Víctor Hugo Prado
El grave y lamentable desmantelamiento de las
instituciones del Estado Mexicano que atienden a sectores de la sociedad
considerados vulnerables ha alcanzado ahora a las escuelas de tiempo completo,
mediante las que se atiende a 3.6 millones de niñas y niños que se verán
afectados en las 27 mil escuelas de este tipo en el país, al negarles la
oportunidad de tener educación integral.
La poco empática
decisión, fue justificada por la secretaria de Educación Pública con las
necesidades que tienen otros planteles, como atender problemas de sanitarios y
agua. Asunto que pudo haberse procurado resolver con otra fuente de recursos.
Una segunda justificación la ha dado el propio presidente, señalando que la
eliminación de las escuelas de tiempo completo permitirá que los
recursos se entreguen de manera directa a las sociedades de madres y padres de
familia, quienes podrán utilizarlos a conveniencia de los alumnos.
Es evidente que lo que
va a suceder cuando las familias que viven en situaciones de precariedad económica
reciban de manera directa los apoyos, como lo ha anunciado el mandatario, los
van a utilizar en poder cubrir necesidades básicas para toda la familia,
sacrificando el derecho que tienen las niñas y niños para continuar con la
educación de calidad, integral y de recibir la alimentación que necesitan
acorde a su etapa de desarrollo.
De acuerdo con una
evaluación del Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la
Infancia (UNICEF), el 65.8 por ciento de los menores de edad respondió
que su primer alimento que consumía en el día era en
las Escuelas de Tiempo Completo y en muchos casos el único.
Actualmente, poco más
de 18 mil de las 27 mil escuelas participantes del programa se encuentran
ubicadas en los 825 municipios de mayor pobreza del país. El programa
también elevaba la participación laboral en un cinco por ciento de
las madres lo que ocasionaba que los ingresos aumentaran en promedio
un 36 por ciento. Y, por si fuera poco, con este tipo de escuelas en zonas de
alta marginación aumentó el nivel de aprendizajes básicos un 30 por
ciento en comparación con el otro tipo de escuelas. Además, el gasto por alumno
entre los colegios de horario tradicional y de tiempo completo en
educación básica, tan solo era un 18 por ciento mayor, pasando de $19 mil 600 a
$23 mil 100 pesos.
Inaceptable decisión
que habrá de combatirse, considerando que la educación es uno de los más poderosos instrumentos de
la sociedad para abatir la desigualdad social, la injusticia y proveer de
herramientas a los individuos para la movilidad social.
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