La vida continúa
José Luis Vivar
1
La bicicleta es un medio de
transporte que resulta cómodo y excelente para practicar el deporte porque
fortalece la salud. Aunque es preciso señalar que algunas personas la usan para
trasladarse a sus trabajos, o a sus centros educativos. De manera que son dos
ruedas que pueden llevarnos a cualquier parte de este mundo. Lo único malo es
que no siempre es bien visto por algunos conductores. Y no es ninguna
casualidad, pero si en la ciudad de México, Guadalajara o en Monterrey, por
citar tres importantes capitales, manejar una bicicleta es difícil, ¿qué se
puede esperar en nuestra ciudad? ¿Qué se puede esperar en las arterias donde no
existen ciclovías que permitan transitar con tranquilidad?
2
La convivencia entre quienes
manejan un vehículo de motor y quienes se desplazan utilizando la fuerza de sus
piernas no ha sido de total armonía. Los primeros llevan ventaja en calles y
avenidas. Difícilmente ceden el paso a los segundos, que además deben tener
buenos reflejos para evitar ser atropellados. No, no es nada fácil ser
ciclista. Lo peor de todo es no hay autoridad a la vista que regule este tipo
de situaciones, ni tampoco reglamentos viales que se respeten. En pocas
palabras, cada quien es responsable de su propia seguridad.
3
Nadie puede hablar de todo lo
anterior si no es desde su propia experiencia. Y en mi caso tengo suficientes
razones para hacerlo. A finales del año pasado una amiga entrañable me regaló
una bicicleta de montaña de diez velocidades. Antes de montarme en ella adquirí
todo lo necesario para practicar formalmente el ciclismo. Quizás para muchos
esto no sea importante, pero debe tomarse en cuenta que un buen casco protege
si se tiene la desgracia de caer. La ropa adecuada da mayor libertad a las
extremidades inferiores. Unos guantes dan mayor firmeza al manubrio, y un
chaleco fosforescente es de gran ayuda si se conduce por las noches. Total, que
mis primeros recorridos fueron de una torpeza absoluta. Décadas sin andar
revelan que se debe practicar con regularidad.
4
En seis meses como ciclista me ha
tocado ver un poco de todo. Conductores amables que me han cedido el paso,
otros que a pesar de estar lejos de donde voy cruzando aceleran para que
apriete el paso y les deje la calle o la avenida libre. O motociclistas que
enfurecen porque me cruzo en su camino. También he presenciado las ofensas que
algunos automovilistas les lanzan a otros ciclistas por salirse de la ciclovía.
Pero, también derecho a recorrer otra calle, ¿o no? Y con los semáforos es
donde se corre mayor peligro, porque aunque la luz está en rojo, los vehículos
no se detienen al doblar en las esquinas, y es donde los ciclista debe tener
mayor precaución. Si el bólido viene fuerte difícilmente podrá frenar y las
consecuencias serán mortales.
5
No, definitivamente no es fácil ser
ciclista en Zapotlán el Grande. Y lo es más para quienes tienen la necesidad de
hacerlo todos los días. No es casualidad que de vez en cuando aparezcan en las
páginas de este diario personas que han sido atropelladas en distintos puntos
de la población. Y lo más grave es que a nadie parece interesarle. A la clase
política menos. Después de la creación de ciclovías hace algunos años, la cual
fue muy criticada en su momento, no se ha vuelto a tocar el tema. Ni siquiera
con el espantoso atropellamiento de un joven frente a Plaza Zapotlán, ocurrido hace
apenas unos días. Una pena que enluta a su
familia y a nuestra ciudad.
6
Para aquellos que usamos la
bicicleta como deporte tenemos la ventaja de pasear circuitos pequeños, o
desplazarnos a la Laguna de Zapotlán, o a los cerros, donde el reto es saber
utilizar las velocidades en los ascensos y descensos. Donde se pone a prueba el
espíritu para saber resistir, pero sobre todo para disfrutar del paisaje que
nos rodea.
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