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viernes, 1 de abril de 2022

Virginia, el alma de Zapotlán



 

Fernando G. Castolo*

 

 

Zapotlán le debe a Virginia Arreola su alma; esa alma envuelta en sus recuerdos, donde hay alegrías y dolores que se cuelan presurosas por entre las rendijas del par de monolitos de Los Compadres, y se esparcen por todo el valle, haciendo que la laguna se erize y que el nevado se estremezca en la dulzura de su delicada literatura.



Virginia es mi hermana, expresó Juan José Arreola; y así, Virginia es nuestra hermana, nuestra poetisa, nuestra musa, la que contempla expectante y tiene la capacidad de amar los espíritus extraviados que deambulan en este ambiente orozquiano con su deliciosa palabra que cincela como pulcra filigrana. Virginia tiene en Zapotlán a su ordo amoris, porque aquí están sus querencias: en la hoja del árbol, en el murmullo de las aves, en la calidez del ambiente, en el bronce de la campana tempranera, en el surco del maíz dorado, en las primeras gotas de la lluvia de junio... Ella es el alma de Zapotlán. En sus décimas y sonetos se encapsulan las cualidades de esta tierra que logra eternizar los sueños; y, cuando son leídos, se liberan con la emoción que despiertan, porque en sus bellos conceptos que se entrelazan hay una pasión extraordinaria por lo que Zapotlán representa, y eso lo tiene fundido en su corazón.





En Virginia hay un espíritu sensible que invita a la emoción por lo que se es y por lo que se tiene, y su voz privilegiada, certera y sincera, precisa y preciosa, aún es posible disfrutarla. Virginia Arreola es ¡el alma de Zapotlán!

 

*Historiador e investigador.


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