Pedro
Vargas Avalos
La
esperada jornada comicial del 6 de junio, la más grande de nuestra historia
electoral (20, 415 cargos en juego), se llevó a cabo. Desde temprano se
instalaron casi todas las 162,570 casillas para votar dentro de la República,
además ya estaban instalados los 300 consejos distritales que comprenden a la
nación, y los 32 Consejos Locales, uno por Estado, que funcionan en el país. De
esa manera, la tarea bien hecha de más de un millón cuatro cientos mil ciudadanos
que intervinieron para hacer posible el aparato electoral, facilitaron a los
93.5 millones de ciudadanos empadronados, que pudieran ejercer su derecho a
sufragar.
En
global visión, podemos afirmar que la disputa se llevó a cabo entre dos bandos:
los partidarios del presidente López
Obrador, (que incluyen al partido MORENA, a sus aliados -PT y Verde- y grandes grupos de mexicanos sin partido)
frente a los partidos históricos que aglutinan a priistas, panistas,
perredistas, los comentócratas dizque intelectuales exorgánicos (ya rebautizados
como “abajofirmantes”) y sus aliados empresarios (que reclaman ser cabecillas
de la oposición); a ellos se suman algunas organizaciones de arcaica reacción
como el FRENAA. El tapatío Salvador Camarena, en El
Financiero, nos dijo el 25 de mayo, luego de exponer que AMLO hace sencilla
cuanto intensa labor que gusta a grandes grupos de connacionales, “Los
empresarios en general creen que, si se quieren comunicar con la mayoría de los
mexicanos, han de adoptar un ‘código’ que infantiliza y desprecia su
inteligencia.”
El
4 de junio, el destacado periodista René Delgado, advirtió: “considerar que la
noche de la jornada electoral, en una suerte de acto drástico y mágico, se
sabrá si la democracia renace o muere, si el país se va a pique al fondo del
mar de la incertidumbre o navega viento en popa con rumbo cierto a un destino
más justo y superior… es exagerado.” Lo deseable la noche del domingo es que
unos y otros reconozcan el resultado electoral, asuman la consecuencia
política, acaten el mandato emitido y acuerden cómo atender el reclamo social y
ciudadano.
Sigue
diciendo Delgado que en estas campañas: “el poder y la oposición con su
respectivo director, orquesta y coro adoptaron un discurso hueco, pero delirante
y una conducta más relacionada con la esquizofrenia que con la política.” Bajo
tal idea, en esta jornada electoral los ciudadanos dieron una lección a los
partidos y candidatos, pues mostraron una muy superior calidad cívica que esos
organismos y sus aspirantes.
Se
puede afirmar que hubo muy buena afluencia de ciudadanos sufragantes, contra el
tradicional abstencionismo de elecciones de medio sexenio; porcentualmente la
votación fue cercana al 52%. Los incidentes registrados, más de los deseados, por
fortuna no trascendieron. A las 21 horas del domingo, a contrapelo de muchos
candidatos que se auto atribuían triunfos sin sostén sólido, las primeras
encuestas de salida ofrecían resultados presentidos: el partido del primer
mandatario federal, obtenía triunfos numerosos. A la par sorprendía un renacer
del partido tricolor (alrededor del 2% más que hace 3 años), parejeando con sus
increíbles socios del blanquiazul, es decir los panistas con casi 19%: muy
lejos, el insepulto perredismo. Movimiento Ciudadano creció, pero no lo
suficiente para contender contra los ganadores mayoritarios. Finalmente, no
dejó de impactar presenciar que varios institutos políticos, fluctuaran
alrededor del tres por ciento indispensable para mantener su vida legal: lo más
lógico es que vuelvan a desaparecer al menos tres, lo que redundará para bien
de la vida política de México.
A
las 23 horas el INE dio un reporte o conteo rápido, por medio del cual se
precisa que MORENA y sus aliados tendrán la mayoría absoluta de la Cámara de
Diputados: 285 a 292 curules, con lo cual se acredita el fracaso esencial de la
oposición instrumentada por Claudio X. González y Gustavo de Hoyos, que era quitar
la mayoría de diputados partidarios del presidente; a eso se agrega que, la
oposición perdió la gran mayoría de gubernaturas en disputa, a manos de los
morenistas.
Ciertamente,
el partido del presidente, al no alcanzar mayoría calificada (que ahora
festejan las oposiciones), no podrá por sí mismo hacer reformas
constitucionales para fortalecer su proyecto, por lo que tendrá que negociar
para obtenerlas o gobernar solo con su mayoría absoluta, que le permite aprobar
leyes y manejar el presupuesto de egresos, lo cual es sumamente importante.
Como enfatizó Jorge Zepeda Paterson al respecto: aunque voté por el proyecto
del gobierno, no me gustaría que recibiese un cheque en blanco. Y así fue.
Para
quien consideraba que estos comicios eran una especie de referéndum para
valorar al gobierno de la Cuatro T, no queda duda de que el pueblo aprobó al
régimen obradorista, refrendándole el mandato otorgado en 2018. Igualmente, se
probó que el primer mandatario posee mucha más aceptación popular, que el que
se ofrendó a MORENA, pues aquél conserva un 60%, en tanto que su partido solo
alcanzó el 35 por ciento, lo que demuestra que este instituto no ha sido
manejado con idoneidad. Para muestras, Jalisco, Nuevo León y San Luis Potosí,
donde ha sido un fracaso casi total.
De
cualquiera manera, AMLO contará con muchos ejecutivos estatales aliados y con
ello, podrá trascender en esas Entidades federativas hasta ahora gobernadas por
la oposición. Esto también repercutirá en la CONAGO y su fracción disidente de
la Alianza Federalista, que se cree fundadamente modularán su actitud de censura
hacia la Cuatro T.
Un
caso que generará movimientos políticos sensacionales, será Tamaulipas, pues de
las 22 diputaciones de mayoría relativa que se eligieron, Morena y PT aliados,
ganaron 16, por lo que, al asignarse los diputados de representación
proporcional, la mayoría del Congreso será morenista. En consecuencia, se
acabará el Congreso protector del gobernador Francisco J. García Cabeza de
Vaca, y se puede esperar que se le destituirá o al menos se le relevará del
cargo, al homologar el desafuero que la Cámara de Diputados federal le atizó,
con lo cual se le podrá aprehender y procesar.
En
su mañanera del lunes, el Presidente felicitó a los mexicanos por su
participación y subrayó que se había fortalecido la democracia, reflexionando
que la pérdida de alcaldías en la Ciudad de México, se debían a “la campaña de
desprestigio, la guerra sucia” que allí concentran los medios llamados
“nacionales” y aún los extranjeros, que en el resto del país no tienen mayor
efecto.
Un
día después de estas insólitas elecciones, el lunes 7 de junio, nos amanecimos
todos los mexicanos, (no solo los que se afrontaron en la jornada electoral) con
el ineludible compromiso de mejorar la perspectiva nacional, la del municipio
donde vivimos y de la Entidad a que pertenecemos. El sistema político-jurídico
y el esquema económico y cultural exigen un ajuste profundo, que desde luego
debe contemplar la participación inteligente y solidaria de todos, lo que exige
realizar una especie de hazaña cívica, desafío que no debemos rehuir, puesto
que en asumirlo está el futuro de nuestra patria.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario