>En
las últimas décadas su producción, destinada a la exportación, ha desplazado la
de otros productos como el maíz, advierte investigadora del CUSur.
Laura
Sepúlveda
El Volcán/Guzmán
La producción
de jitomate de 2002 a 2016 en Zapotlán el Grande se incrementó de 5 mil
toneladas a 27 mil 151 por año, lo que representa un cambio de uso de suelo,
dejar de producir otro tipo de alimentos, además de que un alto porcentaje de
esa producción se destina a la exportación, lo que afecta a la seguridad
alimentaria del municipio.
Este es uno de los datos
que aporta la investigación “México sin jitomate… ¿o sin agua?: Análisis del
consumo y huella hídrica del jitomate en Zapotlán el Grande”, realizada por la
maestra Mariana Lares, estudiante de doctorado del Instituto de Investigaciones
en Comportamiento Alimentario y Nutrición (IICAN), del Centro Universitario del
Sur (CUSur) de la UdeG.
“Afecta
a nivel de seguridad alimentaria y vulnerabilidad alimentaria; esto quiere
decir que, como nuestra producción está centrada para la exportación, tenemos
que importar los alimentos que consumimos, y si llegara a ocurrir alguna
alteración, un fenómeno natural o un desacuerdo político en el que no
pudiéramos importar la cantidad de alimento suficiente que necesitamos,
tendríamos un grado de inseguridad alimentaria”, declaró.
Explicó que en el caso
del jitomate, anualmente se está generando una huella hídrica de cerca de 50
mil litros de agua por toda la producción en Zapotlán el Grande; lo más
alarmante es que de esta huella hídrica, cerca de 35 mil litros se considera
agua virtual, que se exporta.
“Estamos
produciendo el jitomate en Zapotlán el Grande para exportarlo, y esto implica
exportar el agua con que se produjo, así como fertilidad de tierra, mano de
obra, entre otros aspectos. Esta huella hídrica es muy baja. El problema es la
agroindustria, se produce en gran cantidad”, apuntó Lares.
La investigadora indicó
que lo ideal sería que lo que se produce se quedara para el consumo de la misma
región, garantizar sus necesidades nutricionales, y si se tiene un excedente
valorar si se exporta, pero siempre priorizando el autoconsumo para la región.
“La propuesta sería a
nivel de política pública y gubernamental de que exista un equilibrio entre lo
que se produce para exportación y lo que se produce para autoconsumo.
Necesitamos que haya más apoyos para alimentos básicos como el maíz, el frijol,
y que se promueva el policultivo porque, finalmente, el jitomate es básico y lo
necesitamos, pero es indispensable que esté acompañado de otros productos que
también son necesarios en la dieta mexicana”, precisó.
Otro
de los aspectos analizados en la investigación fue el consumo del jitomate en
el aspecto socioeconómico de la población de Zapotlán el Grande, donde
encontraron que es un producto básico en la alimentación de la comunidad.
“En promedio, se consumen
dos jitomates al día por persona, y algo muy interesante fue que en la
población con nivel socioeconómico bajo se consume una cantidad menor en
comparación con la población con nivel socioeconómico alto. Estamos
identificando que los flujos de exportación de este producto están generando
alteraciones en disponibilidad y el precio del alimento, lo que está provocando
una barrera para el consumo de población con recurso económico bajo”, resaltó.
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