Víctor Hugo Prado
El ejercicio de Revocación de Mandato, es el instrumento de
participación solicitado por la ciudadanía para determinar la conclusión
anticipada en el desempeño de la persona titular de la Presidencia de la
República, a partir de la pérdida de la confianza.
El 10 de abril, se les preguntará a los mexicanos, ¿Estás de acuerdo en que a Andrés
Manuel López Obrador, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque
el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presidencia de la República
hasta que termine su periodo? Las opciones de respuesta son dos, de acuerdo con
la boleta aprobada. La primera opción, que se le revoque el mandato por
pérdida de confianza; la opción dos, que siga en la presidencia. Habrá
que subrayar que el ejercicio previsto en la Constitución es de revocación de
mandato, pero el diseño de la pregunta, mal formulada, por cierto, permite que
la ciudadanía pueda convertir la revocación en una ratificación que no existe
en la norma constitucional.
Detrás del ejercicio no existe una ciudadanía
inconforme que la impulsó, para sacar por la vía legal al presidente. Su impulso
proviene de los afiliados y simpatizantes del partido Morena, que buscan tener
en acción, en campaña, al partido con la gente, con sus adeptos, los que
respaldan su proyecto con miras al 2024.
La revocación es un ejercicio que se antoja
innecesario, con el que no se fortalece la democracia, donde los resultados son
previsibles, al que concurrirá un bajo porcentaje de ciudadanos. No perdamos de
vista que para que el proceso sea válido, es decir vinculatorio, deberá haber
una participación de, por lo menos, el 40% de la lista nominal, que corresponde
a 37 millones de mexicanos.
La intención de realizar el proceso de consulta
sobre la revocación de mandato de López Obrador, es un ejercicio de orgullo
impulsado por militantes, que tendrá un costo millonario de 1700 millones de
pesos para el erario, y eso que se redujo a una tercera parte de las casillas
que se instalan en una elección federal constitucional.
Y mientras se llega el día, sin el más mínimo respeto a las reglas de la democracia, organizaciones adeptas a Morena como la denominada Que siga la democracia han llenado las principales ciudades del país con propaganda entre las que incluyen lonas, espectaculares y pinta de bardas, con lo que se pretende influir en la ciudadanía a salir a votar el día de la revocación a favor de que siga el presidente. El gobierno y los partidos debe ser ejemplo y promotores del no quebrantamiento de la Ley; de permitirlo, ¿Qué se puede esperar en otros ámbitos sociales?
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