Víctor Hugo Prado
Pese a las afirmaciones expresadas por el
Presidente de la República y de la Secretaria
de Gobernación, en el sentido de que el gobernador Tamaulipas Francisco
J. Cabeza de Vaca había perdido el fuero, toda vez que, la Suprema Corte de
Justicia de la Nación había desechado la controversia constitucional
interpuesta por el Congreso Local de Tamaulipas, y por ende la Fiscalía General
de la República podía demandar a un juez la orden de aprensión fincándole
responsabilidades por delitos de delincuencia organizada, fraude fiscal y
lavado de dinero. Esto no es así. Han
interpretado mal, como muchas de las cosas que interpretan, entre ellas la
realidad social y económica del país, pero ese será oportunidad para otro
comentario.
Que el ministro de la Corte, Juan Luis González
Alcántara Carrancá, haya desechado la controversia constitucional interpuesta
por el Congreso del Estado de Tamaulipas, deja al gobernador con fuero, por
tanto, la FGR está impedida para actuar legalmente contra el mandatario
estatal, contra quien podrá solicitar su captura y en su caso detenerlo cuando
termine su mandato en octubre del año 2022.
Usted se preguntará ¿Cuál es la razón de traer
a este espacio el caso de Tamaulipas y del gobernador Cabeza de Vaca? Traer el
tema tiene que ver con ejemplificar la importancia de la división de poderes en
el país, de mantener los equilibrios de éstos evitando el apabullamiento de un
poder sobre otro, se trata de que se actúe con base en la ley y la verdad
jurídica.
Lo que sucedió en Tamaulipas, fue que el Congreso
Local, con sustento en el artículo 111 constitucional y en ejercicio pleno de
su autonomía determinó mediante su voto el fuero del gobernador, contra un acto
de la Cámara de Diputados que le había retirado el fuero con el voto de diputados
morenistas y aliados. Lo que hizo la Corte, al darle la razón al Congreso de Tamaulipas,
fue sentar bases de quien sí puede desaforar y quién no. Si es culpable o no,
eso lo determinarán las autoridades judiciales.
De ahí la importancia de que en las próximas
elecciones mantengamos la idea clara del sentido del voto, del voto razonado y
del voto útil. Que sea el que mantenga los equilibrios de los poderes para que
no se cometan excesos, se fabriquen “verdades” desde un púlpito, sin evidencias
de nada, o se limite la libertad de expresión. Un equilibrio de poderes donde
se respete y se aplique la ley, la ley a secas. Que no utilice los recursos de manera
discrecional para favorecer movimiento político e ideológico alguno. Un
equilibrio de poderes que combata la inseguridad y que dé garantías de un México
sin impunidad. Al menos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario