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jueves, 26 de mayo de 2022

Casona y portal de Sandoval


 

Fernando G. Castolo

 

 

Prestigiado médico de Zapotlán en el siglo XIX fue don José Rafael Sandoval Hidalgo y Costilla, quien naciera en Colima hacia el año de 1814. Ignoramos de dónde provenía su fortuna y su privilegiada situación social; lo cierto es que, independientemente del ejercicio de la medicina, su familia tenía la encomienda de administrar los bienes patrimoniales que la orden de los jesuitas tenían en el Sur de Jalisco, específicamente la Hacienda de San Nicolás (hoy, municipalidad de Gómez Farías).



Hijo de don José Santos Sandoval y de doña María Rafaela Hidalgo y Costilla, su relevante situación económica le permitió establecerse en una virreinal residencia conocida hoy en día como Casa y Portal de Sandoval. Con el tiempo, el doctor Rafael decidió construir, en el costado sur de dicha residencia, su consultorio médico.


Al fallecer su hijo, el notable don Enrique Sandoval Torres (aquel que dirigió el discurso en la ceremonia de la llegada del ferrocarril en 1901), sabiendo que su padre había construido ese consultorio en un terreno que le correspondía a la Iglesia, decide heredar dicho inmueble a la Iglesia, tratando de enmendar algo de lo que no estaba orgulloso.


Hoy en día, ese consultorio médico es la sede de las oficinas del Obispado de Ciudad Guzmán. Don Rafael Sandoval Hidalgo y Costilla fallecería en Zapotlán el 23 de diciembre de 1874, dejando viuda a doña María Dolores Torres.





Hoy en día, su emblemática residencia es ocupada por varias negociaciones, sobresaliendo uno de tostadas que justamente abarca gran parte de la primitiva finca en su patio central e ingreso principal.


Por alguna extraña confusión en la interpretación de documentos históricos, el cronista Juan S. Vizcaíno determinó que en ese preciso lugar tuvo verificativo la fundación hispánica de la ciudad, aspecto totalmente erróneo, por supuesto; aun así, una placa de mosaicos delataba el hecho.


Lo cierto es que esta finca virreinal conserva un estilo arquitectónico barroco y fue construida en 1792, en plena época colonial, según lo señala una rústica piedra de cantera incrustada en su frente.


Cualidad única en esta edificación es la clave del arco central del viejo portal, donde un par de querubines coronados se pueden apreciar, elemento decorativo urbano que habla de la delicadeza de las formas que conforman la Casa y Portal de Sandoval, emplazada en la esquina de las calles Ramón Corona y Lázaro Cárdenas.


Su última habitante fue doña Cuquita Sandoval, dama que platicaba sensacionales leyendas en torno a la residencia de sus ancestros, como aquella en que hubo un gran baile, al que asistió el general Ramón Corona, y que, en su abrupta salida para enfrentar una batalla, olvidó en la casona su bella espada, la que mostraba orgullosa a los curiosos.




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