miércoles, 23 de febrero de 2022

24 de febrero: Día de la Bandera


 

Un Momento por Favor   

 

J. Jesús Juárez Martín

 

Majestuosa, solemne, gallarda flotas por el espacio patrio, enraízas en los afectos y motivas las nobles acciones de solidaridad patria ¡Querida Bandera Mexicana!



Manto sagrado que en tus gloriosos pliegues guardas el eterno aliento de los próceres.  Tienes en la evolución de tu escudo la Historia de las luchas por tu integridad.   Enjugas las lágrimas de tu pueblo, has sido mortaja para los héroes caídos, inspiración para todos, y para los sobrevivientes victoriosos fuiste escudo. Aprisionas la identidad que nos hermana y despliegas tu tricolor manto con los aires de libertad como manifiesto de Independencia, Fe y Unión.  


En el alumbramiento de la mestiza patria, te acompañó la ternura de la Virgen Guadalupana en las manos del Padre de la Patria Sr. Cura Don Miguel Hidalgo y Costilla, luego transformaste tu aspecto para unificar fugazmente a los rivales fraternos que te desgarraban, las estrellas orlaron tu rectángulo de franjas diagonales como garantes ambivalentes del nuevo orden sociopolítico. 


Sufriste en tus sienes el lastre fugaz de la Corona Imperial con el efímero triunfo de la ambición; registraste las sensatas intenciones federalistas con tus franjas verticales y el Águila vigilante al centro del pabellón.





Fuiste testigo de las luchas fraternales por el orden jurídico liberal.  Los proyectos diferentes de nación rompieron una y otra vez la paz del color encarnado de la unión para resaltar el rojo de la lucha, la imagen de campiñas enrojecidas por tres años reformistas, recibieron las vidas de tus hijos caídos, derribados por otros hijos tuyos Sufriste con doble estigma la violencia nacional, lloraste y contaste cada uno de los muertos de los bandos irreconciliables, fuiste el sudario amoroso para todos. 


El final de la lucha dejó duelo y negros listones en lo íntimo de tu sensible alma.  El Águila gloriosa tuvo náuseas y sintió vértigo ante la segunda sin razón imperial, su difícil vuelo arrostró de nueva vez, grilletes por tres años. Tiempo de crisol luminoso por la tenacidad de los republicanos que fundieron las espadas de los Miramón, de los Mejía, de Maximiliano en la fragua purificadora del Cerro de las Campanas, como el holocausto a la historia nacional.


Ansiabas la paz y llegó la administración discriminatoria porfirista, hubo paz sin igualdad, progreso sin beneficio de los bienes materiales y culturales para la mayoría desheredada.


Tu inmanente sentido de la justicia no fue ahogado por el indescriptible gozo de la celebración del centenario independiente.  Una vez más la intolerancia y la injusticia prepararon la lucha revolucionaria, donde nobleza y caudillaje confundidos llevaron trayectorias diferentes en las ansias de reivindicación. 


Bandera mía, pudiste ser en una simbiosis virtual, el rebozo de las "adelitas" para cargar y acunar los retoños de patria nueva mientras dormían o la venda, que curaba a los heridos.  El olor de muerte, pólvora y el negro humo de la batalla enlutaron el brillo, la nitidez de tus resplandecientes colores apoyados en el hasta gimieron...


Las realidades diferentes propiciaron nueva Carta Magna: ansias de redención, de igualdad, de educación, de libertad, de seguridad jurídica y de tantos bienes indispensables a la dignidad que anhelas para los tuyos. 


Los quehaceres políticos se construyeron por sexenios y décadas sólo desde una perspectiva que no reflejó fielmente los anhelos de la base poblacional, aunque la cúspide se asentara sobre ella con firmeza y pregonara que era la imagen de la base. 


Tú acelerado e inquieto ondear en el espacio, ahora recibe corrientes renovadoras que te agitan procedentes del torbellino del Centésimo Primer Aniversarios, que más ha orientado tu deslizamiento por los aires de México: El Glorioso Abrazo de Acatempan de febrero de 1821.


También los desheredados en el tiempo y en la feracidad del país, reclaman a sus hermanos el relego centenario...  en las cañadas de la región del cercano Nayar, los despojados esperan su tierra enajenada por décadas...


Las contiendas por el poder, la lucha por el control mercantil, los alucinantes y fugaces escapes de las crisis existenciales, rebasan la civilidad, sentenciándote a sufrir estertores sociales que desgarran lo más tierno de tu esperanza y la floración.





Las ansias de protagonismo paralizan la intelectualidad en alejamiento del COVID19 del espíritu libre ancestral que da voz y forma a nuestro ser nacional, cerrando el diálogo sin aceptar responsabilidades compartidas.


Tu pueblo es noble, se confunde, lo engañan momentáneamente, sin embargo, la razón histórica emancipadora es el dínamo generador que conduce la lucha por la emancipación, la justicia, la dignidad... La libertad enraizada en la savia ancestral de los pueblos ultrajados, de encuentros y desencuentros por tu integración nacional, tienes plenitud en tu perenne sangre juvenil en nuestro milenio tercero. Son para ti, México, mis pensamientos y mi voz quebrada por el arrebato cívico en homenaje a tus Sacros Símbolos Patrios.


Nuevos vientos soplan siempre sobre tu orlado lienzo y renovado escudo, cuando recibes la ofrenda constante de los mexicanos que luchan, que estudian, que trabajan por verte ufana, serena, libre como heraldo de unión. ¡Bendita eres! Bandera mía, ¡Bandera nuestra!

 

 


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