miércoles, 3 de noviembre de 2021

Entre nacer y morir*


  

José Luis Vivar

 

 

Ninguna persona está más cerca de perder la vida que al momento en que nace. Parece increíble que pocas veces se piense en esa posibilidad. Tal vez se deba a que la llegada de un nuevo ser significa alegría, esperanza, ilusiones, un sueño que se vuelve realidad, y por eso ni siquiera los más pesimistas se imaginan un inesperado desenlace fatal. También, porque la verdadera filosofía de la vida consiste en no pensar en la muerte. Que llegue cuando tenga que llegar, nada ni nadie lo podrá impedir, pero nunca debemos sentarnos a esperar su llegada.



       

     Sin ningún tipo de excepciones, entre nacer y morir se desarrolla nuestra vida en este planeta. Algunos permanecen más y otros menos. Hay quien aprovecha cada minuto del tiempo que les fue concedido, y hay quien lo desperdicia o se la pasa quejándose hasta los últimos momentos que le quedan. Vivir es fácil con los ojos cerrados decía John Lennon, puede que tuviera razón, solo es cuestión de ser feliz con lo que se hace. Y como ejemplo, quien tiene el talento y la habilidad para pintar, puede afirmar que encuentra la felicidad cada vez que toma sus pinceles y su paleta de colores para crear en el lienzo un reflejo de la vida ¿o por qué no?, un paisaje de sombras protagonizado por la agonía.


          

  En el IV salón de la vida y de la muerte de la Casa del Arte, se convocan formas y rostros; espesuras y líneas; señales y signos que se descifran o permanecen en el misterio y dan motivo para lanzar preguntas o reflexionar. Apreciar cada cuadro es una experiencia estética que reconforta los sentidos. Inicio y final se conjugan con las vivencias plasmadas que igual pueden ser escenarios oníricos o terribles pesadillas.


            Como Virgilio acompañaba a Dante en la Divina Comedia lo mismo en el infierno que en el purgatorio, el maestro Héctor Orozco, con voz de experiencia, es quien se encarga de conducirnos por los pasillos y los salones de esta galería, donde el sentido de la vista desarrolla el tacto para ser capaz de registrar cada detalle de lo que se exhibe. El Principio y el final están ligados en las etapas vitales de los seres humanos. Termina una y empieza otra; o se interrumpe el camino y se llega a la cita con la muerte antes de lo previsto.


         

   Si en el famoso cuadro el personaje de Dorian Gray envejecía, mientras éste se conservaba joven y con una absoluta vitalidad, no nos queda más a los simples mortales comprobar que en la vida real no sucede así. Nosotros somos fuego que se va extinguiendo, luz que se va debilitando, y los cuadros que este día apreciamos permanecen como mudos testigos de una época, de unos días que debimos cubrir la mitad del rostro para seguir viviendo.

 

*Texto leído en la exposición pictórica “IV Salón de la Vida y la Muerte”, en la Casa del Arte de la Universidad de Guadalajara, organizado por el colectivo “Tutto Arrtte”.

 

           


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