Los
conjurados
Ricardo
Sigala
Conocí a
Pablo Zavala hace más de una década, llegó al CUSur para estudiar la carrera de
Letras Hispánicas, de la que soy profesor desde el año 2007, y eso me permitió conocerlo
como alumno, pero también como persona, digamos como ciudadano, porque está
claro que Zavala siempre se identificó como un agente social. Desde el primer
momento se mostró como una persona inquieta, muy inquieta diría yo, un sujeto
que le tenía mucho respeto a los libros, pero que en su fuero interno sabía que
su ámbito estaba definitivamente marcado por la realidad física, por la acción,
por la actividad política y la gestión cultural.
Para
el periodo 2015-2018, los empeños de Zavala se dirigieron a Zapotiltic. el
municipio que lo vio nacer y que hoy recibe la presentación de su libro. Sumado
a las labores de la regiduría de cultura, hizo contribuciones a actividades
como el Festival del día de muertos, la Ruta cultural Haciendas de Zapotiltic,
el Museo Permanente e itinerante de San José de la Tinaja, el Festival de Jazz,
la Precopa Mundial de Parapente y la Escuela de música ECOS Tasinaxtla. Incansable, Zavala regresó a Ciudad Guzmán en
2019 para sumarse a los trabajos de la Casa del Arte Dr. Vicente Preciado
Zacarías, en donde fue responsable operativo hasta que la pandemia hizo que el recinto
cerrara sus actividades temporalmente.
Tras conocerlo en la convivencia
universitaria y, sobre todo, tras leer su libro, pienso que algunas de las
maneras en que podría definir a Pablo Zavala es arraigo e identidad, orgullo
local. Las páginas de Memorias de mi
pueblo son una declaración de lo anterior. La voluntad del autor es clara:
una muestra de amor a la vez que un homenaje a su tierra, a su historia, a su
familia.
Memorias de mi pueblo es un libro cuyo género resulta
difícil de definir. Oscila entre las memorias y el testimonio, entre la crónica
familiar y la historia regional, pero al mismo tiempo hace uso de recursos
literarios como el relato de ficción, las técnicas narrativas y la incursión de
elementos de la mitología y las leyendas regionales. Veo en el libro a un autor
que quiere contar la historia personal que se extiende en círculos
concéntricos, como una piedra lanzada en el agua. Las olas generadas alcanzan
entonces la familia, los vecinos, el pueblo, la región, pero esas ondas también
viajan al pasado, alcanzado tanto tiempos cercanos como remotos. El centro del
texto es el yo enunciador, pero él sabe que su yo no se entiende sin su tierra,
su historia, sus leyendas, sus creencias, y especialmente sin su núcleo
consanguíneo, un árbol genealógico entreverado se asoma por aquí y por allá en
las palabras de Pablo Zavala.
Reconozco
en Juan pablo Zavala a un hombre orgulloso de sus orígenes, y a alguien siempre
en espera de retribuir a su tierra lo que ésta le ha dado, pienso en dos
momentos claves en la aún corta biografía en que ha tenido la oportunidad de
trabajar para su tierra de origen, una fue la citada época en que contribuyó a
su municipio como gestor cultural, la otra es la escritura de su libro Memoria de mi pueblo, que ha publicado
Ediciones LeArte en 2020, con los apoyos de la Caja Popular Tamazula y el
Gobierno del Estado de Jalisco a través del Programa de Acciones Culturales
Multilingües y Comunitarias (PACMyC). Memorias
de mi pueblo es un libro escrito por un gestor cultural, por un trabajador
de la cultura regional, por un activo ciudadano, y lo recibimos como un regalo
para para la región.
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