Pedro
Vargas Avalos
La
crónica es una actividad que nos permite preservar, conocer y afirmar nuestra
identidad. Como tal, la historia se
vivifica con los cronistas y estos a su vez, renuevan su labor y proyectan los valores
culturales.
En
Jalisco se desarrolló una intensa actividad de la crónica desde hace muchos
años. Podemos afirmar que, desde la conquista, con las cartas y testimonios que
los conquistadores generaron, se inició tan importante labor entre nosotros. La
divulgación de esos puntos de vista e informes, fueron reproducidos el siglo
pasado gracias a la tenacidad de un cronista de feliz memoria: el licenciado
José Luis Razo Zaragoza, paisano nuestro nativo de La Barca y cronista tanto de
su localidad natal como de la Perla Tapatía.
Recordamos
que los más ameritados estudiosos de nuestros anales, fueron franciscanos: Fr.
Antonio Tello, Fr. Francisco Mariano de Torres y Fr. Nicolás de Ornelas Mendoza
y Valdivia; a ellos se sumó en tiempos recientes, Fr. Luis del Refugio Palacio
y Basave. Hoy por hoy, un sacerdote tapatío se ha sumado, d. Tomás de Híjar
Ornelas.
En
nuestra Perla tapatía, tuvimos oficialmente el primer cronista en la persona de
un notable jalisciense e historiador: Luis Páez Brotchie. Fue nombrado con
motivo del Cuarto Centenario de la capital del estado, en 1941. Su libro “Jalisco,
historia mínima”, que ha sido editado en uno o dos tomos, es todavía un volumen
indispensable para estudiosos o sencillos amantes del pasado estatal.
Desde
1995, se creó la Asociación de Cronistas Municipales de Jalisco, un 23 de
noviembre, razón por la cual se acordó que en tal fecha o en sus cercanías,
debería de celebrarse una reunión con el título de Congreso. En él, se leen
informes, presentan libros, se proponen actividades y toman decisiones para
asegurar la vida institucional del organismo. Solo la terrible calamidad que
aún agobia al mundo entero, la fatídica pandemia del Corona virus, impidió la
continuidad de esas asambleas, precisamente al irse a celebrar la número 25.
Pero
esa epidemia solo es otro obstáculo para los cronistas, que están forjados con
fibras resistentes e invencibles. Ahora han realizado ese XXV Congreso,
teniendo como sede, el bello teatro de Atequiza, en el municipio de Ixtlahuacán
de los Membrillo, muy cerca de Chapala. Por cierto, en ese lugar en 1896, se
filmaron tomas extraordinarias: jarabe tapatío, suertes charras, faenas típicas
campiranas, etc. El cronista del lugar y el presidente municipal, unieron esfuerzos
para recibir a una cincuentena de exponentes de la crónica de Jalisco. Y fue un
éxito.
Para
darnos cabal cuenta de lo que producen estos quijotescos promotores de nuestros
valores culturales, daremos un vuelapájaro a la revista de El Cronista
Municipal que con laudables esfuerzos publican. Iniciamos con la portada, que
es una foto de esa joya arquitectónica que es el teatro de Atequiza. Rememora
las fotos del inigualable fotógrafo nativo de esta población, Octaviano de la
Mora, sobrino por cierto de la tapatía Ignacia Resh o Reachy, que luchó contra
la invasión francesa.
Luego
leemos una biografía de un bachiller en artes y teología singular: Serafín
García Cárdenas, que, siendo oriundo de Madrid, estudió en La Habana, luego en
San Ildefonso, y vino a ordenarse presbítero en Durango. Estuvo en Bolaños, en
Chapala de 1797 a 1800, y luego en Tala, hasta 1821. Fue electo en 1812 como
diputado suplente a las Cortes de Cádiz, que produjeron la singular
Constitución gaditana de 1812, de cuya significación hizo apología.
Carlos
Boyzo, trata sabrosamente el tema de la visita de Porfirio Díaz, en 1896,
cuando se inauguró el ferrocarril de Guadalajara hacia Ameca, y luego estuvo en
Chapala, villa a la que solía acudir para descansar. De importante
participación en esa región y el Estado, fue Manuel Cuesta Gallardo, de quien
nos da cuenta José Chávez, cronista de Tlajomulco.
Del
amor de Agustín Yáñez a Chapala, nos habla el poeta David Aréchiga Landeros. Y
el cronista honorario de Atequiza, Francisco J. Michel Padilla, nos cuenta la
historia de la Hacienda de ese lugar, que fuera opulenta finca propiedad de los
Cuesta Gallardo.
Guillermo
Tovar, cronista de Autlán de Navarro, la colonial de la Grana, nos habla de su
paisano Alfonso Corona Blake, cimero cineasta mexicano. De la hacienda de La
Calera, cercana de Guadalajara, se ocupa José Octavio Guevara, coordinador de
la crónica tlajomulca. Y para evocar los caminos de hierro, hace un buen
trabajo el cronista de Etzatlán, Carlos Parra.
Otros
personajes gloria de Jalisco, como Consuelito Velázquez o Juan José Arreola,
son motivo de la correcta pluma del cronista zapotlense Fernando G. Castolo.
Por su parte, Ignacio Gómez Zepeda de El Grullo, narra la interesante vida de Tarsicio
Jiménez Romero, conocido como el “Mandamás del Mercado”, quien amasó una
fortuna y ésta se diluyó entre envidias y dramas.
Como
cada año, la publicación recoge la letra del Himno a Jalisco, pieza cívica que
debe interpretarse en todo evento cívico, cultural o político, y que al parecer
es olvidado por todos, empezando por los políticos.
Como
puede comprenderse, los cronistas municipales jaliscienses, demuestran con
hechos, que su amor por la cultura, la proyección de nuestra historia local y
el afán de servir a la comunidad, es patente y no decae. Son verdaderos
misioneros y a veces, ante la incomprensión, se les convierte en mártires. Pero
no desmayan y este XXV Congreso que realizaron, es la prueba de ello.
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