Sandra
Guadalupe Cueto López
Pensar,
sentir y hacer, las acciones de estos tres verbos están íntimamente
relacionadas entre sí y a su vez repercuten de manera recíproca en cada uno de
nosotros. Esto significa que nuestros pensamientos influyen directamente en
nuestros sentimientos y estos condicionan nuestras conductas.
Pensar
es la creencia que genera la actitud con la que afrontamos lo que vivimos día a
día; sentir es la emoción agradable o desagradable que impulsa en nosotros unas
conductas u otras; y hacer es la conducta que elegimos.
La
neurociencia dice que al experimentar un estímulo concreto se convierte en una
emoción básica, y que al ir racionalizando esa emoción buscamos más información
almacenada en nuestro cerebro y así construimos el sentimiento.
Es
conveniente recordar la importancia de nuestros pensamientos e identificar los
que no nos apoyan para tener conductas adecuadas, al identificarlos los
podremos evitar. De hecho, los pensamientos se automatizan y se convierten en
hábitos que logran controlarnos si no tomamos conciencia de ellos.
En
cuestión de pensamientos estás a favor o en contra de ellos y eso nos provoca emociones
agradables o desagradables; no hay actitudes neutras, o son positivas o son
negativas que condicionan nuestras conductas “para bien o para mal”. De esta
manera el conjunto de pensamientos, emociones y conductas afectan o benefician
nuestra salud, ¡tomemos la mejor decisión!
Todo
pensamiento provoca un sentimiento y una actitud que mueve nuestras conductas,
su influencia construye caminos.
*Asesor
del Centro de Actualización del Magisterio.
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