Pedro
Vargas Avalos
La
desaparición de una persona destacada siempre es lamentable. Pero si ese óbito
además es relativo a un hombre valiente, probo, patriota y de entrega a causas
enaltecedoras, aflige a su tierra y debiera registrarse como aflictiva pérdida
para la nación entera.
El
pasado jueves 29 de abril a medio día y en un hospital de la armada en la
capital del país, falleció en el general José Francisco Gallardo Rodríguez,
víctima de la temible pandemia que flagela al mundo desde hace más de un año,
la cual se ha ensañado con nuestra nación. Este militar y luchador social, fue
un jalisciense muy sobresaliente, a quien como suele suceder con sujetos de su
talla, se les denigra en vida.
Nació
este relevante militar en Atotonilco el Alto, un 6 de octubre de 1946, siendo
sus padres el mayor Salvador Gallardo Ochoa y su esposa Genoveva Rodríguez
Beas. Era presidente de la república el divisionario Manuel Ávila Camacho y
gobernador del Estado de Jalisco, el Gral. Marcelino García Barragán, de tal
manera que la venida al mundo de este tapatío, se enmarcó por personajes de la
milicia; en consecuencia, como sino predestinado, el joven Francisco estudió en
el Heroico Colegio Militar a partir del
14 de febrero de 1963, egresando como subteniente de caballería al término
satisfactorio del curso de formación en esa institución de las fuerzas armadas,
el 1 de enero de 1967.
Este marcial paisano, desempeñó numerosos
cargos y comisiones dentro del ejército, siendo siempre reconocido por su
pundonor y eficiencia, tanto en los cuerpos de tropa del Arma de Caballería,
como en las escuelas militares y el Estado Mayor de la Secretaría Defensa
Nacional. Incluso, cuando de acción se
trató no se excusó y combatió al narcotráfico en 1969. Por su lealtad y
eficiencia, el presidente de la República lo honró en 1971 con mención
honorífica, a lo que se suman condecoraciones de Perseverancia, de Mérito
Docente, como instructor en el Heroico Colegio Militar, la Escuela Superior de Guerra
y director de la Escuela Militar de Equitación. En 1988, le fue otorgada la
condecoración de Servicios Distinguidos en el Ejército. En ese mismo año, en
mérito a que era notable deportista, participó en los Juegos Olímpicos de Seúl
de 1988. El año siguiente obtuvo el grado de general brigadier.
El
joven general Gallardo, observó los abusos que se cometían en las fuerzas
armadas: “Hay quien no sobrevive. Algunos se suicidan, otros quedan traumados y
marcados de por vida”, narró el general a Radio Nederland. Entonces cobró
notoriedad por su propuesta de crear una instancia, especie de ombudsman, que
defendiera los derechos humanos de los miembros del Ejército. Esta propuesta,
que la publicó y tuvo gran difusión, indignó a los mandos de ese entonces en la
Secretaría de la Defensa Nacional. En consecuencia, fue injustamente arrestado
el 9 de noviembre de 1993 y se le armó un insólito consejo de guerra. Amnistía
Internacional lo catalogó como preso de conciencia el 5 de mayo de 1997 y
exigió su libertad.
Los
altos mandos de la SEDENA respondieron con saña y le instruyeron otros dos
consejos de guerra, logrando que se le condenara a 28 años de prisión. El
decidido Gral., a quien degradaron sus superiores, logró sentencias de los más
elevados tribunales de la nación y en 1999 se le protegió contra esa
degradación, volviendo a utilizar su grado de General. Esa titánica lucha
culminó cuando la Corte Interamericana de Derechos Humanos falló en favor del
Gral. Gallardo y finalmente la Corte lo amparó en febrero de 2002, en
obediencia a las resoluciones de ámbito internacional que al respecto se
dictaron.
Libre
o preso, José Francisco Gallardo, estudió y luchó. Se graduó en Ciencias
Políticas y Administración Pública por parte de la Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales de la UNAM, además de obtener el grado de maestro y doctor
en Administración Pública por parte de esa benemérita institución. Entre otros
estudios, realizó los de posdoctorado en materia Latinoamericana en el
Instituto de Investigaciones Económicas, Observatorio Latinoamericano de
Geopolítica (OLAG) y el Centro de Estudios Latino Americanos de la antedicha
FCPyS. Con tal preparación, se le invitó e impartió cursos como profesor dentro
de la UNAM.
De ideas sociales muy avanzadas, y con elevado
nivel crítico, participó en la política nacional, siendo dos veces candidatos
de MORENA para gobernar Colima (en 7 de junio de 2015 y el 7 de febrero de
2016). Hasta antes de su muerte se desempeñaba como asesor de la fracción de
este partido en el Senado, además de ser académico en la UNAM. También se le
mencionó como fuerte candidato a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos,
donde habría hecho un gran papel.
No
obstante, su filiación ideológica, constantemente señalaba errores y omisiones
en que incurría el ejército y aún el gobierno de la Cuarta T, siendo contrario
a la manera como se trató el caso del exsecretario de la Defensa Nacional,
Gral. Salvador Cienfuegos.
Amante
del periodismo, fue subdirector de la revista Forum y colaboró en numerosos
diarios y publicaciones de diversa índole, participando en programas de radio,
TV y en general en todo medio de difusión.
En
la Cámara de Diputados se le rindió un minuto de silencio en su memoria.
Jalisco y los elementos del ejército mexicano le deben, en estricta justicia,
homenajes y la aplicación de sus ideas, siempre de hondo sentido humano, en
contra de todo tipo de abusos y con la idea de servir al pueblo y enaltecer a
la Patria.
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