Víctor
Hugo Prado
Como
dice el refrán “No hay plazo que no se cumpla, ni fecha que no se llegue”, así,
desde ayer 30 de agosto regresaron a clases presenciales las alumnas y alumnos
de educación básica, en un formato gradual y escalonado. Según el informe emitido por las autoridades
educativas, del millón 660 mil 553 estudiantes registrados, en el primer día
del nuevo ciclo asistieron un millón 188 mil 480, es decir, 71.57% de la
totalidad de los estudiantes.
El regreso lo vemos con reservas, y con sentimientos
encontrados, por un lado, con la ilusión de que puedan encontrase con sus
compañeros alumnos y docentes. Para convivir, compartir, establecer y afrontar
retos comunes que establece el proceso educativo. Para seguir aprendiendo en
espacios adecuados con la ayuda de sus profesores, programas y materiales
didácticos. Por otra parte, sigue la preocupación de si el regreso presencial
será un detonante para el incremento de contagios en población infantil y
joven.
En el regreso presencial a clases nos habíamos tardado, en
Europa, Norteamérica y Asía, entre los que se incluye China, desde septiembre
de 2020 regresaron, disminuyendo el impacto de la inactividad de los alumnos y
alumnas que necesariamente se suscitó con el encierro. China, Inglaterra,
Israel, por solo mencionar tres países así lo hicieron. Y no han tenido
repercusiones de alarma frente a la enfermedad. El caso más emblemático del
regreso a clases desde 2020 fue la ciudad china de Wuhan, donde surge el virus
de esta pandemia, en la primera semana de septiembre se abrieron 2840 primarias
y secundarias, que atienden a casi 1.4 millones de personas, una población
escolar muy similar a la de Jalisco.
La urgencia en reabrir las escuelas, está dada, en los
estudios realizados desde la Secretaría hasta la Unicef, que señalan que, en la
educación a distancia para unos, los que mejores recursos tienen, ha sido un
facilitador del aprendizaje, pero para un tercio de todos los niños en edad
escolar, ha sido muy complicado aprender, en parte por carecer de los equipos
necesarios y de la conectividad en las poblaciones y comunidades que habitan.
Aunado a que estos factores han sido un detonante para el abandono escolar.
Los cuestionamientos a la autoridad iban creciendo, porque
mientras que en las ciudades y poblaciones medias han abierto cines,
restaurantes, centros comerciales, plazas públicas, incluso eventos deportivos
y artísticos de forma masiva, las escuelas continuaban cerradas. Hoy la
prestación del servicio educativo se realiza de manera presencial, atendiendo
una matrícula diaria de hasta un 50 % de la capacidad del aula. Aplicando
estrictos protocolos sanitarios y con asistencia voluntaria. Quienes por
razones personales no asistan seguirán atendiéndose a distancia con oportunidad
de seguir trabajando de manera autogestiva con el acompañamiento de profesores.
Así que, a recuperar la escuela y los aprendizajes de los que la pandemia nos
ha distanciado.
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