Víctor Hugo Prado
Es
insostenible ocultar el problema de la inseguridad que ocurre en el país, en
gran parte de sus estados, y por supuesto, en regiones completas de éstos. Se
dice que todos los días, antes de irse a su rueda de prensa, el presidente se
reúne con su gabinete de seguridad. Y
hay que preguntarnos ¿Se reúnen para qué? ¿acaso presentan el parte de lo
ocurrido el día y la noche anterior en torno a la inseguridad? ¿Acaso dilucidan
el presente? ¿O se toman un café y hacen un pronóstico de lo que ocurrirá en el
día, la noche y la madrugada que viene? Convendría saber para que “chetos” se
reúnen, lo que se nota es que de ahí no salen ni acciones ni soluciones para
detener a quien provoca la violencia y la inseguridad.
Lo
que sí sabemos es que cada día la delincuencia crece y crece más, con
comportamientos que desafían cualquier capacidad del Estado, con mayores
intromisiones en asuntos de política o de negocios y que el pulpo extiende sus
tentáculos apoderándose de vidas ajenas, afectando intereses y creando miedo en
comunidades en las que se mueven.
Se
nota que no se quiere afrontar el problema. El gobierno tendrá sus razones para
“llevar la fiesta en paz”. Será porque no tiene la capacidad para derrotarlos;
porque cree que el caldo le va a salir más caro que las albóndigas, y por
tanto, el sufrimiento de la población civil será mayúsculo; o porque
simplemente se es obtuso ante el fenómeno social. En lo que estamos de acuerdo es que el problema
no se resolverá con abrazos y no con balazos, tampoco porque a la Vaca, el
presunto capo responsable de la masacre de Reynosa, lo van a acusar con su mamá
o con su abuelita, o a sus secuaces.
Vaya paquete tiene el gobierno federal, que debe afrontar con la cooperación estados y municipios. Y el no hacer nada, el no atenderlo, el ignorarlo, no va a suscitar su desaparición de la noche a la mañana. No es una resaca, la inseguridad es un cáncer que hay que localizar y focalizar con el mejor de los diagnósticos, atender con el procedimiento quirúrgico adecuado, enfrentar con las medicinas correctas, con la quimio o la radio adecuadas, antes de que suceda una metástasis. El paciente es México y el equipo de los doctores lo encabeza “ya sabes quién”. Si el doctor no nos funciona podemos cambiar de doctor.
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