martes, 22 de marzo de 2022

Horario de verano, qué flojera


 


 Juan José Ríos Ríos

  

 

El próximo domingo tres de abril se cumplen 26 años de haber instituido el llamado “Horario de Verano”, hecho que ocurrió en 1996 por Ernesto Zedillo Ponce de León, economista y político mexicano que se desempeñó como presidente de México desde el 1 de diciembre de 1994 hasta el 30 de noviembre de 2000.



            La medida entró en vigor por decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación, con el objetivo de ahorrar energía eléctrica a través de un mejor uso de la luz natural y el establecimiento de las zonas horarias, que tiene de fondo tanto factores económicos como comerciales.


            A 26 años de haber sido impuesta esta medida, las opiniones sobre la misma por parte de los destinatarios, los ciudadanos de a pie, principalmente, siguen considerando como una acción que no les beneficia en nada, sienten que el día es más cortito y por lo mismo “se hace de noche muy temprano”, como más de alguno opinó al respecto, aunque también los hay que les gusta las modificaciones que cada seis meses se hacen adelantando o retrasando una hora el reloj.




            Acerca de quien decretó la medida, sin duda impuesta desde “fuera”, como muchas otras que imperan en nuestro país, se le recuerda más bien como autor del denominado “FOBAPRO”, el robo de todos los tiempos en la historia de México, beneficiando a quienes siempre se han enriquecido con la desgracia de la gran mayoría, principalmente los que menos tienen y, seguramente también, cada cambio de horario más de algún ciudadano se la ha de “recordar” por una y otra acción.


            Pero, retomando el tema del horario de verano, oficialmente se ha publicado que comenzará el domingo 3 de abril y concluirá el domingo 30 de octubre, por lo que tendrá una duración de poco más de seis meses, y una vez concluido el país cambie al horario de invierno y con ello a retrasar los relojes. Con el horario de verano, el reloj deberá adelantarse una hora.


            El horario de verano y el decreto de Zedillo Ponce de León, tiene sus excepciones, no aplicará en los 33 municipios de la franja fronteriza norte, Sonora y Quintana Roo. Estos municipios suelen aplicar el cambio de horario unas semanas antes que el resto del país porque están sincronizados con el cambio de horario de Estados Unidos.


            Por otra parte, debido a las relaciones comerciales de Sonora con Arizona, esa entidad puede tener sus propias reglas de horario desde 1998, en tanto, Quintana Roo cambió en 2015 al grupo del 75° oeste, para estar una hora adelante respecto del centro del país y así beneficiar al turismo con una hora más de luz en la playa. Así se creó el llamado horario del sureste, que además se mantiene fijo durante todo el año.


            Una hora más de luz en la playa y que los 33 municipios de la franja fronteriza norte, Sonora y Quintana Roo, puedan aplicar el cambio de horario unas semanas antes que el resto del país, porque están sincronizados con el cambio de horario de Estados Unidos, y el hecho de que las relaciones comerciales de Sonora con Arizona, tenga sus propias reglas de horario desde 1998, en tanto, Quintana Roo cambió en 2015 al grupo del 75° oeste, para estar una hora adelante respecto del centro del país y así beneficiar al turismo con una hora más de luz en la playa.


            Todos estos “beneficios” indican que todo es comercio, más que ahorro de energía eléctrica, para molestia de los de a pie, que no van casi nunca a la playa ni tampoco hacen compras en el sureste o norte del país. En pocas palabras, qué flojera reacomodarse cada seis meses, para provecho de pocos, pero como dice el refrán: “Palo dado….”.




           

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