Lorena
Avelar*
A la memoria de Orso
Arreola
La
ciudad llora en silencio por sus días tortuosos, por los actos indecentes, por
su entraña vil y sus trances pecaminosos. Aunque se vuelve luciérnaga en días infecundos
y su voz se apaga y, los cuerpos brillantes o tímidos sacan los ojos a la luz
de un candil de manifiestos solemnes.
Los
cuervos sueñan rescates rojizos, olvidos de estiércol, senderos por donde la
verdad deja sus arañazos antiguos. Las aves negras esperan desde las ramas,
vuelan sobre cementerios, olfatean la carne que los complazca sin importarla
sangre, el dolor o la añoranza.
Poco
importan los ojos de lamento, poco importa el historial inconsciente o, que se
ciegue el aire y que los tactos vayan quedando en recipientes de cristal sin
brillo, poco importa la palabra; muy poco importa que ya solo perduren los
humores y los lamentos: la gente no deja de morir, porque es menester partir al
vacío, vestirlo de ausencia y de duelo.
El
llanto de los muertos nos reprime, nos deja inertes sin ánimo y quietos en las
manecillas del reloj sin que se pare el tiempo. El miedo se apodera de la noche
y el cemento se vuelve negro o gris taciturno.
Cuando
la fuerza se tambalea, el grito se yergue. Cuando el final se vislumbra, el
alacrán amenaza con el veneno. Cuando el hueco se evidencia, el discurso se
enerva. Espero que desde arriba llegue la señal, el Punto escarlata, la razón y
el consuelo.
*Lorena
Avelar Rosales es poeta,
periodista y cronista mexicana. Radica en Granada España. Mujer de letras,
profunda y de poesía audaz. Pertenece a la Sociedad General de Escritores de
México. Colabora regularmente con diferentes publicaciones nacionales e
internacionales.
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