Víctor
Hugo Prado
En
materia educativa, existen grandes retos y prioridades, uno de ellos, sin duda,
el logro de los aprendizajes, entendido como el “Conjunto de conocimientos,
habilidades, destrezas y valores que debe alcanzar el aprendiz en relación con
los objetivos o resultados de aprendizaje previstos en el diseño curricular. Gran
verdad que al parecer queda corta en el sentido de que los aprendizajes no solo
tienen una relación estricta con los planes de estudios de las instituciones.
El aprendizaje en estricto sentido está asociado al impacto positivo o negativo
de factores familiares, académicos, emocionales, económicos, sociales e
institucionales que afectan los niveles de logro de los aprendizajes.
Los
conocimientos, actitudes, destrezas y habilidades adquiridas, no se dan solo en
la relación de los estudiantes con la escuela, resultan de las interacciones durante
su trayectoria académica y que van construyendo con el apoyo de los docentes,
padres de familia, sus compañeros de clase y el contexto de su comunidad. De
ahí que la escuela, cada vez más debe alentar formas de relación innovadora que
permita la construcción de sentido de vida y estudio entre los estudiantes, lo
que se logra en la medida que se impulsa en las comunidades escolares
estrategias planeadas y orientadas a la mejora de los aprendizajes.
Por
ejemplo, la escuela para padres, que acompañen en la planeación y realización
de proyectos de vida personal, social y familiar de los alumnos. La escuela
para padres en educación media superior, es una herramienta que ayuda a
fortalecer la relación entre padres de familia y alumnos, con docentes y la
institución que alberga a los estudiantes, posibilitando generar un espacio
para promover el intercambio de ideas, experiencias, la convivencia, y para
buscar en colectivo soluciones a problemas que los jóvenes llegan a enfrentar
en diferentes contextos en el día a día, en la calle, la casa, la escuela
misma, entre sus compañeros y amigos o con los docentes.
La
escuela ahora, debe ser el espacio para acercar a los, muchas veces, distantes,
con conferencias, talleres, tertulias, seminarios, con coaching; el objetivo
común: el compromiso de madres y padres en la educación formal de sus hijos,
trabajando en conjunto para facilitar el aprendizaje y ayudar al éxito de los
estudiantes.
En
el nivel de educación media superior es de suma importancia por la edad de los
alumnos, entre 14 a 18 años de edad, que los padres sigan pendientes de su
formación y de su educación, puesto que es una etapa en donde los jóvenes se
abren al mundo de manera autónoma e independiente, y por ende, se enfrentan con situaciones nuevas. El reto
es grande, se trata de aprender a aprender en colegiado, entre padres, docentes
y estudiantes.
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