Víctor
Hugo Prado
Son imágenes
que se han hecho común, no debería, ver migrantes en cada crucero de ciudades
medias y no se diga de las ciudades grandes en buena parte del país, pidiendo
alguna moneda, agua o comida para continuar con su odisea. Se ven parejas con
hijos, alguno incluso en brazos. Cada una de estas personas representan, sin
duda una historia de vida compleja. En carne propia muchos de ellos han sufrido
el mal trato, la marginación, la negación de oportunidades, la pobreza y el
ensañamiento de la injusticia.
La
gran mayoría de los que nosotros vemos de manera cotidiana vienen de Centro,
Sudamérica y el Caribe. Todos con una idea en mente, tan poderosa que no les
permite doblegarse pese al hambre, al frío, el maltrato o las heridas en los
pies de tanto caminar: encontrar mejores condiciones de vida para ellos y sus familias.
Alguien les ha contado del sueño americano, albergando la idea de lograr oportunidades
de prosperar y tener éxito. Estos ideales suelen ser la democracia,
los derechos civiles, la libertad, la igualdad y
la oportunidad. El sueño americano que el historiador James Truslow
Adams definió en 1931: "La vida debería ser mejor y más rica y llena
para todas las personas, con una oportunidad para todo el mundo según su
habilidad o su trabajo, independientemente de su clase social o las
circunstancias de las que proviene." Esa es la razón por la que
encontramos cada vez a más y más personas en la ruta de traslado hacia el
norte.
Por
desgracia, mala leche y por la avidez de quienes a los más pobres y
desfavorecidos los han visto como un negocio, muchos no llegan a sus destinos,
los obligan a engancharse en los grupos delincuenciales cada vez más y más
poderosos, involucrándolos en tareas del narcotráfico, secuestro, robo e
incluso la prostitución. Otros más en carne propia sufren en el robo y no pocos
la discriminación y racismo, propiciando ambientes hostiles de violencia y
agresión.
Y
no pocos son seducidos para que sus pocos ahorros los paguen a “coyotes” que
les ofrecen transportarlos, en condiciones infrahumanas. Y ahí están los efectos
convertidos en tragedia como la muerte de 55 migrantes que viajaban
hacinados en un tráiler que se volcó el pasado 9 de diciembre en Chiapas,
suceso que ha acaparado los titulares de la prensa mundial por el alto número
de personas que fallecieron. Lejos de
disminuir el problema migratorio, va en aumento, sin que nadie haga algo. En un
fenómeno multifactorial, que al menos, si no se pueden detener, garanticémosles
un tránsito seguro.
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