Juan
José Ríos Ríos
El Volcán/Guzmán
Como
edificio emblemático de Ciudad Guzmán y parte importante en la historia y en la
arquitectura local por estar considerado como parte del patrimonio municipal,
no puede pasar desapercibido el trabajo tan laborioso de que está siendo objeto
el conocido Palacio de los Olotes, localizado en el Centro Histórico de esta
bella ciudad. Para conocer acerca del mismo, se recurrió al Jefe del Archivo
Municipal y Cronista de Ciudad Guzmán, arquitecto José Fernando González
Castolo, quien muy amablemente nos proporcionó los siguientes datos:
“El icónico inmueble conocido como
Palacio de los Olotes, fue construido entre los años de 1913 a 1915, bella obra
arquitectónica de estilo ecléctico (con marcada influencia francesa), por el
arquitecto Guillermo de Alba y el ingeniero Plutarco Garciadiego (quienes se
encontraban en Ciudad Guzmán dirigiendo las obras del Santuario de Guadalupe),
personajes que fueron aprovechados por el rico terrateniente don Salvador
Mendoza Ochoa, hijo de los hacendados Rafael F. Mendoza Ochoa y Rosa Ochoa
Ochoa (cuya casa-habitación es ocupado hoy en día por el Nacional Monte de
Piedad), fundador del Ingenio Azucarero Tamazula hacia la década de los años
veinte. Casó este personaje con la señora María Guadalupe Souza de Quevedo.
“El regio edificio es conocido popularmente como el Palacio de los Olotes porque, se dice, que su propietario lo construyó con la venta de los olotes (producto que era sumamente socorrido entre las familias de la época en la región) de la cosecha de un año; sin embargo, otra versión asegura que este "mote" se lo debe a los decorados en las columnatas que custodian el ingreso principal, donde se figuran unos olotes”. FGCastolo.
Muy interesante lo escrito por el
Cronista oficial de la ciudad, pero no menos importante es señalar, como se
podrá apreciar en las fotos que ilustran este comentario, la forma como se
realizan los trabajos de remodelación, que sin duda ponen en riesgo a los
encargados de los mismos, andamios de muy considerable altura y expuestos al
tránsito de vehículos en una ruta tan congestionada como lo es la calle
Federico del Toro, no basta la simples cintas plásticas que indican a los
conductores el riesgo, y más cuando siempre hay personas que no se respetan ni
así mismas al circular en exceso de confianza, distracción y velocidad, el
ejemplo muy claro lo podemos apreciar en el estado que guarda el Portal
Hidalgo, producto de una “distracción” que no se ha corregido.
Vale más prevenir, que lamentar y
más porque los trabajadores pecan de “temerarios”.
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