Los
conjurados
Ricardo
Sigala
Corre
el año 1942, Ciudad Guzmán tiene una pequeña población con poco más de 23 mil
habitantes. Es septiembre, las mañanas comienzan a ser más frescas y los
preparativos anuales para la feria de octubre están en pleno: las cuadrillas de
danzantes realizan sus ensayes cotidianos, las autoridades eclesiásticas y las
municipales en coordinación con la mayordomía tienen ya tiempo planeando,
primero, y ahora ya organizando, la feria más importante de la región. Los
comerciantes hacen sus preparativos y las familias prevén las visitas de los
parientes y amigos. En pocas semanas la ciudad se convertirá en el centro al
que se dirijan todas las miradas de la zona y en el que confluyan las rutas
regionales, en octubre es la gran fiesta de Zapotlán.
Cada año se repite más o menos mismo ritual, pero en aquella ocasión hay una novedad. Un grupo de personas de la ciudad han fraguado una nueva incorporación a la feria de Zapotlán, han concebido la idea un tanto extravagante de organizar un concurso de poesía, seguro han hablado de eso durante meses, quizás años, es probable que la reciente visita de Pedro Neruda a la ciudad haya sido el origen de todo, o también que fuera el estímulo definitivo a una idea ya largamente acariciada. Guzmán es una ciudad culta, aquí escribió lo más sustancial de su obra doña Refugio Barragán de Toscano en las últimas décadas del siglo XIX, el seminario es un semillero educativo del que han emanado personalidades como el sabio José María Arreola; en esos años varios de sus artistas comienzan a ser reconocidos a nivel internacional: Aurelio Fuentes da conciertos de violín en Europa, José Rolón ya ha compuesto las más importantes de sus obras y José Clemente Orozco ya es un pintor internacional y hace pocos años ha pintado sus murales en Bellas Artes, en el Palacio de Gobierno en Guadalajara y en la capilla del Hospicio Cabañas; en la Ciudad de México Guillermo Jiménez está consolidando una destacada carrera literaria. Así que aquel grupo de personas piensan que un certamen de poesía hará bien a la pujante cultura de Zapotlán.
La iniciativa es apoyada por el
comité de feria que en esa ocasión estaba encabezado por Pedro Aldrete Jr. La
convocatoria publicada en diversos diarios del país decía: “con el ánimo de
orientar cada vez mejor la celebración de nuestra Feria hacia fines de progreso
y de cultura se acordó por el Comité Central que se organizaran los Juegos
Florales...” En la misma se anunciaba que en la ceremonia de premiación se
contaría con la presencia del “ilustre literato zapotlense don Guillermo
Jiménez”, lo que nos hace pensar que desde la ciudad México el escritor pudo
haber influido en la conformación del concurso, junto con su gran amigo Alfredo
Velasco Cisneros que encabezaba el grupo cultural Cervantes de Saavedra que él
había fundado.
Han pasado 79 años desde que se
lanzó la primera convocatoria de los juegos florales de Zapotlán el Grande. La
historia de este concurso de poesía va a la par de la historia cultural de la
región. Podemos aseverar que casi todos los escritores importantes de nuestra
literatura han estado asociados a él. Desde nuestros clásicos de mediados del
siglo XX, entre los que se encuentran Juan José Arreola, Félix Torres Milanés,
Roberto Espinoza Guzmán, Cristina Pérez Vizcaíno; hasta los escritores
zapotlenses que comenzaron a publicar en la segunda mitad del siglo XX como
Virginia Arreola, Vicente Preciado Zacarías, Ramón Rojas Chávez, José Armando
Cuevas Preciado, Francisco Hernández López, Pedro Mariscal, Alfredo Cortés y
Martín Adalberto Sánchez Huerta, además del caso particular de Marianela
Puebla, chilena que en la primera década del siglo hizo carrera literaria entre
nosotros. Los juegos Florales de Zapotlán también han sido un registro de las
nuevas voces de nuestra región, aquellos autores que el siglo XXI ha visto
surgir para tomar la estafeta de la literatura regional: encabezados por Hiram
Ruvalcaba y Alejandro von Düben, los sigue una lista compuesta por Alan Arenas,
Emmanuel Rocha, Julio César Espíritu, Edgar Omar Chávez, Lizeth Sevilla, Damián
Covarrubias y Sarait Salcedo. Todos han ganado el certamen en la presente
centuria. Significativo es que los Juegos Florales de Zapotlán el Grande
también han sido objeto del interés de poetas de talla nacional o
internacional, pues en 1994, los ganó Luis Armenta Malpica y en 2018, Balam
Rodrigo, ambos poetas multi premiados.
Los Juegos Florales son una clara manifestación del papel que la cultura juega en la idiosincrasia de nuestra ciudad, el pasado martes 31 de agosto se lanzó convocatoria para la edición 2021 y el viernes 15 de septiembre se premió al poeta colimense Jesús Adín Valencia por su poema “Me complace la santa incisión”. La elección estuvo a cargo de un jurado compuesto por los escritores y académicos Silvia Quezada, Octavio Hernández y Felipe Ponce quien además es editor. El sueño de aquel grupo de zapotlenses que quisieron orientar la celebración de nuestra feria hacia fines “de progreso y de cultura” continúa viva y vigente después de casi ocho décadas.
Esto es motivo de celebración.
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