La vida continúa
José Luis Vivar
Nadie esperaba la pandemia. Nadie
sabía lo que era el Covid 19. Nadie podía imaginarse que de un día para otro la
vida de todos los que habitamos este planeta cambiaría de forma radical. Los
primeros avisos comenzaron a mediados de diciembre del 2019, cuando veíamos en
la televisión y en los celulares lo que pasaba en una población china llamada
Wuhan. Después, las escenas desgarradoras en el continente europeo, donde los
contagios los habían tomado por sorpresa, donde muy pocos tomaron en serio las primeras
medidas higiénicas que se empezaban a sugerir para evitar ese virus mortal que ocasionaba
la muerte. Y en México nadie se preparó, nadie midió lo devastador que llegaría
a ser ese enemigo invisible a los ojos. El humor negro se hizo presente con una
cumbia llamada Coronavirus, y no hubo una llamada de alerta, hasta que empezó a
ser demasiado tarde.
De
todo lo anterior ha pasado un año. Un año en que la vida ha sido diferente. En
lo social y en lo económico de marzo del terrible 2020 a este marzo, ha sido un
año de cambios, algunos de forma progresiva o y otros de tajo. En lo referente
a vidas humanas, todos hemos perdido familiares, amigos y conocidos. Y para
rematar, hemos sido testigos de esas cifras mortales que cada día aumentan en
nuestro país. Un panorama desolador.
Y
en lo social nos hemos enterado también cómo algunos familiares, amigos y
conocidos se han quedado sin empleo, han cerrado sus negocios, o han dejado de
estudiar. Los golpes a la economía han sido una constante, igual que en muchos
países latinoamericanos. No hay apoyos gubernamentales como se quisiera, y por
eso cada quien debe resolver su propia situación.
Y
es que el año de la Pandemia -como se conoce al 2020-, significó ver, leer y
escuchar toda clase de información y desinformación en el celular. Aparte de
eso, se modificaron nuestros estilos de vida. La forma de trabajar cambió,
igual la manera de impartir o recibir clases. Las redes sociales se adaptaron a
las necesidades de la gente. Muchos tuvimos que aprender cómo utilizar las
plataformas digitales, y entender que los diálogos a través de una pantalla son
tan válidos como estar frente a frente con un interlocutor.
Las
cosas cambiaron. A pesar de la negatividad, de la indiferencia y de la necedad,
el cubrebocas ha ido ganando terreno, y cada vez más gente lo utiliza como
principal medida preventiva. De acuerdo a notas publicadas sobre el tema, quien
no lo aceptó, vio morir a algún ser querido y aprendió la lección. O perdió la
vida.
A
partir del 24 de diciembre del año anterior, las anheladas vacunas aparecieron,
y aunque de manera lenta se ha comenzado a inmunizar a la población mayor de
sesenta años. Esta medida tomará tiempo, pero es una ventaja saber que ya se
cuenta con los insumos que salvarán muchas vidas. Después, tocará el turno al
resto de la población, y aunque dicha acción tome más tiempo del previsto, será
de gran alivio saber que como en otros tiempos México podrá estar protegido. Y esto
no significa pecar de optimistas, sino de ser realistas.
A
un año de estar en confinamiento algo o mucho hemos aprendido. Además, nos
queda claro que nada volverá a ser como antes; tendremos que seguir
adaptándonos a nuevas reglas de convivencia social, educativas y laborales. A
pesar de estar vacunados, no bajaremos la guardia: el cubrebocas y el gel serán
dos accesorios que nos acompañarán a donde quiera que vayamos. Todo sea por
nuestro propio beneficio.
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