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miércoles, 30 de marzo de 2022

Hacia un nuevo Marco Curricular Común en Educación Media Superior


  

Víctor Hugo Prado


 

El proceso de reforma educativa impulsada desde el 2019 por el actual gobierno de la república conlleva entre otras cosas la modificación del Marco Curricular Común que fue puesto en operación en educación media superior en el año 2008,  que se sustentaba en  el desarrollo de competencias como así lo estableció el acuerdo 444 de ese año, que en síntesis planteaba que cualquier egresado de bachillerato en el plan de estudios que fuera, sea federal, estatal, autónomo o particular, debería lograr como componente de su perfil de egreso un conjunto de competencias genéricas, al menos esas. En otra palabras, las competencias, sobre todo las genéricas, eran comunes  a todos los egresados, se definieron como competencias clave, por su importancia y aplicación a lo largo de la vida. Se definieron transversales relevantes, en la medida que influirían en todas las disciplinas a estudiar por los alumnos.



En tal sentido las competencias genéricas se pensaron, se dicutieron y analizaron por docentes, autoridades, la misma ANUIES, para que los estudios de bachillerato las generaran y desempeñaran, lo que les permitirían comprender al mundo e influir en él; les dotaban de herramientas para seguir aprendiendo de forma independiente a lo largo de su vida,  para desarrollar relaciones armónicas con quienes los rodean, para participar en los ámbitos social, político y profesional. 


Pues bien,  en estos momentos se discute en el país la conveniencia de continuar con un modelo de Bachillerato por Competencias o de modificarlo. La lógica del cambio se sustenta en redimensionar el qué se enseña, cómo se enseña y para qué se enseña, sin perder la perspectiva de un mundo cada vez más interconectado, complejo y desafiante, a la vez que se concilia con nuevos retos en los ámbitos locales, regionales y nacionales vistos como desafíos individuales, de grupo, comunidad o nación.





Nadie en su sano juicio, podría renunciar a que todo lo que abone a la mejora del sistema educativo nacional, y con ello, a la formación de mejores estudiantes sea bienvenido, sobre todo cuando en el centro se pone a ciudadanos que acrecienten el amor por México, responsables socialmente y activos participantes con valores éticos y honestidad de la transformación social, sin perder la perspectiva humana e individual. Ante ello, debe imperar el equilibrio entre lo social e individual, emprendiendo a favor del bien común que tanto requiere este país, donde los jóvenes son presas fáciles del crimen, la violencia y la inseguridad. Cambiar para transformar es la premisa.

 

 


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