Juan
José Ríos Ríos
El Volcán/Guzmán
En la
recientemente terminada obra hecha por calle José Clemente Orozco, de Ciudad
Guzmán, se empiezan a generar signos de deterioro que a simple vista parecen
resultado de una mala terminación de la misma. Y aunque el daño es menor y
apenas es visible, valdría la pena que las autoridades municipales procedieran
a reparar la parte que se ubica en las afueras de la casa marcada con el número
42, donde se están hundiendo o moviendo de su lugar algunas de las losas
colocadas sobre su banqueta.
De igual forma, el emblemático
edificio que ocupa la escuela primaria “María Mercedes Madrigal”, está siendo
objeto de trabajos de mejoras, entre éstas la pintura exterior, lo que sin duda
también mejora el aspecto de la zona, poco
transitada pero es parte importante del primer cuadro de la ciudad,
donde hacen comercio algunos particulares y es sede de oficinas importantes
como la representación del SAT y de otras empresas privadas, reviviendo en
mucho esta parte por tantos años olvidada y asiento de estacionamientos
públicos que prestan importante servicio a las personas que tienen necesidad de
resguardar sus vehículos, uno de ellos más “decente” que el vecino.
Aparte del señalamiento del
deterioro apreciado frente al número 42 de la calle José Clemente Orozco, este
comentario tiende a llamar la atención de las autoridades para que presten
atención al comportamiento de algunas personas que se les hace fácil subir
vehículos de gran peso sobre las banquetas recién hechas y con son para el paso
seguro y cómodo de los peatones, no para que una empresa dedicada a la
elaboración y venta de pasteles sus empleados se den el lujo de subir una
camioneta de gran tamaño y peso para subir o bajar mercancías, que si bien
tienen la necesidad de hacerlo para cumplir con su trabajo, no tienen que
invadir una banqueta y con lo que de ello resulte, en perjuicio de las personas
que caminan o por afectaciones a las obras hechas.
La ruta quedó para el paso de un solo vehículo debido a la ampliación de las banquetas, que eran muy angostas y en mal estado en buena parte de éstas, pero, también, se dejaron pequeños espacios como para que pare un vehículo sin estorbar y en el arroyo de la calle, sí tomando parte de lo en áreas cercanas es banqueta, pero que aun así están amplias. Sin embargo, a los empleados de la citada pastelería se les hace más fácil subirse a la banqueta que a proceder de una manera diferente, respetando los reglamentos, a los peatones y considerando que las obras hechas costaron dinero, recursos públicos que tienen un fin y no es precisamente para que se estacionen vehículos, una costumbre muy arraigada en la ciudad y que ya debe de tomarse en consideración para evitarla, en bien de la ciudad y de las personas que la habitamos.
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