Salvador
Encarnación
“Enterramos
a nuestros muertos en los campos porque ellos son los que colorean a las
pitayas.
Las
pitayas rojas son de los que amaron y fueron amados; tuvieron hijos y sus ojos
contemplaron su descendencia. Por eso son las más y las más dulces.
Las amarillas pertenecen a los que
amaron sin ser amados y su corazón sólo recibió el calor del sol.
A los que amaron y se dejaron amar
por todo el mundo, les nacen pitayas moradas. Es más hermoso su color porque su
sabor lo dejaron en miles de sitios.
Las pitayas blancas son las más
tristes y por suerte, las menos. Pertenecen a los que murieron sin conocer el
amor; no alcanzaron a pintarse de color alguno; la mayoría de ellas son agrias
porque nadie les dio sabor.
Pero todas las pitayas: blancas,
amarillas, moradas o rojas, tienen el amor o el desamor de nuestros
antepasados: por eso es un fruto guardado entre espinas en forma de corazón.”
*Encarnación, Salvador (1998). Sobre la invención de Zacoalco. Guadalajara: Editorial Mala Estrella.
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