Pedro
Vargas Avalos
Un derecho sustancial y a la par obligación
básica del ciudadano, especialmente significativo para nosotros los mexicanos,
es ejercer el atributo del voto, de otra manera no tendremos mucho derecho de
emitir críticas o prorrumpir en aplausos, cuando del gobierno nos expresemos.
Las
actuales administraciones, tanto del orden federal, como estatal o municipal,
han sido muy cuestionadas por ciertos sectores de la población. Al orden
federal se le señala de haber polarizado a la población en liberales y
conservadores; al del ámbito estatal, se le imputa haber contrariado los
principios bajo los cuales triunfó electoralmente, por ejemplo, el compromiso
de no endeudar a la Entidad y ahora tenemos un Jalisco con drogas exageradas,
más allá de lo que pensábamos pues rebasa los 34 mil millones de pesos. Finalmente,
al ayuntamiento (y casi a todas las comunas de la nación) se les acusa de
abandonar los principios de honradez, oportunos servicios y buena gobernanza.
Por
lo anterior es que el inminente domingo 6 de junio debemos acudir a las urnas,
para evitar que suceda lo que expresó el destacado crítico teatral
estadounidense, George N. Nathan: “Los malos gobernantes son elegidos por los
buenos ciudadanos que no votan.”
Ahora
bien, así como es obligado sufragar, también es importante hacerlo
razonadamente, puesto que de las múltiples opciones que tenemos, hablando de
partidos políticos y de candidatos a puestos de elección popular, debemos
seleccionar alguno con el cual comulguemos o al menos consideremos que vale la
pena que lo respaldemos con nuestro voto, porque éste es tal como lo dijera el
gran Abraham Lincoln: “Una papeleta de voto es más fuerte que una bala de
fusil.”
Ciertamente,
las campañas actuales (y las anteriores y las precedentes a ellas, y así
sucesivamente) se han caracterizado por aspirantes mediocres y organismos
anodinos, salvo honrosas excepciones. Sin embargo, no tenemos de otra sopa:
emitir nuestro voto es vital y en la democracia, viene a ser instrumento para
condenar lo que no queremos, o apoyar lo que o a quien consideramos competente.
Hoy
por hoy a nivel nacional, están en juego dos corrientes esenciales: la que
busca a toda costa abatir al actual gobierno federal, y la que se esfuerza por
mantener la llamada Cuarta Transformación o 4T. La fórmula para ello es obtener
la mayoría de la Cámara de Diputados.
Lo
anterior hay que celebrarlo en cuanto a que al menos se recorrerá el sendero
pacífico del voto, es decir de la democracia. Por eso es vital acudir a emitir
nuestro sufragio, para que el pueblo sea quien hable y a final de cuentas,
mande.
Desde
luego, esperamos que ambas fuerzas admitan tras la jornada electoral, que la
ciudadanía ha dicho lo que quiere y a ello se plieguen. No se puede entender de
otra manera la organización de comicios, la participación ciudadana votando y
la coexistencia de toda la sociedad dentro de una democracia, como todos
suponemos que es la nuestra.
Ya
solo queda unos pocos días, de sobrellevar las fastidiosas campañas de
candidatos que se afanan más que proponer soluciones, por descalificar
oponentes. Y de partidarios que no se cansan de inventar mentiras, formular
acusaciones contrahechas e impulsar difamaciones, todo con el objetivo evidente
de desprestigiar a quien, en su caletre sombrío, consideran el enemigo a
vencer. Pero todo eso, lo podremos vencer reflexionando nuestro voto y
emitiéndolo prontamente el venidero domingo.
Tengamos
pues presente, que con votos se podrá respaldar a quien edifica y no a quien
destruye; se logrará impulsar al que trabaja y nunca al que medra impunemente.
Será un aporte para que rija la justicia y se combata la inseguridad. En ese
sentido hablaba el notable político español Alfredo Pérez Ruvalcaba, cuando
expresó: “Cuanto menos se tiene más importante es tu voto. Los votos construyen
hospitales. Con la indiferencia no se construye nada.”
Hacemos
un llamado para que no seamos mediocres, como lo son aquellos que se abstienen
irresponsablemente de sufragar, y peor aun los que inducen a ello. La
democracia, al igual que la libertad, se vive a diario y se defiende
invariablemente paso a paso, segundo a segundo, en todo nuestro existir.
Honremos a la comunidad, fortalezcamos
nuestras instituciones y demos muestras inequívocas de civismo, acudiendo a la
casilla electoral que nos corresponde, así sea desafiando la pandemia o la
inseguridad, pero seguros de que cumplimos como buenos ciudadanos, sin olvidar
que estos, son quienes forjan a la patria, y a ese frente debemos de pertenecer
la mayoría de los mexicanos.
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