Víctor
Hugo Prado
En el
ojo del huracán se encuentra la educación con la intentona “reformadora” del
modelo educativo actual, lo que ha generado preocupación entre padres de
familia, especialistas y académicos. Entre ese proceso de cambio se encuentra
el contenido de los libros de texto gratuito, al que se desea impregnar con una
ideología afín al gobierno de lo que ellos han definido como la "cuarta transformación".
Hace
apenas dos semanas la Secretaría de Educación Pública (SEP) dio a conocer el
marco curricular 2022. En su propuesta plantea que los libros de texto actuales
fomentan "el modelo neoliberal", por lo que su contenido debe ser
modificado, además de proyectar la eliminación de exámenes de evaluación
internacional como el del Programa para la Evaluación Internacional de los
Estudiantes (PISA) porque animan la competencia, como si el mundo, con todas
sus especies animales y vegetales, no fuera competitivo como así lo hizo ver
Charles Darwin en el siglo 19.
En
alcance de ello, el pasado 26 de abril, Marx Arriaga, director de Materiales
Educativos de la SEP declaró. "Los más de 1 millón de docentes solicitan
un cambio en el modelo educativo (...) solicitan un modelo educativo
decolonial, libertario, humanista, que termine con el racismo, con las pruebas
estandarizadas que segregan a la sociedad… hay que acabar con el clasismo en
esta sociedad cansada de tantos abusos, de tantos atropellos". Por cierto,
no me ha tocado ver en el desarrollo de mis funciones, ese millón de profesores
que demandan acabar con el racismo o con las pruebas internacionales.
Así
lo reiteró el presidente el 27 de abril, "Tenemos que revisar los
contenidos educativos porque no vamos a estar formando personas deshumanizadas,
egoístas, porque ese era el plan del modelo neoliberal, por eso se está
haciendo un análisis y se lleva a cabo con la participación de maestras y
maestros, no solo de los expertos y pedagogos, sino de los que enseñan en las
aulas".
Peligroso
es sacar el enfoque de la educación de esquemas técnicos, históricos,
científicos, sociales, culturales y pedagógicos. Sobre todo, cuando se carece
de un diagnóstico de la educación, cuando se intenta borrar por decreto los
avances en materia de educativa de las últimas décadas por acusarlo de
“neoliberal”. Satanizar al modelo vigente solo porque en su decir es
“reproductor del conservadurismo” niegan las aportaciones de millones de
personas que han construido este país, con sus aciertos y desaciertos.
Errado
será que los libros de nuestros niños y adolescentes se tengan que recetar
algún capítulo de libro con contenidos que hagan referencia a las ideologías de
la "cuarta transformación" y exalten la figura del presidente López
Obrador, haciéndolo pasar como un personaje a la altura de Hidalgo, Juárez o
Madero, sin que haya pasado por el juicio de la historia. En mi opinión, la
ideologización educativa es lamentable y un grave error que se puede pagar
caro.
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