Eduardo
Ponce Llamas
Creemos
que el nivel actual de destrucción ambiental es único en la historia de la
humanidad, y que, si se deja que continúe al ritmo actual, dentro de nuestra
generación, experimentaremos las fases iniciales de una tendencia que corre el
riesgo de destruir a la misma. Creemos que el consumo excesivo está en el
corazón de la crisis ambiental, que la educación ambiental debe enseñar a
controlar el consumo y que, en última instancia, podemos ayudar a preservar la
biodiversidad y nuestro propio bienestar ambiental cambiando nuestros patrones
de consumo. Creemos que, si se adoptan algunas de nuestras sugerencias, seguirá
una población más ecológicamente alfabetizada y ambientalmente sensible y, en
última instancia, se resolverán los problemas ambientales que amenazan nuestra
subsistencia.
Los
planes de estudio de educación básica, incluyen módulos de educación ambiental,
y los educadores ambientales que trabajan en el sector privado brindan
actividades extracurriculares muy solicitadas a los actores del proceso
educativo (autoridad, maestros y alumnos) que no pueden desarrollar sus propios
programas y a los padres que desean que sus hijos tengan experiencias
ambientales más positivas. Sin embargo, según la mayoría de las medidas
objetivas, estas iniciativas se han desperdiciado, porque fuera del aula, la
gente no ha logrado establecer el vínculo entre sus acciones individuales y la
condición ambiental.
La
educación implica aprender; el aprendizaje, según los psicólogos, se ve cuando
una experiencia o un conjunto de experiencias cambia el comportamiento. Sin
embargo, no todos los cambios de comportamiento pueden atribuirse al
aprendizaje.
Respetar
la naturaleza es un objetivo esencial de la educación ambiental, pero el
respeto por sí solo no ha cambiado claramente nuestro comportamiento
destructivo. El respeto y la apreciación son los primeros pasos hacia el desarrollo
de ciudadanos conscientes del medio ambiente. Sostenemos que la educación
ambiental debe ir más allá de enseñar respeto y conciencia, y debe enfocarse
más en cambiar los patrones de consumo; es mediante el cambio de nuestros
patrones de consumo que tendremos el mayor impacto en nuestro medio ambiente.
Muchos
de los problemas ambientales que enfrentamos hoy en día son causados por el
consumo excesivo, principalmente por parte de los países desarrollados. Cambiar
los patrones de consumo no es generalmente un resultado específico de la
educación ambiental, pero creemos que es una de las lecciones más importantes
que se deben enseñar. Por ejemplo, el rápido crecimiento reciente en China ha
aumentado la demanda de madera, acero y combustibles fósiles en todo el mundo
(incluyendo a México que se encarga de manejar y comercializar el acero que se
consume ahí). Si no se controla, ese crecimiento es simplemente insostenible y
tendrá un profundo efecto negativo en el medio ambiente mundial.
Por
lo tanto, necesitamos revisar radicalmente los planes de estudio para enseñar
la conservación de productos consumibles. Enseñar de dónde y cómo provienen los
recursos —que los alimentos, el agua potable y la energía no provienen de
supermercados, llaves de agua y tomas de corriente— puede ser un primer paso
importante.
Los
pobres resultados de México en las evaluaciones locales e internacionales, la
deforestación, la sobre-explotación de recursos… son un síntoma de la falta de
cultura de rendición de cuentas, y la falta de acciones y reacciones concretas
a esos pobres resultados. De nada sirve medir el desempeño, o aumentar los días
de clases, si no se hacen cambios reales en cada salón de clases.
Debemos
enseñar el pensamiento crítico. Los ciudadanos conscientes del medio ambiente
deben poder evaluar información compleja y tomar decisiones sobre cosas que
actualmente no podemos imaginar. La verdadera alfabetización científica
significa que las personas tienen un conjunto de herramientas conceptuales que
se pueden aplicar a una variedad de preguntas. Desafortunadamente, gran parte
de la educación científica no está inspirada y los estudiantes deben aprender
hechos sin que se les dé la capacidad de manipularlos y analizarlos. Sin la
capacidad de hacer preguntas, identificar suposiciones y tomar decisiones bien
razonadas, nos quedamos con una población lista para ser explotada por
industrias y políticos poco honestos.
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