viernes, 25 de junio de 2021

Un Día del Padre en el nido del águila 9 años después…

 


 

Miguel Salvador Rodríguez Azueta

 

Ximena tenía 10 años cuando la lleve al Estadio Beto Ávila y 11 cuando el águila se coronó campeón de la liga mexicana contra los Rieleros de Aguascalientes.



9 años después estábamos de regreso, padre e hija en un día especial, celebrando la paternidad y a plomo con la pensión vencida.


Es cierto, ya no éramos los mismos y me lo demostraba el sexto botón de mi jersey de las glorias pasadas y ni que decir de la playera del campeonato que acabó como trapo de limpieza.


Emocionados, eso sí, por regresar al nido acompañado por aquella niña que jugaba con sus amiguitos entre las plateas mientras yo hacía corajes y entripados con los partidos.


La primera impresión que tuve con la remodelación fue de sentirme orgullo de contar con un estadio moderno, sin embargo, poco me duro el gusto cuando casi me infarto al ver los costos de las localidades.


¡Oiga, pero si no estamos en el yankee stadium! -le dije a la taquillera quien presto oídos sordos a mi sarcasmo y se limitó a cobrarme el boleto de mi invitada, porque por ser día del padre el deudor alimentario entraba de hoquis.


Las localidades de gayola - las más baratas- estaban agotadas, así que tuve que pagar mis 240 pesitos, para nuestro espacio con certificado de humildad, eso sí, la taquillera me advirtió que la maquina no daba recibos y como dato extra los boletos entregados marcaban  $0 pesos, como si los dos fueran promoción.





Camino a la entrada los revendedores sin ningún empacho ofrecían los boletos de 100 pesos, los que en la taquilla estaban agotados ¿Dónde está la autoridad?, afuera no; eso sí, adentro parecía un evento del presidente, porque marinos, guardia nacional y seguridad privada pululaban.


Llegamos a la 4ª entrada, los Leones de Yucatán estaban siendo apaleados por nuestras águilas; contento y orgulloso observe las nuevas instalaciones recientemente remodeladas, con sus cómodos asientos y en las alturas espacios fifis tipo celda de Hannibal Lecter, a donde no pienso jamás aspirar, no porque sea yo un clasemediero humanista, sino porque el desmadre está en la llanura, con el pueblo bueno.


Ya instalados en nuestros cómodos asientos al lado derecho del campo empecé a notar algunos cambios que me hicieron recordar el coraje que tenia por no haber sido invitado a la inauguración, después de que la chica de prensa Paola Ríos me había pedido cierta información histórica sobre un parque llamado Docurro donde jugo el águila en los primeros años del siglo XX.


Anduve investigando en el Dictamen y hasta una entrevista con Luis Álvarez de 95 años le conseguí y pues con aquella frase de luego le llamo, así me quede esperando la llamada, aunado a la invitación plantada de mi compadre Jorge Luis Fernández Bravo, que bueno esa será otra historia.


Bueno, bueno, cero corajes me dije, aquí vengo con mi invitada y a disfrutar del partido y del ambiente jarocho... pero … ¿Cuál?  Mis queridos lectores de esta breve crónica, el ambiente en el estadio más parecía el de un Estadio de Mazatlán o de cualquier otro lugar menos de Veracruz, me explico.


La clásica batucada brillaba por su ausencia, el místico águila roja, aquel personaje popular que gritaba: “Ahora, ahora” no estaba, la música era norteña y a lo mejor seleccionada por la chica que me dejo esperando la llamada, los comentaristas deportivos tenían atole en la venas, con decirles que un gritón beodo pero muy simpático al que apodamos “Pecho, pecho” – porque gritaba que el pitcher tirara al pecho- lo sacaron del estadio los de seguridad por eso, ¡por estar gritando!





¡No pues guau!- dijesen los milenians.

Algo esta sucediendo en el estadio, espero que sea modificado, porque sino va a seguir con solo dos patrocinadores veracruzanos que son los que tienen letreros publicitarios en el interior.


Preguntando aquí y allá, obtuve algunos datos que voy a ir ampliando, que, si el gerente no es veracruzanos, que la de relaciones publicas dejo en visto a la prensa local, etc. esperemos que el ambiente jarocho regrese al nido.

 

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