Cine sin Memoria
José Luis Vivar
Los libros de entrevistas resultan atractivos, siempre y cuando el entrevistador realmente conozca a la persona que tiene enfrente y sepa de su trayectoria, de su obra. Esto permite que entre ambos se establezca un diálogo en vez del acostumbrado binomio pregunta/respuesta. Asimismo, la fluidez entre ambos personajes permite obtener información y detalles que en otro momento podrían pasar desapercibidos. Cada página despierta interés y mantiene la atención de los lectores.
Uno
de esos libros es el que recientemente acaba de publicar Leonardo García Tsao: “Guillermo
del Toro, su Cine, su Vida y sus Monstruos” (Grijalbo, 2021) que a través de
una amena conversación hace un repaso de sus diez largometrajes, así como de
los cortos, episodios de series y proyectos para cine y televisión.
Si
alguien conoce muy bien al director tapatío, es precisamente García Tsao,
maestro y crítico de cine, cuya amistad de varias décadas se ve reflejada en
las anécdotas que se mencionan, tanto en el aspecto profesional como en la vida
diaria; porque ese es uno de los aciertos del texto: presentar el lado humano
de un artista que, así como ha tenido éxitos a nivel mundial, también reconoce haber
cometido errores y fracasos.
El
origen del miedo relacionado con los monstruos está en la infancia, y del Toro
quedó marcada para siempre con ellos. Haciendo un ejercicio de memoria narra
sus primeros años de vida en Guadalajara; su relación con su familia, la
institución educativa a la que asistió, y el descubrimiento de una vocación a
muy temprana edad, cuando llega a sus manos una cámara de cine, y los
muñequitos de El Planeta de los Simios
se convierten en los primeros actores que dirige.
Pero
más allá de todo esto, el libro que está dirigido a todo público es un pequeño compendio
del séptimo arte, porque además de hablar de sus películas, García Tsao
consigue que su entrevistado ahonde en temas relacionados con el gremio de los
grandes estudios y los presupuestos, así como aspectos relacionados con el
mundo de los actores, diseñadores, músicos y elementos técnicos del pasado y
del presente.
Y
hay algo muy interesante, quizás una de las mejores lecciones que desde su
experiencia comparte Del Toro: después de cada trabajo terminado él debe empezar
desde cero, porque a pesar de la fama mundial que tiene, de los premios que ha
recibido, no existe nada seguro, y la competencia es muy fuerte.
Un
acierto del libro es que permite leerse de manera tradicional: de principio a
fin. Otra es partir de la última cinta: La
Forma del Agua, y de allí pasar al Espinazo
del Diablo, a Mimic, o a donde la
curiosidad los lleve, todo sea por conocer más a fondo la obra cinematográfica
de este artista, porque su profesión no se limita a ser director, sino a otras
disciplinas relacionadas con las Bellas Artes.
Queda
al final el tema de los monstruos, cuya presencia no se limita a mostrar su
aspecto, sus imperfecciones o su grotesca manera de comunicarse. No, los
monstruos también están presentes en la humanidad, en personas que pasan por no
tener defectos físicos, ser atractivas, pero en su interior su maldad las
convierte en seres peor de horripilantes a los que aparecen en la pantalla.
Por
algo estos seres marginados agradecen la comprensión de Guillermo del Toro, y
lo seguirán acompañando en sus películas y en su vida, pues el pacto que hizo
con ellos desde niño es para siempre.
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