Rafael Martínez Rodríguez
Todos
los presidentes al final de su mandato dejan pasivos y activos, algunas cosas
hacen bien y otras mal, y son elegidos para que dentro del marco de sus
atribuciones ejerzan el poder de tal manera, que se vea reflejado un bienestar
generalizado, donde la mayor parte del tiempo su trabajo es esencialmente la
toma de decisiones, las cuales repercuten de manera positiva o negativa según
sea el caso.
Y son “las decisiones erróneas”, las que el
Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador quiere sancionar. El
Presidente de la República optó por hacer una consulta ciudadana para efecto de
saber si el pueblo mexicano quiere hacer un juicio, en contra de los últimos cinco
expresidentes, y esto causa todo un revuelo político a su alrededor, pues el
hecho de querer un juicio a manera de cacería de brujas genera que la
ciudadanía tenga expectativas altas sobre el resultado que el juicio pueda
tener.
La consulta ciudadana que pretende hacer el
ejecutivo nacional, es para tomar la decisión de llevar al banquillo de los
acusados a los expresidentes, siendo este hecho aberrante para nuestra
constitución, pues la justicia no se puede negociar, no se puede someter como
en los tiempos de Jesucristo y Barrabas, porque si existen las pruebas
contundentes, el fallo seria inminentemente en contra de los expresidentes.
La
consulta está creando un ambiente acusatorio, prejuzgando antes de juicio, pues
la propia desconfianza que adolece al Presidente de la República con la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, da como resultado que la ciudadanía crea que
con votar a favor del juicio ya pueden apresar a los expresidentes, cosa que no
sucederá así.
Los
presidentes como todos los ciudadanos tienen derecho a ser tratados como
inocentes conforme al artículo 20 de nuestra Constitución Política, y el hecho
de prejuzgarlos dentro de una consulta ciudadana con alcances políticos, puede
poner en riego el fallo que se pueda originar, si existiese un juicio, además,
no solo pueden tener defensa los expresidentes en nuestro país, sino también en
la Corte Interamericana de los Derechos humanos, la cual es la encargada de
velar los derechos humanos de los ciudadanos de todos los países miembros,
entre ellos México.
A mí consideración el Presidente de la República
quiere hacer un espectáculo político de este tema, pues no ha dejado de
involucrarse en la política interna del país, cuando debería estar ejerciendo
su cargo sin distinciones partidarias, y bajo esa óptica reunir las pruebas
suficientes y contundentes para no solo llevar a juicio a los expresidentes,
sino en caso de que esas pruebas sean fehacientes, llevar a la cárcel por los
delitos que se comprueben a los exmandatarios, sin ninguna consulta previa ni
comprometiendo las investigaciones que se estén realizando.
Si
el Presidente quiere popularidad, y dejar en claro que su mandato es de
estricto estado de derecho, debería comenzar con aplicar la ley sin titubeos y sin
negociarla, pues logró llegar a la Presidencia por el apoyo de las mayorías,
por ende tiene el respaldo del pueblo para no solo aplicar la ley a los
expresidentes, sino a todos los criminales.
De acuerdo estamos los mexicanos que se
castigue con todo el peso de la ley a los expresidentes si se tienen las
pruebas suficientes, lo que es reprobable es el hecho de consultar al pueblo la
aplicación de la ley, pero sobre todo el hecho de que el presidente desconfié
de las instituciones, y que no realice acción alguna para depurarlas y
fortalecerlas para que no solo enjuicien sin consultas a los expresidentes,
sino a cualquiera que atente contra los ciudadanos o contra nuestro país en el
ejercicio de algún cargo público. Lo manifestado por John F. Kennedy es
elocuente para concluir: “no podemos negociar con aquellos que dicen, -lo que
es mío es mío, y lo que es tuyo es negociable”.
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