Eduardo
Campos Flores*
No se
habla mucho de la obra ferroviaria del Corredor Interoceánico del Istmo de
Tehuantepec, seguramente porque los daños medioambientales o los sobrecostos no
son de la dimensión del Tren Maya en la que se llevan talados alrededor de ocho
millones de árboles y cuyo costo original se contemplaba en 120,000 millones de
pesos, pero tras las modificaciones en su ruta y mecanismo de vías, el precio
ha ascendido a los 230,000 millones de pesos.
Así
como en sus otras mega obras el presidente presume que traerán grandes
beneficios al pueblo de México, para el caso del Corredor Interoceánico no es
la excepción. En sus supervisiones a las obras ferroviarias del sureste
mexicano, asegura que también va a significar la creación de fuentes de empleo
destinadas a los mexicanos y así evitar la migración al norte, “Son como
cortinas de desarrollo”. Por lo que es importante informarnos más respecto al
tema, pues los recursos invertidos en esta mega obra, al igual que en todas las
grandes obras de esta administración federal, son a costa de dejar sin recursos
a rubros tan importantes y urgentes como salud, educación, servicios básicos,
obras carreteras entre otras a todo el país. Veamos.
En
recientes publicaciones de diversos medios de comunicación, entre ellos
milenio.com se dio a conocer, el Corredor Interoceánico del Istmo de
Tehuantepec se le prepara no sólo para ser un complemento del Canal, también
para desfogar el mercado marítimo y crear uno propio que beneficie a algunos de
los estados más pobres. México quiere ir por su pedazo de mercado
interoceánico. Esto, pese a que tiene enfrente a un mastodonte: el Canal de
Panamá, por donde cruzan a diario unos 30 buques, lo que al año significa el 6
por ciento del comercio marítimo mundial, equivalente a ganancias de 3 mil
millones de dólares anuales.
No
se puede comparar con el Canal de Panamá. En el Istmo usarán tren y un medio
terrestre nunca competirá con la economía a gran escala que ofrece el Canal al
comercio mundial. Mientras un buque transporta 15 mil contenedores, un
ferrocarril puede llevar 2 mil. El Corredor no es un reemplazo ni una
competencia para el Canal, pero sí es un complemento. Ayudará a despejar parte
del tráfico marítimo, pero su potencial no se verá hasta dentro de tres
décadas, por lo menos. O sea, 30 años.
Esto
mientras que el pueblo oaxaqueño de esa parte de la geografía estatal, tras
plantear infructuosamente, públicamente, la cancelación del megaproyecto y
canalizar los recursos para apoyar obras de agua potable, infraestructura,
hospitales, servicios públicos, establecer universidades que no existen en la
región Norte del Istmo. Manejo de aguas residuales, desechos sólidos, bueno
toda una serie de servicios que carece la población, que son prioritarios. Y
también el apoyo a sectores productivos tradicionales, como son los artesanos,
artesanas en este caso, los pequeños comerciantes, los pescadores, los
ganaderos, los productores de maíz, de ajonjolí. Es decir, casi exactamente las
mismas carencias que sufren sus hermanos del resto del país.
Se debe
hablar claro y fuerte. El Corredor Interoceánico, es un proyecto neoliberal del
presidente Andrés Manuel López Obrador. Académicos de la UNAM aseguran, en lo
referente al proyecto que tuvo lugar hace 18 años su autoría no es nacional,
sino que forma parte de los viejos proyectos geoestratégicos de Estados Unidos.
Además,
una investigación del colectivo GeoComunes publicado en abril 2020 titulado
Análisis General del Proyecto de Corredor Interoceánico del Istmo de
Tehuantepec revela: Desde años muy tempranos de la época colonial se han
realizado proyectos y exploraciones para identificar pasos interoceánicos en el
continente americano y, particularmente, en su región ístmica central, donde se
identificaban muy tempranamente tres posibles pasos: en la zona del Darién, en
Nicaragua y Tehuantepec.
Hernán
Cortés fue el primer encomendado para explorar la existencia de ríos navegables
en el Istmo de Tehuantepec por donde pudieran cruzar navíos y, ante la ausencia
de éstos, se presentaron proyectos para la construcción de un canal que
posibilitara este tránsito. Los proyectos que imaginaban la construcción de un
canal siguieron surgiendo a lo largo de los siglos XVII y XVIII, pero fue hasta
el siglo XIX, con el surgimiento del ferrocarril, que los proyectos de
comunicación transístmica para esta zona se han elaborado con base en una idea
de paso interoceánico seco.
El
colectivo asegura. Esos proyectos buscan funcionar de manera articulada para
permitir la extracción y mercantilización de recursos como el petróleo (84 % de
reservas probadas de petróleo a nivel nacional están ubicadas en esta zona),
los minerales, el agua, la tierra, la biodiversidad etc.; su tránsito (tren de
carga del Tren Maya + Tren Transístmico); y su exportación hacia los mercados
asiáticos, estadounidense o europeos.
Nada
más con esta breve reseña, queda demostrado que el Corredor Interoceánico, es
un viejo propósito del mercado mundial. Esta mega obra también desenmascara la
trillada frase de López Obrador del “Primero los pobres”, pero al mismo tiempo
deja ver la necesidad de cambiar el modelo económico neoliberal, por otro que
ponga en primer lugar las necesidades de los que producen directamente con sus
manos la riqueza de este país y además no destruya irracionalmente los recursos
naturales.
*Dirigente
Estatal del Movimiento Antorchista en Jalisco.
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