestándose la respuesta a las decisiones
tomadas por los políticos, en este caso los diputados, y lo que los ciudadanos
comunes piensan de ellos y de su forma de actuar, que no solamente han sido
calificados como “traidores a la patria” a los legisladores que votaron contra
la reforma propuesta, sino que ahora se sienten objeto de actos de
intimidación, por los reclamos públicos que se les hace y por supuestas
agresiones a bienes y sus personas.
Quiero dejar en claro que no estoy a favor de ningún tipo de violencia, simple y sencillamente estoy considerando lo que se ha dado, lo que se está viviendo y dando mi opinión al respecto de ello, pues los antes intocables, ahora están siendo tocados por sus decisiones tomadas, más por revancha política y por defender intereses ajenos al pueblo, que dicen representar, y cuando han hecho de manifiesto, de mil maneras, su cinismo y el grado de corrupción en que han caído la mayoría de ellos, burlándose, incluso, de los ciudadanos. Es y son el fruto, su legado como funcionarios públicos, a los que se les puede aplicar la frase bíblica: Por sus frutos los conoceréis”. Por lo tanto, que no se asunten de lo que son, o de lo que están hechos.
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